Los siempres de los jamases

6 Nov

Resulta apasionante reflexionar sobre las vivencias del tiempo y de la memoria que tenemos las personas.
Bergson hablaba del tiempo subjetivo y decía que no se derrite a la misma velocidad un azucarillo en un vaso de agua para quien tiene sed que para quien está saciado. No tienen la misma duración subjetiva los cinco minutos últimos de un partido para los seguidores del equipo que va ganando por la mínima que para los del equipo que va perdiendo. Para los primeros las manecillas parecen de plomo y para los segundos se diría que vuelan. El tiempo de reloj es exactamente el mismo para ambos, pero no lo es la vivencia que tienen del mismo. ¿Cuánto duran las vacaciones en comparación con el mismo tiempo de un trabajo monótono y aburrido?

¿Qué tiempo abarcamos psicológicamente cuando utilizamos la palabra jamás? En principio hablamos de toda la vida. Pero, en la realidad, no suele ser así. Cuando decimos jamás nos referimos habitualmente a “ahora mismo”. El tiempo es un metro de goma con el que medimos los estados de ánimo y la forma de pensar.

El estupendo libro “La elegancia del erizo”, de Muriel Barbery, termina con estas palabras:

“No tema, Renée, no me suicidaré y no le prenderé fuego a nada de nada.
Pues, por usted, a partir de ahora buscaré los siempres de los jamases.
La belleza de este mundo”.

Renée y Paloma (la pequeña que tenía como plan suicidarse y quemar la casa) tejen una historia hermosa que les permite descubrir la belleza de las pequeñas cosas y la magia de los placeres efímeros, de manera que inventarán un mundo mejor. Encuentran el camino de la felicidad gracias a la amistad, al amor y al arte.

Paloma, la niña de doce años, que goza de una inteligencia extraordinaria, trata de vencer la desesperanza y lo consigue a través de la amistad con la portera Renée.

¿Cómo se buscan los siempres de los jamases? Reflexionando, observando cómo la rotundidad del jamás se quiebra fácilmente en las volubles decisiones de la voluntad.

“Por qué el tiempo vuela cuando nos hacemos mayores” es el título de un interesante libro de Douwe Draaisma en el que el autor nos habla sobre el paso del tiempo y las características de la memoria que lo almacena. La memoria, dice, es como perro que se acuesta cuando quiere y donde quiere.

“En los relojes de arena, dice Draaisma, los granos se rozan tornándose cada vez más lisos. Hasta que finalmente pasan de un recipiente a otro casi sin fricción, puliendo cada vez más la apertura. Cuanto más viejo sea un reloj de arena., más rápidamente pasará la arena”.

Desapercibidamente, el reloj de arena mide horas cada vez más cortas. En esa imperfección cronométrica se esconde una metáfora: “Pues también al ser humano los años, al repetirse, se le pasan cada ves más raudos, volando, hasta que finalmente se rompe la medida; también el ser humano se vuelve cada vez más permeable a las imperfecciones”.

Estamos amasados por el tiempo que vivimos. Estamos hechos de fragmentos de tiempo. Y en el lenguaje, de manera constante, hacemos referencia al mismo: mañana, dentro de un momento, antesdeayer, hace un año, en las próximas vacaciones, cuando llegue el fin de semana…

Cuando decimos jamás queremos expresar que nunca vamos a pensar, a decir o a hacer algo pero, muchas veces, no acaba siendo así. Y volvemos a pensar, a decir y a hacer aquello que en aquel momento tanto nos ofendía.

– Jamás volveré a dirigirte la palabra, decimos con énfasis; pero, a las pocas horas, volvemos a hacerlo.
– Jamás volveré a pensar en esa triste historia, afirmamos, pero pronto non invadirá de nuevo el recuerdo.
– Jamás me volveré a enamorar, le decimos a un amigo después de un doloroso desengaño pero, al cabo de un tiempo, nos olvidamos de aquella promesa que pretendía ser eterna.
– Jamás volveré a decir una mentira, le dice el hijo a su padre con plena convicción, sin caer en la cuenta de que pronto volverá a repetir el engaño.
– Jamás te abandonaré, dice el marido a la mujer el día de la boda, sin tener en cuenta que el divorcio está ya asomando su cabeza en la relación.
– Jamás volveré a fumar, dice el empedernido fumador, sin caer en la cuenta de la dificultad de hacer efectivo su aserto.
– Padre, jamás volveré a pecar, dice el penitente que se confiesa cada semana.

Hay “jamases” prospectivos como los que he puesto de ejemplo. Y otros que tienen carácter retrospectivo:

– Jamás he dicho tal cosa ni nada parecido, dice quien reveló un secreto hace pocas horas.
– Jamás pensé así, afirma quien se ha pasado media vida defendiendo esa tesis.
– Jamás se me ha ocurrido una idea semejante, dice enfáticamente quien desea mostrarse alejado de una determinada idea.
– Jamás se me ha ocurrido una tontería de ese calibre, dice quien de vez en cuando tiene la tentación de llevarla a cabo.
– Jamás he visto a un personaje tan pintoresco como éste, dice quien está habituado a ver individuos raros.

