Evaluar con el corazón

25 Jun

Me he encontrado en este final de curso con dos casos de docentes, uno de ellos de Universidad, que me han hecho pensar y que, a la vez, me han producido dolor.

PROFESOR
Hay que evaluar con la cabeza, pero también con el corazón. Porque, detrás de ese boletín de notas hay una persona, una familia, una historia que pueden saltar por los aires.

Permítaseme decir, antes de continuar, que no se mina la autoridad de los docentes cuestionando su labor sino respaldándola de forma incondicional, aunque sea discutible. No se pierde la autoridad reconociendo los errores sino defendiéndolos a capa y espada.

En los dos casos a los que hago referencia el sufrimiento es el denominador común. El sufrimiento de los evaluados, claro. Se piensa pocas veces en la esfera del sentimiento. Se diría que hay máquinas de enseñar y máquinas de aprender, aparatos para evaluar y aparatos que son evaluados. Y, claro, ni las máquinas ni los aparatos sufren.

Puede existir sufrimiento en la actividad de la evaluación por parte de quien la realiza, claro. Y a ese respecto he de decir que nunca he entendido muy bien a quienes suspenden mucho, pero menos a quienes disfrutan cuando lo hacen. Es como si un cirujano estuviese más contento mientras más cadáveres salen del quirófano. Le consideraría un incompetente y, además, un desalmado.

Y, ¿por qué encierran tanto dolor estos casos? Porque en los dos existe una preocupante actitud de dureza de los respectivos evaluadores. Los docentes se han mostrado inflexibles en sus decisiones de suspender, a pesar de las demandas de los alumnos, de los colegas y, en un caso, de la familia. Y, además, porque las consecuencias de los resultados acarrean unos daños gravísimos para los evaluados y para sus familias.

Los dos casos claman al cielo. Un alumno que no puede obtener el título de Graduado en Educación Secundaria porque le falta el aprobado en una sola materia, a pesar de que ha trabajado con esfuerzo e interés en ella y a pesar de que ha hecho avances evidentes (a juicio de otros docentes). Otro alumno que agota las convocatorias y que tiene que ir a examinarse a otra Universidad o dejar de estudiar porque carece de medios y condiciones para desplazarse. ¿Por qué solo son malos estudiantes con esos profesores?

Es curioso que sean siempre los mismos. Es decir, que esa actitud de pretendida exigencia, de aparente rigor, de estricta defensa de la justicia, parece ser un atributo exclusivo suyo. Los demás profesionales parecen ser blandos, condescendientes y poco rigurosos. Es decir, irresponsables.

No sé lo que sucedería si a algunos docentes se les retirase el poder de evaluar. No sé cuántos alumnos y alumnas tendrían si se pudiera acudir a ellos solo por el interés que suscita su enseñanza y por la cercanía que genera su amor a lo que enseñan y a los que enseñan.

Me pregunto cuáles son los motivos que se esconden detrás de esa rigidez: ¿Se consideran más importantes por ser únicos? ¿Piensan que son mejores docentes porque exigen más y mejor que los demás? ¿Se creen más protagonistas porque tienen detrás una cohorte de suplicantes formada por padres, profesores y alumnos? ¿Consideran que con este proceder su asignatura, y por consiguiente ellos mismos, tienen más categoría? ¿Piensan que de esta forma se afianza su autoridad? No quiero pensar, por el debido respeto a esos profesionales que, detrás de su comportamiento, se esconde un tipo de actitud malintencionada.

No voy a entrar en el análisis de las prácticas profesionales de estos docentes, pero pienso que no les gustaría que les juzgasen con el mismo rigor, con la misma intransigencia, de la misma forma inapelable. En algunas ocasiones, la calidad de la enseñanza de estos que quieren hacerse pasar por “el hueso de la institución” deja mucho que desear. Cuántas veces producen el efecto secundario en sus alumnos y alumnas de acabar odiando la asignatura y el aprendizaje de por vida.

Justicia no es dar a todos por igual sino dar a cada uno lo que se merece. Al decir esto no estoy abogando por una avaluación sin exigencia, sin cumplimiento de mínimos, sin rigor alguno.

Hay que pensar en el contexto del alumno, en sus circunstancias, en sus capacidades, en su historia, en su proceso de aprendizaje.

Hay posibilidades de hacer tareas complementarias, de proponer nuevos trabajos, de realizar nuevas pruebas por el mismo o por otros evaluadores. Hay investigaciones que muestran que para que haya un mínimo de objetividad en la corrección de ejercicios de ciencias harían falta al menos doce correctores.

Hay que pensar en las consecuencias de una calificación que corta el camino, que rompe los sueños, que cierra el horizonte.

Hay que pensar en los daños que produce una evaluación que se convierte en un juicio inapelable, en una sentencia brutal.

Se me dirá que el alumno ha tenido tiempo de pensar en todo esto. Claro que sí. No hablo de regalar nada, de bajar el nivel, de aprobar porque sí. Pero, en los casos que comento diré que lo han tenido en cuenta. Que han trabajado, que se han esforzado. Que han hecho todo lo posible.

Leí, en el hermoso libro de Ken Bain, “Lo que hacen los mejores profesores universitarios”, un pensamiento revelador: “Nunca atribuyen a sus alumnos las dificultades que encuentran en el aprendizaje”. Solo así pueden ser mejores docentes. Pero si solo se explican el fracaso aludiendo a la torpeza, a la vagancia, al desinterés o a la desvergüenza del aprendiz, nunca podrán mejorar.

