Durante los cursos 1972/1973 y 1973/1974 tuve la oportunidad (sería mejor decir la suerte) de ser profesor de filosofía en el Instituto de Enseñanza Secundaria de la maravillosa ciudad gallega de Tuy (ahora Tui) en la provincia de Pontevedra. Experiencia apasionante para mí con aquellos chicos y chicas que se asomaban a la vida, que rompían algunos moldes didácticos y recibían como un desafío la invitación a pensar. Situábamos las mesas en círculo, levantábamos la mano para intervenir, discutíamos sobre lo divino y lo humano y nos hacíamos preguntas sin cesar.
En las postrimerías del franquismo recibía yo algunas reconvenciones de un veterano comisario de policía que me pedía explicaciones acerca de mi crítica en clase sobre los entonces vigentes sindicatos verticales.
– ¿Qué es lo que se dice en su libro de texto?, me preguntó el comisario.
– Dice, señor comisario, que los sindicatos verticales son excelentes, pero mi obligación es que critiquen el libro, no que repitan lo que dice.
Les aconsejaba que se hicieran preguntan. Hacíamos cadenas interminables de preguntas. Un buen día se presentó la madre de uno de mis alumnos al Instituto para preguntarme si yo les había mandado cortar los botones de la bocamanga de las chaquetas. Me quedé de una pieza.
– No. ¿Por qué me dice eso?
– Porque el chico los ha cortado y dice que se lo ha mandado hacer el profesor de filosofía.
Pronto caí en la cuenta. Yo les insistía en que se preguntasen el por qué de las cosas. Se conoce que aquel joven de estricta lógica pensó que aquellos botones no cumplían allí función alguna (como la que cumplen los botones que, en la parte delantera, permitían abrochar la chaqueta) y cortó por lo sano.
Aquellas clases me depararon años después una enorme satisfacción. Una de aquellas alumnas, entonces una ensimismada adolescente, se convirtió en una estupenda filósofa, apasionada profesora de filosofía y feminista comprometida. Gracias a la vida, que me ha dado tanto
Había concluido yo aquel año una diplomatura en Cinematografía por la Universidad de Valladolid, obsesionado como estaba por la influencia de los medios de comunicación en el sentir, el pensar y el obrar de las personas. Sin formación, pensaba entonces y sigo pensando, seremos presa fácil de los engaños de la imagen, no sabremos distinguir la calidad de la bazofia y nunca podremos expresarnos en códigos que desconocemos. Si somos analfabetos en un lenguaje nos podrán engañar fácilmente. Son muy pocos los creadores de mensajes y somos legión quienes los consumimos. Pensaba también que en un mundo de imágenes las instituciones educativas no podían seguir siendo un islote de palabras. ¿Quién enseña a ver televisión y a ver cine? El currículum (después de tantos años) todavía se muestra indiferente a esta importante pretensión. Pensé que sería bueno hacer una experiencia de formación cinematográfica. Y fundé un Cine Club Juvenil.
Se apuntaron prácticamente todos los alumnos y alumnas del Instituto. Así que todos los viernes por la tarde, al terminar las clases, acudíamos en tropel al cine Yut para ver la película elegida. Ellos mismos la presentaban y, al finalizar la proyección, opinaban sobre los contenidos y las técnicas. Era estupendo ver cómo conocían directores y estilos, planificaciones, angulaciones y movimientos de cámara. Era estupendo ver cómo prestaban atención a los rótulos de crédito. Y cómo opinaban sobre las tesis de cada obra.
Para mí era muy hermoso ver a todos aquellos jóvenes atendiendo silenciosos a la proyección mejor que muchos adultos preparando sus intervenciones y escuchando a quienes expresaban su opinión, aunque no la compartieran.
También aquí me encontraba con los increíbles resortes de la censura. Sonaba el teléfono:
– ¿Es cierto que se va proyectar en el Cine Club la película “Dulce pájaro de juventud”?
– Completamente cierto. Es una interesante película de Richard Broo
ks.
– ¿Sabe usted que esa película tiene una calificación de 4R: gravemente peligrosa?
– Lo sé. Pero se va a proyectar.
Ahora nos parece increíble, pero era así. La hipócrita censura consideraba a todo el mundo medio imbécil, medio pervertido.
¿Por qué traigo todo esto a colación? Porque el próximo miércoles se va a refundar aquel Cine Club estudiantil bajo el lema “O cine que nos mira”. Algunos de aquellos noveles cineclubistas lo van a dirigir hoy con pretensiones educativas de mayor calado que aquellas iniciales que le dieron vida. De hecho, las proyecciones que se harán mensualmente en el Teatro Municipal de Tui, llegarán de forma simultánea a nueve núcleos rurales. Habrá proyecciones para niños y también para adultos. El Cine Forum pretende ser un espacio abierto para nuevos directores y guionistas. Un Comité ciudadano será responsable de la organización y de las proyecciones, todo ello de forma gratuita.
