La fertilidad del error

29 Ene
A veces se olvida la importancia del error en el aprendizaje.
A veces se olvida la importancia del error en el aprendizaje.

Aprender es arriesgarse a errar. El que nunca se equivoca es el que no hace nada. Lo decía lapidariamente Théodore de Banville: “Los que no hacen nada nunca yerran”. No hay mayor equivocación que pretender evitar cualquier equivocación. El temor a equivocarse puede resultar paralizante. Si quienes estudian un nuevo idioma sólo repiten las estructuras sintácticas que ya dominan, no aprenderán nada nuevo. Los que se arriesgan a utilizar nuevas estructuras, es probable que se equivoquen. Esa equivocación es una señal de progreso. Quien aprende a conducir, meterá alguna vez mal las marchas, pero podrá aprovechar ese error para hacerlo luego bien.

Hace ya más de cincuenta años decía Gaston Bachelard que “se conoce en contra de un conocimiento, destruyendo conocimientos mal hechos, superando lo que en la mente hace de obstáculo”. Viene a decir que no hay verdad sin error rectificado.

Leí hace tiempo un pequeño libro de Jean Pierre Astolfi titulado “El error, un medio para enseñar”. Dice el autor que si analizamos el error podemos comprender qué obstáculos existen para el aprendizaje. Por eso, el profesor puede decir a los alumnos: “Vuestros errores me interesan”. El error es un indicador de procesos. Los errores no son fallos condenables sino ocasiones para identificar los obstáculos.

Voy a poner un ejemplo, entre los miles que se producen cada día en las aulas. A un niño le pregunta el profesor:

– ¿Por qué fueron expulsados los judíos de la península?
El niño contesta:
– Porque no quisieron dejarse hacer fotos.
El profesor, sorprendido, requiere una explicación arrugando el entrecejo:
– Lo dice mi libro, asegura el niño con tranquilidad y con aplomo.
– ¿Qué es lo que dice tu libro? No puede ser. Lee de nuevo con atención. Lee despacio.
El niño lee: “Los judíos fueron expulsados de España porque no quisieron (titubea, titubea) retractarse”.

El profesor descubre a través del error que el niño confunde dos conceptos muy distintos: retratarse y retractarse. Puede explicar sus diferencias. Puede hacer referencia a la aparición de la técnica fotográfica y situar ambos hechos en su justa cronología. Puede ayudarle a leer con atención.

Hay que explorar en el contenido del error, en su naturaleza. No basta detectarlo. Si un niño se equivoca en una suma y no sabemos si la equivocación obedece a que no sabe distinguir unidades, decenas y centenas, a que lo sabe pero desconoce el mecanismo de “llevarse”, si sabe ambas cosas pero se equivoca en la suma…, no podremos encauzar debidamente la enseñanza.

Es preciso ponerse de acuerdo en lo que vamos a considerar un error, descubrirlo y analizarlo con precisión. Y luego ver cómo y por qué se produce. Finalmente, hay que aprender del error.

A un alumno le preguntan cuáles son los fines de la misa. Con el mayor aplomo contesta:

– Podéis ir en paz. Demos gracias a Dios.

¿No tiene el niño algo de razón? En el error hay, a veces, partes de verdad. De otra verdad. Resulta pernicioso el culto a la respuesta única, que es la que tiene en la cabeza aquel que pregunta. Sobre todo, cuando posee el conocimiento hegemónico y cuando tiene el poder de evaluar, el poder de sancionar

No es suficiente cometer un error para se produzca el aprendizaje. No, si no se reconoce, si no se sabe por qué se produce y cómo se puede corregir. Hay quien se obstina en los errores cometidos, quien no los reconoce. En ese caso, será difícil aprender del error. Eso le sucede a quien se considera en posesión de la verdad, a quien piensa que hay verdades indiscutibles, a quien cree que los errores sólo están en la mente y en el comportamiento de los demás.

Umberto Eco habla de la fertilidad del error, de las posibilidades educativas de las equivocaciones y de los fallos. Las famosas y abundantes antologías del disparate de los alumnos (sólo conozco una referida al profesorado y titulada “Voy a pasar lista cronológicamente”) permiten descubrir algunos problemas del aprendizaje. Reflexionar sobre ellos es un instrumento para la enseñanza y para el aprendizaje de los profesores.