Por si el jamás no fuese suficientemente contundente añadimos para reforzar nuestra posición: jamás de los jamases.

De ahí el aforismo español que dice: Nunca digas de este agua no beberé o este cura no es mi padre, que viene a decir que el concepto de jamás es quebradizo.

La rotundidad de la palabra jamás, se quiebra en los enrevesados vericuetos de la vida. El niño le desmonta la lección al papá con una endiablada pregunta:

– A tu edad, yo no decía mentiras, le dice el padre al hijo proponiéndose como un perfecto y perpetuo ejemplo de vida.
Y el hijo replica:
– ¿A qué edad empezaste entonces, papá?

Es probable que el papá le asegurase al niño que jamás había dicho una mentira. ¿Jamás? En los jamases y, sobre todo, en los jamases de los jamases, suele esconderse un siempre o un casi siempre.

16 respuestas a «Los siempres de los jamases»

  1. Demasiadas veces suelo cumplir las jamases, y, no recomiendo su práctica. Creo que el orgullo no es buen consejero. Un saludo y gracias, señor Miguel Ángel.

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  3. Mi admirado y querido Maestro:
    Tan solo una palabra que puede significarlo todo o perder totalmente su significado. Tan mal usada a menudo…por los inconscientes que piensan que nunca harán tal cosa o que siempre harán muchas otras…Dejémoslo en que simplemente fluya el ritmo ¿no?, ¿Por qué condenarse con un jamás o un “siempre”? para que luego nuestros propios hechos sean nuestros verdugos, de verdades que se lanzan sin saber que pasará mañana…
    Paradójicamente odio decir “jamás”…y he aprendido que siempre, no tiene el significado de permanencia que tantos años creí…es más, creo que para mí, perdió todo su sentido. A veces, no hace falta decir dichas palabras, ya que, serán nuestros hechos, los que le den el verdadero sentido, si fuimos capaces de cumplir un “hasta siempre y para siempre” o un “jamás”. Sinceramente, no consigo discernir donde se cruzan, no encuentro el punto de inflexión de cuando se tornan para convertirse en lo mismo… Ni siquiera comprendo su definición…supongo que son tan abstractos, por ser conceptos hijos del tiempo…ese que todo lo puede…ese que inalterable, nunca puede controlarse. Debemos de comenzar a dejar a un lado las apariencias y dedicarnos a la vida a luchar por los que no tienen voz, por los que nadie escucha, por los que sin distraer mucho de nuestro trabajo cotidiano podemos y debemos ser conscientes que la belleza se lleva dentro y que las buenas obras no se presumen ni tienen marca ni se compran en tiendas exclusivas.
    No pido mucho, solo de cuidarnos cuando hablamos y erradicar el “jamás”, el “nunca” y el “siempre”.
    Si bien sabemos diferenciar la realidad de nuestros deseos, son los sueños los que hacen nuestra realidad, doy por seguro que todos tenemos sueños, y si vemos a alguien sin ganas de seguir, o vemos tanta maldad en las personas, eso no significa que no existan sino que a largo de la vida han ido abandonando sus sueños de alguno u otra forma. Es por esto que como buena soñadora, debemos estar pendientes de ellos para de esta forma mantener nuestros pies sobre la tierra y no atarnos a palabras que nadie sabe si podremos o no cumplirlas.
    La reflexión de hoy me recuerda a un gran autor argentino y con esto concluyo…
    Entre siempre y jamás

    Entre siempre y jamás
    el rumbo el mundo oscilan
    y ya que amor y odio
    nos vuelven categóricos
    pongamos etiquetas
    de rutina y tanteo

    jamás volveré a verte
    unidos para siempre
    no morirán jamás
    siempre y cuando me admitan
    jamás de los jamases
    (y hasta la fe dialéctica
    de) por siempre jamás
    etcétera etcétera

    de acuerdo
    pero en tanto
    que un siempre abre un futuro
    y un jamás se hace un abismo
    mi siempre puede ser
    jamás de otros tantos

    siempre es una meseta
    con borde con final
    jamás es una oscura
    caverna de imposibles
    y sin embargo a veces
    nos ayuda un indicio

    que cada siempre lleva
    su hueso de jamás
    que los jamases tienen
    arrebatos de siempres

    así
    incansablemente
    insobornablemente
    entre siempre y jamás
    fluye la vida insomne
    pasan los grandes ojos
    abiertos de la vida.( Mario Benedetti)

    Con el cariño y mi admiración de siempre!!!

