¿Qué hay para cenar?

13 Mar

El pasado día 8 de marzo se celebró el Día Internacional de la Mujer trabajadora. Decir “mujer trabajadora” es incurrir en una clamorosa redundancia. Porque las mujeres han trabajado sin descanso desde el comienzo de los tiempos. Y cuando sus maridos (y ellas mismas) se han jubilado, han seguido cocinando y barriendo y lavando y planchando y cosiendo…Nunca hay jubilación plena para las mujeres, hasta que les sobrevenga la invalidez o la muerte.

Llegó un momento en el que las mujeres consiguieron con su esfuerzo salir de la esfera privada de lo doméstico para acceder al trabajo público en empresas, oficinas y ministerios. Y se encontraron con una curiosa y a la vez lacerante situación: hacer dos trabajos en lugar de uno solo. Por eso este día no debería denominarse “de la mujer trabajadora” sino “de la mujer doblemente trabajadora”.

No sé dónde he visto una ilustración en la que se manifiesta meridianamente lo que estoy diciendo. Un caballero está sentado en el salón de la casa en un cómodo sofá leyendo el periódico. A su lado, una cartera de ejecutivo y un vasito de cerveza. Por la puerta del salón está entrando una mujer, supuestamente su esposa o compañera. Viste traje de ejecutiva y lleva en las manos una lujosa cartera. El caballero, dirigiéndose a ella, dice:

– ¡Por fin! ¿Qué hay para cenar?

Los dos han tenido una jornada laboral intensa pero, al llegar a la casa, ella se encuentra con otra jornada suplementaria. Él ha llegado antes y espera sentado el regreso de su esposa.

Sé que están cambiando las cosas. Sé que algunos hombres “ayudan”, “echan una mano”, “colaboran” en las tareas domésticas. Pero el trabajo de la casa sigue siendo un trabajo de las mujeres. Ellas se responsabilizan, planifican y realizan las tareas domésticas casi en su totalidad. ¡Qué decir de los hijos! La mujer ha conquistado el mercado laboral, pero no ha abandonado su otro territorio. Un dominio que le es propio y al que se sigue dedicando con abnegación.

Hay muchos factores que hacen que las cosas sigan siendo así. Uno radica en los varones, que no acabamos de enterarnos de que la casa es de los dos, que la ropa es de los dos y que la comida es para los dos. Otro reside en la actitud de las mujeres que se sienten responsables de lo que acontece en la casa, en su limpieza y en su orden. Un tercero estriba en los estereotipos sociales que exigen a hombres y mujeres que sigan asumiendo los patrones tradicionales de comportamiento. No es una causa menor el hecho de que los hombres tengamos poco desarrolladas las competencias domésticas Lo hacemos mal. Y ese es el motivo por el que, a veces, las esposas acaban echando de la cocina a sus cónyuges.

– Vete de aquí, que es peor que hagas algo. Porque lo tengo que volver a hacer yo.

Quiero hacer referencia al terrible peso que todavía tiene el machismo. Esa resistencia zafia a la lógica y a la justicia que ofrecen quienes están anclados en el pasado. Y aquí tengo que incluir a muchos hombres y algunas mujeres que creen que las diferencias están en los genes y que la mujer está hecha para la casa, para la sumisión y para el sacrificio. Todavía hay quien critica al feminismo, todavía hay quien piensa que las cosas estaban bien como estaban. Acabo de leer un insólito libro, un libro reaccionario, que se titula “Las mujeres que no amaban a los hombres” y que se subtitula “El régimen feminista en España”. Un libro que ha escrito Diego de los Santos, Jefe de Sección del Departamento de Cirugía del Hospital Universitario Virgen del Rocío de Sevilla. Un libro que, de forma tramposa, pretende aprovechar el título y la imagen de portada del primer volumen de la trilogía de Stieg Largson “Los hombres que no amaban a las mujeres”.