La teoría que planteo vale para la enseñanza y vale también para la vida. Suelo decir que es magnífico el arte de convertir dos signos menos en un signo más. Algunos dominan, lamentablemente, el arte contrario. De un signo más (algo bueno que les sucede), producen dos motivos de desaliento.

Lo pernicioso del error no es haberlo cometido sino obstinarse en él, aferrarse a él como si la rectificación fuese humillante. Lo pernicioso del error es despreciarse por haberlo cometido. Hay quien no se perdona haber incurrido en un error. Es inadmisible para su autoestima. Esa es la gran equivocación.

Los errores propician, si somos inteligentes, dos tipos de beneficios: el primero, al que he hecho referencia, es que podemos aprender. El segundo, es que nos hace personas humildes. Nos equivocamos, somos falibles.

José Luis Pinillos, a quien muchos conocerán por sus escritos, me decía un buen día tomando café en un bar de la Complutense:

– El día que me convencí, de verdad-de verdad, de que no era Dios, se me solucionaron muchos problemas. Porque cuando creía que lo era, no me permitía tener fallos, no aceptaba cometer errores, no soportaba ningún rechazo…

Me han invitado a participar en un Congreso médico (se celebrará en marzo en la ciudad de Marbella) que se va a dedicar a analizar los desastres de la medicina, los errores que cometen los profesionales de la salud. Para ver cómo se puede aprender de ellos: Me parece una hermosa y fecunda idea. Creo que bien podríamos utilizarla en educación. ¿Por qué fracasó aquel programa que parecía tan bien concebido? ¿Por qué fue tan desastroso un determinado proyecto? ¿Qué hizo inútil aquella Reforma?

Detectar los errores, analizarlos, reconocerlos, asumirlos y tratar de aprender de ellos es un camino excelente para la mejora de las personas, de los profesionales, de las instituciones y de la sociedad.

14 respuestas a «La fertilidad del error»

  1. A principio de los ochenta, en una clase de Educación Infantil, como bien se dice ahora, hacíamos un juego que consistía en contar las veces que nos sentábamos en distintos sitios. Nos poníamos todos sentados en corro y como sólo había diez cojines (cubos geométricos, que en otras clases estaban guardados en los altillos de los armarios empotrados), los demás se sentaban en sillas de la clase. Nos encantaba ir pasando de silla en silla, porque después podíamos hacerlo de cubo en cubo. Así íbamos contando: “1, 2, 3…” Un día un niño calculó mal (quieras que no estábamos calculando) y se sentó entre dos cojines. Entonces el maestro dijo: “Un fallo. Vamos a contar también los fallos”. Fue una de las clases más divertidas y además aprendimos que con los fallos se puede aprender.
    Dedicado a ti, Miguel Ángel y a todos los maestros y maestras de Educación Infantil.

  2. El ensayo y el error está ligado a un tipo de enseñanza constructivista o cognitivista, porque interesa tanto o más los procesos que los resultados.

    La enseñanza sin error la ligamos a las teorías conductistas, donde lo que realmente interesa es el resultado y no tanto el proceso cognitivo seguido para llegar al mismo.

    En ambos tipos de enseñanza habrá que convenir que se producen procesos, aunque en uno de ellos no se valore, o mejor dicho, se entienda que todos los individuos siguen un mismo proceso para llegar a un mismo resultado.

    Uniformidad en la forma de llegar a un resultado nos induce a creer que sólo hay una forma de pensar.

    Uniformidad en la forma de pensar nos lleva a que no cabe otra alternativa, de lo contrario se cae en un error.

    Quien no falla, se considera en posesión de la verdad.

    Quien cree poseer la verdad absoluta, no deja de ser un manipulador.

    Que no nos manipulen, que nos dejen errar, que nos dejen pesar.

  3. Señor Santos, todo lo que usted dice es evidente, ahora bien, ¿Cómo a estas alturas de la historia, no tenemos de sobra asumido, aprendido y practicado esas ideas sobre las ‘ventajas’ del error (inevitable)? Cometeríamos menos errores, ¿No?

    Por cierto, he aprendido a aceptar mis fallos y ya no me torturo (tanto) al cometerlos, pero, cada vez que cometo un error, me digo “era tan fácil hacerlo bien, era tan fácil evitarlo”. Me temo que tengo mucho que aprender, y este artículo, sin duda me ha ayudado.
    Un saludo.