  4. Querido maestro:
    Me quedo pensando en tus palabras y recordando lo que me ha escrito mi hijo hace unos días desde España, donde me cuenta cuán tirano y peligroso es allí el tiempo sobre todo para los que más apuro tienen, dice que allí los relojes pueden convertir un día en tristes munutos…(de manera metafórica, le encanta jugar con las palabras) Y bueno, me parece que el SIEMPRE y el JAMÁS son simplemente eso: palabras con las que podemos jugar. Son demasiado largas, demasiado profundas, filosas, etéreas, insondables intangibles….para ser reales. Son hipérboles, exageraciones de los seres humanos, pero ¿a quién no le gusta jugar con las palabras?
    Cariños a todos.
    Como siempre me ha gustado el artículo de hoy.
    Un fuerte abrazo, Miguel Ángel desde mi amada Argentina, que camina a paso más lento que vuestra apurada España…cuentan…

  5. Es demasiado rotundo el jamás. Tantas veces roto por causas tan diferentes. “Jamás te olvidaré”. ¿Por qué tanta contundencia? La vida nos va enseñando a ser más cautos, más prudentes, más sensatos. El artículo invita a pensar en lo relativo de nuestros jamases.

  6. !SÍ! Claro que Mario Benedetti es uruguayo!!! Perdón por el error de su país de origen. Pero los argentinos lo sentimos como nuestro!!! Pero el error está!!! Gracias a A.F. por corregirlo. Gracias de verdad!!!

  7. ¿Cuánta gente promete amor “eterno”? Luego resulta que no fue tan eterno, ni tan largo. Pronto llegó el abandono, el desamor, la infedilidad. “Jamás te engañaré” resultó un juramento falaz. No hay que estar tan seguros.

  8. Cuando decimos “jamás”, en realidad, nos referimos al tioempo presente, al “ahora” en el que estamos. Ahora decimos que jamás, pero mañana no sabemos. ¿Cuántos cambios ehemos experimentado en la vida?

  9. Me gusta este artículo. Tiene que ver con el lenguaje pero, sobre todo, con las actitudes que mantenemos en la vida. He leído y me encantado LA ELEGANCIA DEL ERIZO. Es un buen ejemplo de los jamases que, afortunadamente, no se cumplen.

  10. Cuando interesa decir que somos inamovibles en nuestras convicciones, lo decimos. Y cuando interesa decir que evolucionamos y cambiamos, lo decimos. Lo cierto es aque el tiempo y las circunstancias van haciéndonos, imperceptiblemente a veces y otras de manera traumática, modificar posiciones que teníamos. ¿Qué es eso de jamás?

  11. Creo que llego tarde y a destiempo para comentar el artículo. Todos han incidido en lo mismo: que la posturas acaban siendo relativas, más allá de propósitos inamovibles. Somos humanos y por lo tanto, contradictorios. Un amigo mío, tras una mala experiencia en un matrimonio, dijo, al estilo de Escarlata O’hara en la película que jamás volvería a casarse ni nada parecido. Al cabo de dos meses…estaba casándose de nuevo, en una típica boda multitudinaria. Si, el tiempo acaba colocando las cosas en su sitio, cuanto menos en el terreno de la vida misma. Otra cosa distinta, muy distinta, es cuando la radicalidad se instala en la vida pública. Es una cuestión de supervivencia política, pongamos por caso. Una cuestión de supervivencia como gremio fáctico, en el caso de la Iglesia Católica. Quizás una cuestión de intereses económicos, en el caso de las guerras, se llamen “pacificadoras” o como se llamen. A veces, una simple cuestión de reconducir una triste inversión en Inversión y Desarrollo y una ausencia generalizada de cualificaciones profesionales en cifras macroeconómicas espectaculares, insistiendo, radicalmente, en dichas cifras, más allá de su status coyuntural. Y así. Si, si que hay radicalidad, es evidente. Y lo más triste de todo es que el ciudadano, flexible por naturaleza o por razón del tiempo, acaba siendo víctima de dichas radicalizaciones, llámese guerra, llámese paro, llámese enajenación ideológica o religiosa, que en el fondo es lo mismo. En fin, no lo puedo evitar, siempre me sale la vena sociológica… pero qué bonito es leerse mutuamente y aprender unos de otros. Abrazos.

  12. Es muy interesante el enfoque que hace Pepa Banderas. Efectivamente, cuando hay muchas miradas, muchas perspectivas, muchos enfoques, todos nos enriquecemos. Nunca se llega tarde si es para enriquernos mutuamente. Nos enriquecemos con las ideas de los demás y ellos se enriquecen recibiendo las nuestras.
    Si te doy una idea y tú me das la tuya, cada uno tendrá dos ideas. Si yo te doy la moneda que tengo y tú me das la que tú tienes, cada uno tenemos una.

  13. Si te doy una idea y tú me das la tuya, cada uno tendrá dos ideas; o no. Si yo te doy la moneda que tengo y tú la tiras a la basura, tú sigues con las mismas monedas que tenías (y no ganas nada) y yo tengo una moneda menos. Es una simplificación, pero quizás merezca la pena reflexionarla.

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