La doble jornada de la mujer se ha convertido en una nueva esclavitud. Como mujer liberada, ella se siente impelida a ejercer su profesión o, sencillamente, a realizar un trabajo fuera del hogar. Como mujer responsable se ve en la necesidad de contribuir al bienestar familiar con otro sueldo (o, a veces, con el único). Como mujer que ha visto trabajar a su madre en las tareas domésticas, se ve impulsada a mantener un hogar acogedor, hermoso y confortable.

No hay que olvidar la presión que ejercen las madres (y, sobre todo, los padres) tradicionales sobre sus hijas cuando las visitan o hablan de estas cuestiones. La madre reprocha a la hija que “deje” a su marido hacer la cama, barrer la casa o preparar la cena.

Esta doble jornada, esta doble exigencia deja a la mujer sin tiempo y sin descanso. Llega un momento en el que hasta duda si no era mejor la situación anterior en la que disponía de toda la jornada para hacer lo que ahora tiene que llevar a cabo en los ratos que le deja el trabajo exterior o en los fines de semana.

Si, además, el sueldo que reciben las mujeres por el mismo trabajo que realizan los hombres llega a ser un treinta por ciento inferior, caeremos en la cuenta de algunas trampas que se esconden detrás de la liberación de la mujer, de algunos tributos que tienen que pagar por alcanzar la igualdad. Que algunos hombres se sientan acomplejados cuando la mujer lleva a la casa un sueldo mayor que el suyo puede enturbiar las relaciones. No lo confesarán abiertamente, pero el resentimiento puede estar ahí, agazapado detrás de las palabras más hermosas y de los hechos más corteses.

Hay que estar siempre vigilantes. No es fácil salir bruscamente de una situación pésima a una situación óptima. Las trampas son a veces burdas y a veces sutiles. Las soluciones no avanzan como las balas. Y algunas veces esconden retrocesos inesperados. Están bien las celebraciones, están bien las flores, están bien las felicitaciones, están bien los regalos. Pero no tiene que alejarnos de la cordura y menos de la justicia. Queda mucho camino por recorrer, aunque hayamos dado ya algunos pasos.

25 respuestas a «¿Qué hay para cenar?»

  1. Yo en general, no veo mal estos artículos. Son extremadamente tópicos, no podrían ser de otra manera si lo que se pretende en definitiva es la reflexión y la participación de un público, en este caso los/as lectores/as mayoritario. Pero hecho de menos, más allá de reflexiones muy generalistas, una profundización mayor en los temas. En este caso, los avances sociales que se han producido desde mediados de los ochenta, con la incorporación masiva de la mujer al mercado laboral y la presencia manifiesta, por encima del hombre, en la universidad, merecerían otro enfoque del tema, más allá del tópico hombre-machista, mujer-trabajadora-ama de casa, etc. Es obvio que hay mucho que hacer aún, en cuanto a la condición femenina y la mentalidad que pueda subyacer en la sociedad en cuanto a roles asumidos, pero precisamente son éstas cuestiones que deben reflejar, objetivamente, el estado actual de los hechos que se pretenden reflejar y no aquellos que pertenecen a un pasado, no por cercano en el tiempo, quizás muy lejano. Buenas tardes.

  2. «No es una causa menor el hecho de que los hombres tengamos poco desarrolladas las competencias domésticas.»

    Uy. uy, uy,…que esto me suena a excusa….

  3. La incorporación (acceso) de la mujer al trabajo público en empresas, oficinas y ministerios -cosa que me parece fantástica- ha traído consigo, entre otros perjuicios, que el precio de la vivienda se multiplique por dos (y más), teniendo la mujer (o hombre, da igual) que dedicar su sueldo íntegro al pago de la hipoteca. Los canallas del mundo inmobiliario no iban a dejar pasar la oportunidad que les brindaba el doble sueldo de los hogares. ¿Díganme qué liberación de la mujer ha sido ésa? 100% del sueldo de la mujer para el político, constructor y promotor de turno. Reitero ¿Qué liberación es ésa? Un saludo

  4. Tienes toda la razon del mundo.No solo la casa la educacion de los niños ,el trabajo,gestora de la casa todo..
    Pienso que poco a poco parece que van colaborando algo pero parece que estan forzados o nos hace un favor jajaja.
    A lo mejor los hombres no lo ven gran tema pero como las mujeres lo vivimos nos gusta.