Se proyectará en la apertura la película “Retornos” del director gallego Luis Avilés y el guionista cubano Alejandro Hernández. Por lo que me han contado, la mejor película en lengua gallega que se ha filmado hasta la fecha. Me lo creo.
Esta historia me lleva a pensar en las beneficiosas e interminables repercusiones de la educación. ¿Cómo podría pensar yo entonces que casi cuarenta años después aquellos espectadores y espectadoras se iban a convertir a lo largo del tiempo en magníficos e inquietos educadores de otros jóvenes? ¿Cómo iba yo a pensar entonces que pasados los años aquella pequeña semilla iba a convertirse en un árbol tan hermoso? Las sementeras de la educación acarrean cosechas seguras, aunque no sabemos cuándo se van a poder concretar. No hay actividad más hermosa y fecunda que la educación.
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Señor Miguel Ángel, precioso y fecundo texto nos ha regalado usted hoy. Leerlo es como contemplar una hermosa película en un acogedor cine. Y, permítame una confesión, me gustan los cines (el cine) porque en ellos los sueños se hacen realidad. Muchas veces me entristece tener que salir por la puerta una vez terminada la película. Le agradezco la iniciativa de fundar a aquel cine club en los años 70.
Por lo demás, tiene usted razón, no hay actividad más hermosa y fecunda que la (buena) educación. Pero me pregunto si en la tribu hay muchos educadores como usted. Porque también parece cierto que, es difícil educar (bien) y, que la educación es un arma de doble filo que pocas personas manejan con destreza. Pues, ya ve usted como está el mundo. Pero, seguiremos intentando mejorarlo, señor Miguel Ángel.
Un saludo, y muchas gracias.
Estoy de acuerdo con la tesis de que hace falta educar para la imagen. Muchas manipulaciones nacen de la ignorancia y de la ingenuidad de los espectadores. Todavía nos hace falta recorrer mucho camino. Ya veo que su preocupación viene de lejos.
De película.
Miguel Ángel, me has hecho recordar que en mis años mozos, allá por el 74, en una escuela hogar, donde trabajaba como maestro de ocio, me dio la voluntad de impartir a los alumnos y alumnas de 2ª Etapa de la extinta EGB un curso de cinematografía.
Esta iniciativa la emprendí, ya que llevaba unos cuantos años siendo socio del Cineclub de Málaga, que montaba sus proyecciones, en la antigua casa de la Cultura, encima de las ruinas del Teatro Romano (significativa dimensión). También me motivó y ayudó que en TVE iniciaron un ciclo de buenas películas, una vez a la semana . No teníamos otro medio. Para todos fue enriquecedor. Hasta tuve la suerte de que cuando nos tocó hablar del comienzo del sonoro, nos pusieron en la tele la proyección de una película, cuyo tema era el de una actriz que estaba contrariada con el nacimiento del sonoro que truncaba su vida profesional. “El crepúsculo de los dioses” de Wilder.
El cine es una joya, pero tiene engarzadas verdaderas perlas, que deben volver a exponerse para que el pueblo vea los brillos y nuevas viejas luces que nos iluminen y que a nadie ni ciegan ni deslumbran, sino que a todos y todas nos conceden claridad.
Estoy completamente de acuerdo en que a través del cine y d ela televisión recibimos muchas influencias. Sería necesaria una formación adecuada para saber defenderse de las manipulaciones y disfrutar de los mensajes que estén servidos a través de un lenguaje audiovisual de calidad.
He pensado que no debemos olvidar algunas cosas que hemos hecho en nuestra vida profesional. Siempre se puede ayudar a alguien (aunque ese alguien sea la administración educativa) por el módico precio del esfuerzo y tiempo incondicional.
Puedo recordar que cuando volví a dar Lengua y Literatura en un colegio, al que accedí por Concurso General de Traslados, conseguí del Jefe de Estudios que me permitiera dar dos clases seguidas de Lengua una vez a la semana. Así daba tres clases de una hora y una de dos horas cada semana. Las sesiones de dos horas las dedicábamos a trabajos en grupo, a coloquios y a cineforum. Pudimos ver y comentar películas como “El maquinista de la General”, “Ciudadano Kane”, “La escapada”, “Divinas palabras”, “Fahrenheit 451”, “Tiempos modernos”… Ni que decir tiene que en los controles había que escribir sobre estas actividades que desarrollábamos en clase, además de los contenidos que el libro de texto nos facilitaba. No nos bastaba con que respondieran con contestaciones estereotipadas y memorísticas. Así fue desde el 91 al 95. Después di con mis huesos en el Primer Ciclo de Primaria, cuando la reconversión laboral educativa, y ya sólo veíamos cuentos de pocos minutos (nada de Disney) para trabajar la escritura y las viñetas con sus globitos (de conversación y pensamientos) y sus relatos.