Me pregunto en el caso de estos severísimos jueces si nunca se preguntan si eso que les ha faltado a sus alumnos no se debe a su incompetencia, a su falta de compromiso o a su falta de entusiasmo. Digo esto desde el respeto más profundo y desde la más sincera admiración a la tarea que realiza el profesorado.

29 respuestas a «Evaluar con el corazón»

  1. Estamos en tiempos de evaluación, y como siempre, nos centramos en el proceso de aprendizaje de nuestros alumnos. Diagnosticamos, predecimos, valoramos, tasamos, medimos, juzgamos y sentenciamos. Nos convertimos en abogados, fiscales, peritos y jueces. Difícil tarea,…

    Sin embargo, cuando tratamos de evaluar el proceso de enseñanza, intentamos pasar rápido y a hurtadillas. Ahora el que está en el banquillo de los acusados es el profesor/a, y eso no gusta.

    Es cierto, es más fácil echar balones fuera, derivar nuestra responsabilidad a otros, generalmente a las familias y a los propios alumnos, bueno…, y a la administración, porque no nos dota de los recursos materiales y personales imprescindibles para llevara cabo nuestra enseñanza en las mejores condiciones.

    Y, posiblemente, todo eso sea cierto en mayor o menor medida, según las circunstancias de cada uno. Pero, como bien apunta usted, también habrá que poner en tela de juicio nuestra intervención educativa, porque perfectos no seremos, algún fallo deberemos tener…

    Y por último, tras más de 21 años de evaluador, cada vez me resulta más complicado ejercer de abogado, fiscal, perito y juez. ¡Qué difícil es diagnosticar, valorar, tasar, medir, orientar, investigar, predecir, juzgar, sentenciar…! ¡Qué difícil es encontrar los indicadores, ítems, calificativos,instrumentos, procedimientos… apropiados para valorar lo que realmente quieres valorar. ¡Qué difícil es conjugar una mezcla de sentimientos propios y ajenos a la hora de evaluar!. ¡Qué difícil es ser justo y dar a cada uno lo que se merece!. ¡Qué difícil es ser profesor/a!…

    La evalaución es el principio y final de todo un proceso, sin nos replanteamos la complejidad de la misma, a su vez, estaremos replanteándonos todos los pasos de la secuencia de ese proceso: una selección de objetivos y contenidos adaptados a las características del alumno y su entorno; la determinación de las competencias básicas que se han de conseguir, el uso de métodos, estrategias didácticas y secuencias de aprendizaje que se muestren más eficaces para todos y cada uno de nuestros alumnos; el diseño de tareas que desarrollen los objetivos, competencias y contenidos planificados; la selección de los recursos más idóneos;…

    Sin duda, ¡Difícil tarea!… Y me pregunto: ¿la formación inicial y continua del profesor/a da respuesta a esta realidad tan compleja? ¿El proceso de selección del profesorado es el más idóneo para buscar personas que desempeñen con eficacia esta labor tan difícil?…

    Replantearse estas cuestiones es, sin duda, un proceso de análisis y valoración del proceso de enseñanza.

    Cuanto más ramas vayamos quitando en nuestro camino, seguro, que irán apareciendo muchas otras, pero lo que no podemos hacer, es detenernos, porque mejor es avanzar con dificultad que permanecer inmóvil, nos convertiremos en piedras…

    Feliz verano para Miguel Ángel y sus lectores.

  2. Creo que una de las informaciones que ofrece el autor del artículo es incorrecta. El “título de Graduado Escolar” debe referirse sin duda a el Título de Graduado en Educación Secundaria y la titulación al respecto es muy flexible: podrán titular el alumnado que tenga hasta dos materias con evaluación negativa e incluso con tres si a juicio del EQUIPO DOCENTE (todos ellos y en consenso) ello no es obstáculo para que continúe su formación en otras etapas y niveles educativos, en relación a su grado de madurez. Si el alumno no titula con una sola materia pendiente con evaluación negativa, tal como parece describir el artículo habrá sido por el consenso y unanimidad de TODO el equipo docente. Un ejemplo, para el lector que sea neófito en estas cuestiones es un caso reciente en Andalucía: una alumna que había optado por no cursar Educacicón para la Ciudadanía y Éticad (la objeción de conciencia). Al finalizar el 4º curso de Secundaria, con todas las materias aprobadas, el equipo docente decidió que la alumna en cuestión no titulaba porque los contenidos de tales materias eran imprescindibles para su desarrollo personal y ciudadano, independientemente de sus magnificas calificaciones en materias instrumentales. En definitiva, la titulación en Educación Secundaria Obligatoria es extremadamente flexible,lejos de la rigidez que el autor parece atribuirle en el artículo. La promoción, por otra parte, es automática entre etapas, hasta con dos y excepcionalmente con tres materias evaluadas negativamente. No entro en los detalles de lo apuntado en la esfera universitaria, porque no es mi campo profesional. Recomiendo, por lo tanto, tanto al autor como lectores en general, conocer siempre el marco de referencia normativo para poder emitir juicios de valor. Saludos, compañeros y compañeras.

  3. A veces me gusta escribir con rigor científico y como docente, pero como más me gusta escribir es como madre de cuatro adolescentes. Y veo que la actitud de sus profesores cambia la actitud de ellos. Es común escuchar estas frases “Esa profesora/or no me quiere”. Días pasados uno me dijo: “…por favor ayudame a buscar etiquetas de alimentos que contengan alcohol para la clase de química… me doy cuenta que la profesora me quiere ayudar de todas maneras…”
    Bueno creo que ambos comentarios son más que elocuentes. Los maestros y maestras no tienen idea lo que puede una palabra buena. No sirve de nada enojarse y mucho menos aplicar todo el rigor de la ley. Todos sabemos que una gota de miel puede más que un barril de vinagre…

    Amigos/as europeos de este blog felices vacaciones de verano!