  5. Un articulo muy certezo e interesante. Tengo una niña de 4 años y un niño de 7 meses, somos maestros y trabjamos fuera. Él hace muchas cosas en casa, «Ayuda» con todo, pero soy yo la que «me echo» muchas más responsabilidades que él. Tengo al menos tres jornadas de trabajo. Me he sentido indentificada en el artículo, el cual me ha hecho reflexionar y creo que gran parte de responsabilidad o culpa es mía, es nuestra, de las mujeres que tenemos que creer más en la Igualdad y en la Coeducación, tenemos que empezar por creernoslo nosotras, sólo así, creo será posible un cambio hacia esa igualdad que tanto anhelamos. Gracias

  6. Sólo decir que no me gusta sentirme especie protegida, por más que muchas mujeres hagan cola para estar inscritas. Creo en mí misma, en mis propias capacitaciones, formación y méritos, con son las que deben abrirme paso, no en el hecho de ser mujer, sin más.

  7. Tienes razón Querido Miguel Ángel. Pero sobre todo en la parte donde dices «está cambiando». En ese sentido siempre digo que «he sido una vanguardista», porque desde los tiempos del comienzo de mi matrimonio , hace ya casi 30 años, cuando la mayoría de las mujeres de mi edad se rompían el alma para hacer todo lo de la casa, atender a los niños y al esposo como si estuviesen en un hotel, y trabajaar fuera de la casa, yo hice a mi esposo partícipe de todo: cambiar los pañales a los niños que llegaban al mundo uno tras otro, preparar sus mamaderas, darles sus vacunas, llevarlos al jardín cuando yo no estaba…Y hubo algo que chocó en las familias mía y de mi esposo: DELEGUÉ LA COCINA AL HOMBRE DE LA CASA. Y descubrí que cocinaba mucho mejor que yo.
    Tuve que luchar con las miradas y comentarios atroces de mi madre como este:
    -Yo jamás permití a tu padre tocar ni la tapa de la olla, qué hace ese hombre en la cocina!
    O de mi suegra cuando decía:
    -Si no está el padre no hay quién les cocine-
    Era una lucha terrible, a pura espada y lanza, pero no desistí.
    El matrimonio es de a dos. Los hijos no son sólo míos, repetía yo cada vez que tenía una oportunidad.
    Y bien, no pasó nada. Creo que hemos criado a nuestros hijos con total equilibrio y sin traumas. Mis tres hijos varones cocinan maravillas, como su padre. La niña, igual que la madre, en la cocina es poco creativa. Pero todo está bien, y todo el mundo aceptó nuestras reglas familiares. Ni los hombres son menos hombres ni las mujeres nos sentimos menos mujeres por compartir las tareas del hogar.
    Hay que reconocer que a las mujeres nos cuesta dar participación a los hombres y ceder algunos espacios.
    Los hombres inventaron el día de la mujer. Nosotras aún no hemos inventado el día del hombre, creo que estamos en deuda.
    ¡Linda semana para todos!

  8. Estoy ya cansado.
    Yo soy uno de esos que tiene una mujer trabajadora en casa y cuando llega la hora pregunta: ¿qué hay de cena?
    ¿Y qué?
    Si trabajáis los dos… ¿que cojones hacéis que no dais trabajo a una asistenta que planche, haga la colada, la cuelgue… y realice las pequeñas/grandes tareas rutinarias del hogar, que a la larga pueden hacer que se resienta la relación conyugal?
    Menos egoísmo que la felicidad no reside en quien tiene mejor coche, sino en quien se conforma con el que tiene.