Hoy es más difícil realizar estas actividades, ya que está expresamente definido que no se pueden tener dos horas seguidas de ninguna asignatura.
O tempora! O mores! (Cicerón).
Diciembre de 2010. En una reciente defensa de tesis doctoral, a la que fui invitado por Miguel Ángel Santos como miembro del tribunal, el doctorando seleccionó una frase de su director en la que decía: “La educación para la imagen es urgente y necesaria. No solamente para evitar sus evidentes peligros, sino para extraer las grandes posibilidades educativas del mensaje visual. Necesidad que se hace patente desde los primeros años”.
Entre otras cuestiones, le pregunté al doctorando en qué año decía eso su director. Claro, yo lo sabía; pero quería que él lo expresara. Año: ¡1984! Os suena el dichoso año. Bueno, pues yo no voy por ahí, sino porque habían transcurrido, nada más y nada menos, que 26 años desde que Miguel Ángel escribiera eso en un libro resultado de su propia tesis.
Como él es un optimista empedernido, algo así como un Schopenhauer pero al revés (por eso del “mundo como voluntad”), nos trae de nuevo el tema de la imagen, a través del cine. Los que llevamos la tira de tiempo dedicados a la alfabetización visual no hemos tirado la toalla, pero creo que esto tiene difícil solución: el profesorado se forma en la lectura y en la palabra hablada o escrita, pero que no le vengan con gaitas de la imagen, que eso y la publicidad solo sirven para manipular.
Año 2075. Universidad de Málaga. Una doctoranda que investiga en el cine y su influencia en los adolescentes, realiza una cita al comienzo de sus tesis, recordando a ese gran profesor que pisó sus aulas. Muy segura en sí misma, se dirige a los miembros del tribunal y les lee con toda convicción: Estoy de acuerdo con lo que apuntaba Miguel Ángel Santos en el sentido de que “la educación para la imagen es urgente y necesaria. No solamente para evitar…”.
Verás, Miguel Ángel, te vas a sorprender…
Yo era uno de aquellos jóvenes que asistíamos a tu cineclub. Te diré que la semilla de la afición al séptimo arte prendió en mí en aquel momento: ¡Cómo se notaba tu entusiasmo ante la reciente diplomatura en Cine en Valladolid! Hasta organizaste un curso de cine para nosotros (aún conservo el cuaderno con tus apuntes con cariño). En una ocasión que pasamos a verte, recuerdo tu cuarto, empapelado, con poster de películas (una de ellas de la pélícula Patton con el general portando unos prismáticos, sirvió para ilustrar la protada de nuestra revista: “Enfoque”). Recuerdo el título de algunas películas que me impresionaron: Oliver Twis, de Carol Reed fue una de ellas ¿Quieres creer que aún conservo algunos “apuntes a vuelapluma” sobre Truffaut, la “Nueva Ola”…encontrar tu firma y fecha en moviembre de 1973 ¡casi cuarenta años después! sorprende y gratifica.
Después de mi fascinación por el cinexin (con creación sobre papel cebolla de alguna película propia inclusive), tus lecciones sobre encuadres, trucos, géneros, guiones fueron el descubrimiento más asombroso sobre este arte. Un año antes, en el campamento de Navalguijo, rodamos un westenr amateur “El árbol del ahorcado”. Sonrío al recordar aquellos aldeanos abulenses, con sus caballos de tiro en plena sierra de Gredos haciendo de rudos vaqueros y la tropa infanatil de chicos del campamento armados de arcos rudimentarios hechos con ramas de roble por nosotros mismos y cayendo heridos de muerte en la poza donde nos bañábamos…
Como Tim Burton en Frankenweenie y como Spilbergs en su infancia jubábamos a ser directores y crear nuestra propia película.
Años más tarde seguí frecuentando cineclubs: Salamanca, Burgos, Madrid… Un seminario en una ciudad, un curso en la U. Popular de Parla… La llama, el gusanillo del séptimo arte seguía encendido.
Hace unos años, siendo maestro (logopeda), trabajé con niños autistas (TGD). Para estimular su interés y canalizarlo en la comunicación preparé con su colaboración una película de dibujos animados (usé un antiguo programa llamado Tales Animator). Fue toda una superprodución (a escala). Cuarenta y cinco minutos de animación, con guín díalogos, decorados, etc… Mis alumnos (y todo su cole) disfrutaron con ella.Y yo como director me sentí completamente realizado.