  4. Estimada Pepa Banderas:
    Me da la impresión de siempre andas buscándole tres pies al gato. Y también de que no te enteras o no te quieres enterar del fondo de los artículos. Allá tú.

  5. Enhorabuena al autor de este artículo por tratar un tema tan complejo, importante y peliguado como el proceso de evaluaador de un alumno. El primer lugar, quisiera decir que, por Ley, el proceso evaluador afecta tanto a discentes, como docentes e, incluso, al mismo proceso evaluador. En segundo lugar, me dirijo a la Sra. Laura Mingorance para decirle que el comentario de la Sra. Pepa Banderas es más que acertado: el autor de este artículo debe abordar el tema que escribe con un mínimo de rigor, es decir, documentarse antes; de lo contrario, estaría dando una visión deformada y sesgada de la realidad que trata en su artículo.Suscribo, por tanto, el comentario de esta señora. En tercer lugar, habría que tener en cuenta que el profesorado al que se refiere el autor constituye un mínimo porcentaje dentro del conjunto del profesorado andaluz; al menos, dentro del profesorado de Secundaria. Por último, si queremos una enseñanza de calidad, debemos empezar por exigirnos todos un mínimo de esfuerzo y de exigencia: profesorado, alumnado, padres y administración. En las evaluaciones, con más frecuencia de la que quisiera, veo cómo se aprueba a alumnos que no han alcanzado los objetivos previstos para las diferentes materias; evidentemenete, se tiene[demasiado] en cuenta en las sesiones de evaluación las metas de los alumnos, el malestar que se les pueda causar si no titulan y muchas circunstancias más. Se aprueba a alumnos que no saben ni escribir correctamente su nombre. ¿Realmente creen que estamos ayudando a dichos alumnos? Los centros educativos son centros generadores de cultura; no son centros asistenciales. Me permito la osadía de recomendar al autor de este artículo el libro recientemente publicado que lleva por título ‘La edad de la ira’. También se lo recomiendo a la Sra. Mingorance, y la invito a escribir un nuevo un comentario aquí después de haberlo leído…
    Un saludo a todos.
    Juan A. Jaime. Profesor de Enseñanza Secundaria.

  6. Pues yo iba a comentar lo mismo que Pepa Banderas, sin embargo al estar en estos momentos ejerciendo como educadora en casa de acogida y no como profesora, he preferido ser prudente. Pero he tenido el caso de un niño que obtuvo el Título de Graduado en Educación Secundaria por decisión del claustro de profesores. Lo obtuvo sin haber conseguido el aprobado en dos asignaturas, basándose en la explicación que acaba de exponer Pepa y que los profesores me venían anunciando a lo largo del curso, que la decisión final sería del equipo de profesores.

  7. Realmente fue el tutor quien ante las dificultades del chaval me lo comentó cercano el final de curso. Pudiera parecer tal como lo he expuesto que se pueden “tumbar a la bartola” y luego aprobar. No es eso.

  8. Gracias a Juan A.Jaime e Isabel García Alonso, es evidente que ambos son profesionales de la enseñanza y saben de lo que hablan. Si no somos rigurosos en nuestras hipótesis de partida -las que se supone dan lugar a esa tesis que pretendemos desarrollar- corremos el peligro de desvirtuar (a través de burdas generalizaciones) por completo la impresionante labor que cada curso se acomete en los centros educativos. Algunas veces he hablado al respecto, intentando fundamentalmente desmentir esos tópicos más propios de los años setenta, en una enseñanza vertical (todos los centros se regían por la misma normativa estatal) que la propia de este siglo XXI, como bien sabemos los profesionales de la enseñanza. La evaluación es continua y formativa y se tiene en cuenta la evolución del alumno en relación a sus propias capacidades y circunstancias personales. No existe nada parecido a una evaluación simplemente sumativa final y uniforme a todo el alumnado, una práctica más bien focalizada en los tiempos de la Ley General de Educación, hacia los años 70. Creo que es importante no caer en tópicos, a través de comentarios posiblemente interesados o cuanto menos muy alejados de lo que son los procesos de enseñanza y aprendizaje en las aulas y acercarse a la realidad de los centros educativos de este siglo, que nada tiene que ver -aún admitiendo que pueda existir tal o cual profesorado, en singular, con ideas clásicas al respecto, pero en todo caso un porcentaje absolutamente marginal- con ese profesorado que trata a un grupo de alumnos/as de manera uniforme, sin tener en cuentas las circunstancias individuales de cada uno; simple y llanamente, la normativa actual en materia de evaluación impide ese tratamiento homogeneo. Insisto: no es el profesor de manera individual el que en virtud de una calificación, la de su materia, el que decide la titulación o no: es todo el equipo docente y el orientador o la orientadora, en el caso de los IES. En definitiva, y de ahí la importancia de insistir en esta cuestión: lo que propone el artículo, la tesis que desarrolla (una evaluación sin sentimientos) carece de sentido. Y no se corresponde, como bien acierta a comentar Juan A. Jaime, con la realidad de los Centros Educativos, en su laborioso día a día. Saludos, compañeros/as.

  9. Es muy fácil escribir sobre la evaluación en la enseñanza secundaria instalado en el sillón de un despacho de facultad y observando las cosas desde atalayas utópicas.
    Yo soy profesor de secundaria y no se me ocurriría hablar de la evaluación en la enseñanza universitaria porque actualmente no soy profesor de universidad.
    Hay que acercarse a la realidad educativa, pasarse por una sesión de evaluación en un IES, antes de escribir. Seguro que el enfoque de este artículo habría sido totalmente distinto. Ya está bien de criticar sin fundamento la labor titánica que hacemos los profesores de secundaria.