  4. Pingback: Tweets that mention La fertilidad del error | El Adarve -- Topsy.com

  5. Estimado Miguel Angel permíteme una recomendación: El delirio, un error necesario. De Carlos Castilla del Pino. Ah, y lo de Pinillos no por obvio es menos cierto y además, recomendable recordárselo uno mismo de tanto en tanto.

  6. Todos cometemos errores. Ante ellos se puede reaccionar de muchas maneras. UNa es la de despreciarsse, desalentarse y machacarse con desprecio y desaliento. La otra es aprender de ellos, estimularse para no repetirlos y admitir con humildad que somos falibles.

  7. Me encantan estas frases: “Los errores propician, si somos inteligentes, dos tipos de beneficios:
    el primero, al que he hecho referencia, es que podemos aprender.
    El segundo, es que nos hace personas humildes. Nos equivocamos, somos falibles.

    ME GUSTARÍA SABER cuando estará usted en ese Congreso en Marbella.
    Un saludo.

  8. Particularmente yo siempre he recordado una frase de mi profesor de Física y Química; me encantaban sus clases porque siempre nos contaba anécdotas o nuevos descubrimientos que las hacían mucho más amenas e interesantes.

    Surge cuando le preguntaron a Thomas Edison el por qué seguía intentando hacer funcionar una bombilla si ya había fracasado 2000 veces; Thomas Edison respondió: “No he fracasado 2000 veces, simplemente he descubierto 2000 nuevas formas en las que una bombilla no funciona”
    Resume en unas pocas palabras la dedicación y motivación en una idea, su empeño y optimismo en conseguir algo tremendamente complicado pero factible.
    Es una frase que me levanta el ánimo y me empuja a seguir intentándolo aún cuando las cosas se ponen difíciles y parece que no ves el final del túnel.

    Enhorabuena por el Blog, un saludo!
    Laura

  9. ¿Quién no comete errores? El problema es que los solemos atribuir a otros agentes o al azar. Es decir, que no los asumimos. Y por eso no podemos aprender de ellos para evitarlos.
    ¿Cómo es posible que una persona repita con tanta asiduidad el mismo error? Pues porque no lo considera tal o porque piensa que la causa está fuera de él?
    Qué buen profesor es el error.
    Un saludo a todos los lectores y lectoras del blog.

  10. Me ha gustado el artículo. Y, por cierto, esa idea de los médicos de hacer un Congreso sobre los errores me parece un acierto. Ojalá se extienda la costumbre.

  11. Nos equivocamos. Hasta se dice, cuando alguien falla, que es de humanos equivocarse. La expresión latina creo que es “errare humanum est”. ¿Por qué no admitirlo? Me gustaría que la clase política pidiese algún vdz perdón por los errores. Y el papa que ahora dice que el limbo no existe. ¿Cómo es que se equivocaron los papas anteriores si tienen infalibilidad? ¡Qué horror considerar a alguien infalible!

  12. Toda esta teoría está muy bien, todo lo que se dice es cierto y todos sabemos que sí, errar es de humanos, todos lo hacemos y hay dos caminos: aprender de ellos o perder autoestima. Bien, mi pregunta es… ¿qué pasa con aquellas personas a las que involuntariamente la autoestima les puede? es decir, ¿cómo se ayuda a personas que sufren antes de comerter un error (por miedo a cometerlo), cuando cometen un error (por que se convierten en el centro de atención de miles de ojos acechantes) y después de cometerlo (por que se sienten tan empequeñecidos que no volverán a atreverse a probar si yerran o no)??
    El problema lo tenemos localizado… ¿cuál es la solución para estas personas?
    No todo el mundo tiene la capacidad de aprender al primer golpe, y mientras tanto, el sufrimiento es tan grande…

  13. soy docente y cuando les doy una consigna a los niños me gusta observarlos como cada uno puede resolver y que bueno es que cada uno lo hace a su tiempo a su forma y luego cada uno expone y defiende su postura, pero lo que destaco de esto es que todos aprenden de los aciertos y aun mas de los errores. por eso me parece muy importante respetar los tiempos y la sabiduria de cada uno.

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