Actualmente no veo tanto cine. Cansados del trabajo, al llegar a casa, las series más intrascendentes han ocupado la pantalla del telvisor. Vivimos en sociedad y hay que compartir incluso los espectáculos. Las series que contemplo no me entusiasman en absoluto. Así que me entretengo jugando a adivinar el siguiente plano, el segundo exacto del fin, la continuación de una conversación, la solución de la trama, un fallo de racord… Cualquier cosas menos la pasividad.
Pese al actual impasse brilla tenuemente el stand by.La próxima producción puede materializarse en cualquier momento.
THE END
Querido Jesús:
Ha sido muy emocionante para mí conocer tu afición nacida en aquellas experiencias ya tan lejanas.
No sabes cuánto celebro saber que aquellas ilusiones pedagógicas se han hecho realidad en personas inquietss y comprometidas con la educación.
La pequeña semilla se ha hecho en ti un hermoso árbol que a su ves, por lo que veo, está convirtiéndose en una nueva sementera.Es el interminable ciclo de la educación…
Gracias, querido amig, por tu comentario.
Gracias por compartir tus preciosas experiencias.
Gracias por tus generosas palabras.
Un abrazo
MA Santos Guerra
De regreso después de unas vacaciones vuelvo a acercarme a este espacio reflexivo y emotivo. La educación puede celebrar esos vínculos sólidos y perdurables, ya que todo proyecto que se encamine con ahínco y convicción de alguna manera siempre vuelve en algún momento con algún alumno/a, con algún gesto , … produciendo una felicidad y un regocijo en el alma que sólo esta profesión puede lograrlo.
Un abrazo y hasta pronto.
En pocas palabras, HERMOSO.
Gracias por compartir con nosotros.
Un saludo.
Es lindo saber que la semilla que sembramos florece aunque nuestros ojos no lo puedan ver.
ÁNIMOOOOOOOOOOO y a seguir EDUCANDO.
Gracias por tu respuesta. Aprecio el esfuerzo. Me gratifica tu consideración.
Jesús.
Hay quien piense que para ver cine hace falta solamente abrir los ojos. Pero no. Hay que saber interpretar lo que se dice y luego saber opinar sobre ello. En las dos fases hay problemas. No se sabe captar el mensaje y, por otra parte, no se es capaz de criticar con argumentos lo que nos han querido decir. Para eso hace falta educación para la imagen. Feliz iniciativa la que nos cuenta el autor. Por lo que veo ha tenido sus frutos.
Soy una apasionada del cine. Hay una responsabilidad de los espectadores en el cine y la televisión que se hace. ¿Por qué existió la Nueva Ola en Francia? POrque estaban allí Truffaut, Rommer, Chabrol… Pero porque había gente que veía sus películas. Si la que más se ve aquí es “No desearás al vecino del 5º”, después harán otras con los vecinos del 6º, 7º, 8º, 9º… Saber ver cine es importante. Para ello hay que aprender. No es un don innato.
Ya tiene años la inquietud de Santos Guerra, pero creo que todavía tiene plena actualidad, así como su libro Imagen y educación (que leí en el 85) donde explica la necesidad de educación para la imagen. Avanzamos, pero muy lentamente. Habría que acelerar.
Hola Miguel Angel,
he entrado en tu blog y he leído algunas cosa, por supuesto el artículo de la azafata el primero. Me gusta tu forma de escribir. No es fácil encontrar una pluma ligera, hábil y con un punto de humor crítico, aunque respetuoso; ácido, aunque realista y, sobre todo, constructivo. Como he vuelto hoy de viaje no estoy muy concentrada, pero leeré más y haré comentarios.
Begoña,
desde el aire (Bogotá, febrero 2011)
¡¡Enhorabuena,Miguel Ángel¡¡
Comparto tu alegría con esta noticia.
Me gustaría mucho que dentro de poco se pudiera leer otra noticia parecida :La sociedad -y por tanto en sus instituciones edcuactivas- se ha dado cuenta que tiene que dedicar más recursos a una educación emocional donde no debe faltar la educación en medios audiovisuales.
Un saludo cordial
P.D.Gracias a Aureliano por la mención a la cita de Miguel Ángel “La educación para la imagen es urgente y necesaria. No solamente para evitar sus evidentes peligros, sino para extraer las grandes posibilidades educativas del mensaje visual. Necesidad que se hace patente desde los primeros años”,realizado por el doctorando en una tesis en el día de la loteria.Espero que nos toque la loteria a todos en el sentido que no se cumpla la profecia realizada para el año 2075.