  10. El reto más importante que tenemos planteado los educadores: construir prácticas educativas eficaces que contribuyan al éxito escolar de los estudiantes. La evaluación es una reflexión, un control de calidad sobre lo que se hace, un análisis… y luego una toma de decisiones. Una de ellas, en el caso del aprendizaje, es calificar al alumno pero no la única y a veces ni la más importante.La evaluación es un instrumento para repensar si lo que se hace en la escuela va por buen camino. Si realizamos una adaptación curricular, deberemos realizar también una revisión en el modo de valorar a los alumnos, atendiendo al proceso que ha realizado el alumno desde el inicio. En mi Centro Educativo una profesional de la enseñanza “según ella”, suspende al 76% de un grupo de 1º de ESO. Está claro que emplea la evaluación como medida de opresión.

  11. Me gustaría iniciar mi participación explicando que soy estudiante en la Universidad de Málaga, por lo que podéis deducir que estamos en época de exámenes y de conocer los resultados de nuestros esfuerzos que hemos hecho este cuatrimestre. Os pido disculpas por no dar mi nombre, aunque entiendo que esto no debería influir en el desarrollo cordial del blog, aún así, cuando obtenga mi nota pondré nombre y apellidos.

    Entiendo el entramado de ideas que lanzáis bajo un punto de vista docente, pero queda lejos de la realidad del aula. Pepa Banderas aporta una opinión totalmente constructiva que defiendo según mi experiencia vivida en la E.S.O.
    Son cursos en los que se aprueba fácilmente memorizando los textos, sin dar cabida a la reflexión de los conocimientos “aprendidos”, de esta forma, coincidiendo con mi profesor, los alumnos y profesores se convierten en máquinas de aprendizaje y enseñanza puesto que los corazones de cada uno no ha traspasado la puerta del colegio.

    Suspender una asignatura, o repetir un curso no es tan trágico, ni produce tanto dolor, y tampoco podría significar la deshonra en la familia, en cambio, el motivo puede que si lo sea, pongo un ejemplo con el que espero que podáis comprenderme: un chico/a inmaduro/a que no tiene técnicas de estudio, añadiéndole que aún no tiene claro lo que quiere estudiar, y además el estudiar no es su primera vocación, ¿le vendría tan mal repetir curso? Creo que estas características se cumple en muchos de los discentes del aula, alumnos perdidos, sin vocación, sin saber estudiar… Entiendo que se merezca suspender, pero ¿no se merece también una ayuda personal? No hablo de adaptarle el examen, ni de ajustarle los deberes, sino de llegar a la raíz de todo, considero más importante sentarse junto a él/ella para enseñarle qué formas hay para estudiar (esquemas, resúmenes, subrayar, etc.), enseñarles también a no memorizar, ya que una vez memorizado se olvida y de este modo la enseñanza pierde calidad, y pregunto ¿qué profesor/a se ha dedicado a enseñarnos a redactar, sacar ideas principales, reflexionar, tomar decisiones, hacernos competentes, solidarios? En mi caso, tristemente ninguno, porque muchas de las tareas que he mencionado antes se hacen con el corazón y vocación docente. Supongo que la labor de enseñanza recae directamente al docente, pero algo de responsabilidad también tendrán el E.O.E. y el equipo directo.

    Quiero recalcar que para ser maestro/a o profesor/a es necesario tener vocación, a clase hay que acudir con ánimo y enfrentarse a los imprevistos que puedan surgir en el aula sin pensar que vamos a ir con retraso en la programación curricular, ¿qué pasa si un alumno/a llora en clase, o está en babia, pensativo, alterado, dormido? Supongo que le influye en la nota deduciendo el descenso del rendimiento escolar, lo más conveniente es dedicarle atención y excavar sobre sus sentimientos, qué le puede influir a este alumno para sacar estas notas, por supuesto, a parte de la vocación docente, también es necesario la curiosidad por conocer al alumnado. Además de la vocación y curiosidad, me gustaría añadir que veo especialmente necesario el saber aceptar las críticas que algún valiente alumno/a pueda verter en clase. ¿Cómo saben los profesores/as que la evaluación que seguís es la correcta, o que el modo de enseñanza favorece a toda la clase o a unos pocos?

    ¿Hacéis lo que dicta la ley de educación o lo que dicta el corazón?

    Me gustaría añadir, que la reflexión que hacemos todos al leer a Santos Guerra, y los comentarios siguientes de los seguidores de El Adarve, hay que tener en cuenta que a los alumnos/as que nos estamos refiriendo comprenden edades difíciles, la problemática “edad del pavo”. Podemos encontrarnos desde adolescentes con baja autoestima a adolescentes con diversidad funcional, por lo que se le pide al profesorado formación general y específica para trabajar en un aula heterogénea, o si preferís mejor, formación inicial y continua.
    En cuanto al deseo de algunos profesores por suspender creo que si existe, la finalidad creo que es por dar prioridad y más importancia su asignatura que la del resto. Pensando que si su asignatura la convierte en una odisea, los alumnos tendrán que estudiar más y hacer un esfuerzo continuo, bien, ante esto y perdonadme por la expresión, pienso que el esfuerzo… para el estreñimiento. El esfuerzo por aprender emerge de nuestros intereses y depende a su vez, de lo atractiva o no que nos presenten la asignatura. Difícilmente podemos mandar a estudiar a ningún chiquillo/a sino quiere, o pedirle un esfuerzo atroz sin motivo aparente o por capricho del profesor/a.

    Luego nos encontramos con el problema de que nuestras notas nos abre o nos cierra caminos académicos, hablando sobre las notas finales de bachiller y selectividad, por cuestión de décimas podemos quedarnos a las fueras de estudiar lo que verdaderamente queremos y nos conformamos con la segunda opción. Nuestra carrera profesional ha sido repercutida por calificaciones injustas, sin sentimientos, ni corazón.

    Por último, pido perdón por mi ignorancia hacía los exactos problemas reales del aula y de su organización, la visión que he dado es subjetiva, construida en base a mis experiencias personales y a aquellas que he observado.

  12. Gracias Miguel por volver a hacernos pensar en lo más humano de nuestro trabajo.
    Hace mucho tiempo que me enseñaste que la evaluación no es el momento clave de nada, a no ser que sirva para mejorarnos a todos.
    Gracias por seguir en la brecha y hacernos partícipes de ello.

  13. A mis críticos/as:

    Gracias por vuestras aportaciones. Siempre se aprende de las críticas si uno está dispuesto a aprender. Por supuesto que leeré, a la mayar bevedad, el libro “La edad de la ira”.
    No lo conocía.

    Contesto brevemente a algunas cuestiones:

    1. El FONDO DEL ARTÍCULO se refiere A LA ACTITUD DE LOS EVALUADORES/AS. ¿Eso no existe, amiga Pepa Banderas? ¿NO EXISTE LA ACTITUD HACIA LA TAREA Y HACIA LOS EVALUADOS/AS? Una cosa es la normativa que, por cierto, conozco y otra la ACTITUD con la que se lleva a cabo.

    2. Estoy de acuerdo en que el porcentaje de esos docentes a los que aludo en el artículo es pequeño. Afortunadamnte.

    3. Dije en el artículo, de forma reiterada y clara, que no se trata de bajar el nivel, de renunciar a la exigencia, de no demandar la consecución de mínimos…

    4. En efecto se trata del Título de Graduado en Educación Secundaria, no del Graduado Escolar como escribí incorrectamente. Pero eso no afecta a la cuestión que planteao en el artículo. Voy a corregirlo para que no haya problemas.

    5. No se trataba en el artículo de explicarlo todo respecto a la normartiva. Y, para que se comprenda que no escribo desde un despacho sino desde el conocimiento de la realidad, el caso al que me refiero se sitúa en cuarto de diversificación. Y una única profesora atiende uno de los dos ámbitos que es preciso superar. Y esa sola profesora, frente al criterio de TODO EL EQUIPO EDUCATIVO Y DEL CRITERIO DEL ORIENTADOR, decide suspender al alumno, impidiendo así su titulación en Secundaria. Se puede decir que tiene septiembre para superarlo, pero por graves circunstancias familiares, no podrá hacerlo ya que se trasladan a otro país.

    6.Recuerdo a otro de mis críticos que en la Facultad no estoy en un despacho sino en las aulas. Parecería, por lo que dice, que los profesores de Universidad nos dedicamos a la teoría (y a la crítica ajena), pero no a la práctica y a la crítica propia. NO es así.

    7. Daré por buenas las críticas que se nos hagan a los profesores universitarios, si están fundamentadaa, para así poder mejorar. De hecho yo mismo planteo la cuestión en la Universidad, no solo en Secundaria.

    8. No hace falta ser una gallina para saber que un huevo está podrido. ¿No criticamos a los políticos/as sin necesidad de serlo? ¿Es que no podemos tener una opinión de lo que hace un Ministro sin necesidad de tener una cartera ministerial? ¿No podemos decir que un médico se ha equivocado sin que para hacerlo tengamos que ejercer la medicina?

    9.La llamada que hago a tener en cuenta la esfera de los sentimientos creo que es fundamental en educación. Nosotros no trabajamos con máquinas o con productos, sino con personas. Ya sé que de eso no habla la normativa.

    10. El artículo se ha publicado en Portugal en un blog titulado Terrear. Me ha llamado la atención la escueta frase de un comentarista: “Lo más emportante del artículo es la siguiente frase: “Es curioso que sean siempre los mismos”.

    Bienvenido el debate si nos ayuda a pensar y a mejorar la práctica. Gracias a todos y a todas quienes habéis tenido la amabilidad de leerme y de escribir. Saludos.

  14. Gracias a usted por escribir este blog. Lo he descubierto hoy y prometo seguirlo. Es bueno que haya foros de discusión, donde las personas se confronten y ayuden a hacer de la Educación algo mejor.
    En otro orden de cosas, el libro que le cité da una visión bastante ajustada a la realidad en un IES; de hecho, se ha convertido en un libro muy leído tanto por docentes como por padres y alumnos. vuelvo a permitirme recomendarle otro libro, que se ha convertido, actualmente, en uno de los más vendidos en Italia; me lo estoy leyendo y he de decir que es bastante acertado en muchos de sus planteamientos, aunque disiento en algunos otros. Seguramente, usted conocerá a la autora: se llama Paola Mastrocola.Tiene alguno títulos traducidos al español, pero este libro al que me refiero aún no creo que esté traducido.Se titula ‘ Togliamo il disturbo. Saggio sulla libertà di nos studiare’, o lo que es lo mismo: Evitemos la molestia. Ensayo sobre la libertad de no estudiar.
    De nuevo, un saludo al autor de este blog y a sus lectores.

  15. Sr. Miguel Ángel, a mi entender ha dado directo en la diana. Cierto que la evaluación es un problema difícil, pues si se quiere hacer bien hay que mirar muchos parámetro y no sólo los conocimientos plasmados en una hoja y, en ocasiones, pidiendo unos conocimientos de los cuales no se ha procurado que los asimilen los alumnos. En definitiva, se diría que algunos profesores valoran su valía o sabiduría proporcionalmentel al número de suspensos. Más bien es todo lo contrario.
    Tengo un hijo que estudia en una universidad. En un examen parcial un profesor suspendió a todos. En el siguiente examen, (muchos ya ni se presentaron) aprobaron tres. No es razonable. A ese profesor le debiera pasar lo que al cirujano que hiciera cinco operaciones y los cinco fueran al “hoyo”. Se sentiría fatal y dejaría el oficio por incompetente total.
    Cuando se tienen las ideas sobre evaluación que ha expresado el Sr, M. Ángel, pienso que es un privilegio sentirse evaluado por profesores así. Que cunda el ejemplo.

  16. En mi opinión, en Andalucía, los profesores de secundaria, por lo general, son nefastos (la Junta de Andalucía tiene gran culpa de ello); y a los números, e informes, me remito (y me apoyo) con tristeza y esperanza.
    Saludos

  17. Sr. Luis Ricardo, supongo que hablará con conocimiento de causa. En Andalucía, sin duda, hay profesores nefastos, pero no es fácil ser un buen profesional cuando la Administración no pone todos los medios materiales, económicos y humanos al alcance del profesor para que éste pueda realizar su labor docente con un mínimo de calidad. Y esto que digo no es por mi parte un ‘excusatio non petita…’. Profesores nefastos hay en las 17 ‘tribus’ que componen nuestro país, de la misma forma que existen profesores excelentes que se dejan la piel en el aula intentando hacer en ellas una revolución diaria.
    Por otra parte, nos ‘entierran’ con documentos que no son más que pura burocracia, por no hablar de la normativa nueva (ROC; ROF, ….). A todo lo anterior,hay que añadir la desidia generalizada de mucho de los alumnos, la apatía y desconfianza de los padres y madres hacia el profesorado y el mal hacer y la falta de vocación de muchos docentes, que están trabajando en la enseñanza por un sueldo fijo a fin de mes.
    Los informes y estadísticas a los que usted alude, le diré que no son más que eso: informes. Ponga muchos de ellos en cuarentena antes de asumirlos como realidades inmutables.
    Fernando J. López, profesor y autor de ‘La edad de la ira’ en la última entrada de su blog ‘Eso de la ESO’ habla precisamente de informes educativos. Échele un vistazo, creo que le gustará.

  18. Estudiante,
    he leído con placer lo que escribes y te aseguro que me ha gustado muchísimo lo que dices. No se trata de perdonarle la vida a nadie. Se trata de abrir caminos nuevos.
    De buscar el modo de enseñar a pensar más que a repetir de memoria. Que lindo que siendo joven pienses así. Que no se te olvide cuando estés del otro lado.

  19. Gracias al Sr. Miguel Angel Santos por prestar de su tiempo y traer a la discusión pública un tema que es recurrente en todas las universidades. Como profesora puertorriqueña me acojo al sentir del deponente y de la necesidad imperante para que los profesores seamos conscientes y sensibles durante los procesos evaluativos SIN perder el rol de académicos formados que facilitamos información e investigación pedagógica a nuestros estudiantes para que ésto sea el vehículo de construcción del conocimiento.

  20. Miguel Ángel, te recomiendo que dejes de lado esa susceptibilidad que te caracteriza. Los matices son importantísimos cuando se intenta fundamentar una tesis, por más personal que resulte, como es el caso. Es evidente que en el terreno propio de ciencias de la educación, estamos muy lejos, paradojicamente, de lo científico. Nada más cambiante que un sistema educativo, nada más susceptible de múltiples enfoques que la enseñanza y aprendizaje, todos ellos válidos y cuestionables, al mismo tiempo. Y por otra parte, insisto en los riesgos que conlleva inevitablemente cualquier opinión al respecto de la enseñanza, en la medida que no podemos evitar hablar de nosotros mismos y con suma frecuencia, dejarnos llevar por la subjetividad hacia lugares comunes y tópicos. Te lo he escrito o cuanto menos sugerido algunas de las veces que he colaborado en este blog: la realidad educativa en los Centros, en toda su complejidad, se caracteriza, en la inmensa mayoría de los casos, por un profesorado comprometido y apasionado, que se recicla constantemente, en virtud de una formación continua que pasa por el uso de las TIC, de la lengua extranjera, de materiales curriculares (las famosas competencias básicas) y documentos de planificación (pregunta por el Plan de Centro)… El fondo del artículo se cumple en todos los Centros: la normativa (en la enseñanza básica: primaria y secundaria), desde hace más de dos décadas, impide sesgos personalizados por posturas inflexibles de un solo docente. Y en el caso de Diversificación que planteas, la evaluación sigue siendo continua y formativa (nunca final y sumativa): el alumno dificilmente habrá podido llegar a finales de curso con ese ámbito con evaluación negativa, así, de repente y para sorpresa de todos y de todas. Durante el curso, en las sesiones de evaluación correspondientes y cualesquieras otras reuniones del equipo docente, se habrá hablado de la evolución de ese alumno o alumna, de su participación en las materias del ámbito, de su actitud hacia el trabajo personalizado diario, hacia las indicaciones del profesorado, de su evolución académica en relación a los objetivos generales de dicho ámbito, a las medidas específicas de atención a la diversidad y atención individualizada (siendo el Programa de Diversificación una de ellas)… El artículo, Miguel Ángel, está incompleto, desde mi modesto punto de vista: si nos quedamos solamente con la forma (el alumno no ha superado uno de los ámbitos que es necesario tener superado a efectos de titulación), parecería que la decisión ha sido unilateral y repentina. No es posible, en ningún sentido. ¿Qué ocurrió exactamente a lo largo del curso académico en relación a todas las variables que he apuntado? ¿Qué información se proporcionó a las familias continuamente? ¿Qué tipo de acción tutorial -siendo la tutoría en Diversificación un elemento clave- se llevó a cabo en relación al alumno, teniendo en cuenta que estas dificultades para alcanzar los objetivos propios del ámbito, referida a la etapa, se habrán sucedido durante todo el curso escolar? Y lo fundamental, lo más importante: falta las razones y argumentos del propio docente, en este inmenso marco que constituye la evaluación, a la que el artículo no hace referencia. No bastan simplicaciones al respecto (el alumno que no consigue el título) ni tomas de posturas morales sin conocer todas las circunstancias (el alumno que al no conseguir el título se le cierran puertas profesionales y académicas), porque al no conocer (o cuanto menos hacer referencia) el proceso completo y en su integridad, proceso como he intentado describir extremadamente complejo, sutil y fruto de numerosas decisiones encadenadas, podríamos cometer errores de juicio que darían lugar a tesis no suficientemente fundamentadas y como he dicho más arriba, ubicadas en lugares comunes. La inmensa mayoría de los docentes, Miguel Ángel, pensamos “en el contexto del alumno, en sus circunstancias, en sus capacidades, en su historia, en su proceso de aprendizaje”. Y lo hacemos no sólo porque nos obliga la normativa, sino porque sencillamente, forma parte de nuestro acervo cultural, de nuestra práctica diaria en las aulas: evaluamos a diario, constantemente y atendiendo a múltiples y variados registros. ¿Tan difícil es aceptar esta realidad que hace ya muchos años desplazó definitivamente a esa otra, absolutamente anacrónica que sugiere el artículo? Mi rechazo, por otra parte, a algunas aportaciones viscerales que he leido en este foro. La Comunidad Autónoma de Andalucía es la que más alumnado y Centros tiene de toda España. No podemos comparar La Rioja (apenas del tamaño de una de sus provincias, para entendernos) con la inmensa red educativa de nuestra Comunidad, que por cierto es la tiene la red de centros más amplia de toda España en la etapa del primer ciclo de infantil. Nuestros retos educativos, en nuestra comunidad, son por lo tanto mayúsculos y no sólo dependen del esfuerzo inversor que se está realizando desde el año 90, año de implantación de la LOGSE y de ese logro social histórico en nuestro país, como fue la universalización de la enseñanza. Depende también de cada uno de nosotros, los que conformamos el sistema educativo (claro que hay que tener vocación, es una obviedad, en referencia a otra aportación: ¿no la tiene un funcionario de hacienda, un soldado profesional, un biólogo y por supuesto un torero? Nadie llega a una profesión como por arte de magia, es absurdo abundar en ello): profesorado, alumnado, familias, ayuntamientos, la propia administración y por supuesto cualquier persona que exprese su opinión en los medios de comunicación. Creo que muchos docentes podríamos aportarte una inmensa información, Miguel Ángel, rica en matices, real y cercana a las aulas, que podrían servirte para tus artículos. Si quieres contactar conmigo, puedes hacerlo a través del email que se requiere para aportar comentarios. Saludos, Miguel Ángel y un abrazo a todos/as los/as compañeros/as,

  21. Estimada Pepa, eres afortunada, porque trabajas en un centro ideal ¿que todo el profesorado realiza una evaluación continua y formativa? ¿profesorado comprometido y apasionado? ¿que se recicla continuamente? Mira, en mi centro hay excelentes profesionales, pero también hay personas que, sin lugar a dudas, no deberían dedicarse a la enseñanza. No defendamos un corporativismo absurdo; al profesorado nos falta mucha formación y rigor científico como aludías en uno de tus comentarios.
    Y, desde luego lo que describe el artículo no es en absoluto anacrónico, sino real como la vida misma, aunque afortudamente no sean la mayoría de los casos.
    Enhorabuena Miguel Ángel, gracias por tus reflexiones y por compartir tu blog con todos nosotros.

  22. Siempre es un placer ingresar a este blog y reflexionar por medio de estos escritos. Cuando ealizamos la lectura de un texto cada uno le dará su propia interpretación, pero si a esto lo llevamos a la vida diaria y a lo que sucede en las Instituciones educativas, tenemos que reconocer que alli encontramos todo tipo de profesores, los apasionados, los comprometidos, los indiferentes, los que se consideran los mejores profesores porque son los que mas alumnos desaprueban.
    Los docentes debemos formar a nuestros estudiantes para que alcancen sus metas y no es poniendo piedras en su camino como lo vamos a lograr.

  23. Es curioso que una profesional diga que son perfectos evaluando todos los profesionales de su centro. ¿No hacen nada mal? ¿No pueden hacer nada mejor? Claro, quien defiende esas tesis solo puede ofrecerse a enseñar a los demás, pero al parecer no se muestra dispuesta a aprender. Curioso, sí.

  24. Realmente sus artíulos son Geniales, me gusta ver que siendo docente sea tan crítico y objetivo.
    No pongo en duda la calidad y la profesionalidad de muchos docentes,su implicación,motivación,esa facilidad con la que tratan a sus alumnos,la vitalidad,la capacidad de sorprender diariamente…y un largo etc.
    Pero lo que no entiendo, es que moleste tanto,cuando se habla de otras realidades, que por desgracia,también ocurren en los Centros escolares.
    y es verdad que hay docentes a quienes no les importan sus alumnos,ni el esfuerzo realizado día a día,que solo evalúan exámenes,no aptitudes,ni capacidades,disponibilidad para aprender,constancia.
    En algunos IES cuenta más la fama de Buenos resultados en Selectividad,que el esfuerzo de los alumnos/as,con lo que se hace una selección de quienes irán a esa prueba, con vistas al prestigio del Centro…que no con los intereses, y esfuerzos de los alumnos.
    Respecto a las Geniales notas de los llamados alumnos “brillantes” decir que en muchos de ellos lo único que brilla…es el dinero que los padres/madres nos gastamos en academias,y profesores particulares, y en la mayoría de los casos…no porque el alumno lo necesite,sino
    porque el profesor/a no cumple al 100% con su obligación de
    formar,e informar,asesorar,y llegar a transmitir sus cono-
    cimientos a TODOS sus alumnos.
    Respecto a las sesiones de evaluación, también habría mucho
    que contar, y por supuesto que mejorar, y quizás estaría
    bien que estuviese el propio alumno presente,para poder
    conocer de primera mano,su evolución,las dificultades que ha
    encontrado en el aprendizaje de algunas asignaturas,y que necesita para superarlas.
    Y que decir…de los y las profesionales de la enseñanza
    que dicen al final de curso…..Con los exámenes que me ha hecho este alumno/a es imposible que lo apruebe…..
    y eso se dice ahora..cuando ya no se puede poner remedio?
    Que ha pasado con ese tutor? Cómo no ha hablado con los padres?
    Cuando hay tutores/as que te llaman sólo con que bajen un poco el ritmo,para solucionar las cosas con tiempo,como debe ser.
    Desde mi agradecimiento y admiración por los grandes amantes de su profesión,no creo que podamos ni debamos tapar
    a quienes no cumplen con su deber,a quienes olvidan que están formando y trabajando con seres humanos,y que la GRAN
    CAPACIDAD DE APRENDER…DEPENDE DE LA GRAN CAPACIDAD DE ENSEÑAR Y DE MOTIVAR.

  25. Otro de los aciertos de Miguel Angel, al cual vengo leyendo desde sus patologías de la evaluación. Que cierto. Por qué implementar la evaluación para el que evalúa y el que es evaluado como un sufrimiento si en el fondo, la evaluación esta al servicio del aprendizaje, y este en definitiva siempre debe ser un acto de felicidad. Entonces, evaluar es felicidad y no sufrimiento. Sea este el mandato para todos los que aman el aprendizaje

  26. Me encanta todo lo que aquí se plantea. Uno de los comentarios que he leído compara los trabajos educativos y habla de vocación. Como ejemplo pone al torero, ¿eso es educar desde el amor? Sino sentimos compasión por otros seres vivos ¿de que amor estamos hablando? Es bueno criticar y criticar. Pero más bueno, es hacernos también una autocrítica. El amor es una fuente universal. Gracias. Saludos

    • Estimada Margarita:
      No recuerdo haber puesto como ejemplo NUNCA el toreo. Yo soy antitaurino. No me gustan los toros. Es más, estoy contra la existencia de corridas.
      Saludos.
      MAS

  27. Muchísimas gracias profesor Miguel Ángel Santos Guerra. Comparto plenamente los planteamientos de su artículo. Describe realidades sangrantes que están ahí, presentes con diferentes rostros. Otra cosa es que no se quieran ver ni cuestionar, pues interpelan y escuecen.
    Una respuesta para mejorar no puede limitarse a señalar superficialidades en relación a si una cosa se llama de una u otra forma, ya que todas y todos sabemos de qué se está hablando. El fondo está ahí, y hay que mirarlo de frente si se quiere mejorar. No vale revolver el agua intentando oscurecerla.
    Me han parecido muy acertadas las aclaraciones y puntualizaciones que ha hecho a algunas críticas vertidas en este foro y que observo que no han querido entrar en el fondo de la cuestión. No comparto en absoluto esa “respuesta defensiva y fácil” (puramente reactiva) que intenta dar a entender de que nadie que esté “fuera del aula” carece de profundidad, perspectiva y legitimidad para analizar, cuestionar y exigir. Faltaría más. Los ejemplos que ha puesto son muy adecuados y clarificadores.
    No son extraños los ejemplos reales de docentes que “estando en el aula” se encuentran muy, muy lejos de ella, de su alumnado y sus familias. Una triste paradoja. No es generalizable, pero sí frecuente y real. No se debe confundir que estar “a pie de realidad dentro del aula” es sinónimo de estar en posesión de la “objetividad y verdad absoluta”.
    A veces, el estar a ras de esa realidad, sin más, sin análisis, sin distanciamiento crítico…, cuando ese “estar en el aula” se ve fosilizado por las rutinas, los mitos y los estereotipos de todo tipo, y, sobre todo, cuando no se ve sometido a un ejercicio ético, personal y colegiado de reflexión, de evaluación y metaevaluación… el rigor y la objetividad se extinguen y desaparecen. Y con ellos desaparecen también la equidad, la justicia y el sentido de la tarea de enseñar.
    Al final, los más débiles y vulnerables terminan pagando.
    Gracias de todo corazón profesor Miguel Ángel Santos Guerra.

    • Estimado Calixto:
      Es cierto lo que dices.
      – Muchas veces se descalifica a quien no está dentro de las aulas como si ese hecho supusiere que nada se puede decir de forma cierta sobre lo que pasa dentro.
      Pero dices otra cosa complementaria en la que se insiste menos:
      – No por el hecho de estar dentro del aula se habla siempre con objetividad y con ética
      Gracias por tu interesante comentario.
      Un abrazo.
      MÁS

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