    Si trabajáis ambos es pecado que no compartáis vuestra suerte con una persona que seguro necesita esas horas en vuestra casa. Esos euros que les dais los recuperáis en felicidad.

    Salu2.

  9. Soy docente en Leandro N. Alem, Misiones, Argentina. Fui a verlo en todas las oportunidades en que estuvo Ud., aquí. Puede considerarme una fiel discípula, pero sin haber tenido la oportunidad de saludarlo personalmente. En todo caso me une a Ud., su filosofía y cosmovisión, de un mundo muy feliz con los niños en la escuela. Fundamentalmente soy madre y ama de casa, que se siente responsabvle de todas las tareas descriptas en el artículo sobnre el Día de la Mujer Trabajadora. Me identifico con el contenido y celebro que sea un hombre el autor del mismo. Saludos.

  10. hola miguel soy myrna de alem misiones, queria decirte q fue ua experiencia increible el haberte conocido, sos un placer para todos los oídos.
    espero q t acuerdes de mí, la próxima vez que vengas estas invitado a cenar , sería un gran honor compartir un almuerzo contigo.

  11. Creo que todo cambio empieza en el interior de cada uno, no es casualidad que las mujeres hayan salido a trabajar, o que los varones se arremangaran para limpiar los muebles…o que la abuela recuerde sus momentos de mamá porque le tiene que preparar el biberón a su nieto; son esas circunstancias en las que la vida nos pone a prueba y es cuando intercambiamos roles en los que a veces nos sentimos cómodos y otras no tanto…pero ¡qué grandeza espirirual nos inunda cuando hemos aprobado satisfactoriamente!, y si nos es así,el desafío es… VOLVER A INTENTARLO.

  12. Gracias Miguel, ha sido un bonito homenaje a todas las mujeres y un impulso para seguir adelante. Como dice Nancy, esto está cambiando ye so es lo importante.
    Un saludo a todos y a todas.

  13. Miguel Ángel….simplemente GRACIAS…una vez más por su honrada mirada…esta vez sobre las mujeres…y mucho más si estamos en Educación.

  14. Yo, como macho de la especie acepto el papel natural que la naturaleza me ha reservado. No puedo luchar contra él, digamos que soy víctima de mi testosterona. Lo único que pediría a la mujer es que a su vez, aceptara sin más el papel que la naturaleza, como hembra de la especie le ha reservado: de los pies a la cabeza, toda su biología se dirige a un destino natural, que es tener hijos. Y si por otra parte, en todas las especies, es la hembra la que se encarga de tener hijos, cuidarlos, del hogar, etc… ¿por qué tenemos que desvirtuar nosotros la naturaleza? ¿No sería más sabio adoptar con naturalidad el rol que la naturaleza nos ha reservado? No podemos luchar contra el destino biológico natural.

  15. Hoy me he indignado mucho con algunos comentaristas de radio que han puesto verde a la ministra Aido porque ha propuesto que se estudie feminismo en la Universidad. Bromas, insultos, interpretaciones torpes y perversas…
    Muchos comentarios eran de tal bajeza y de tal miseria moral que prefiero no reproducirlos. Nada mejor que esos comentarios para justificar la asignatura de feminismo. Nos nos queda nada con estos personajes.

  16. A quien escribe con el psedudónimo Petra (que dice ser un macho de la especie):
    No comparto tu visión. Te aconsejo un libro de ROSE Y LEVONTIN que se titula NO ESTÁ EN LOS GENES en el que se explica con rigor que esos roles que se encuentran asumidos por hombres y mujeres en la tradición son culturales. Los antropólogos y antropólogas nos han demostrado también que hay culturs en las que las cosas no son como en la nuestra: los hombres atienden la casa y las mujeres trabajan fuera. De cualquier manera el ser pensante puede atender a criterios de lógica y justicia que estén más allá de la biología.
    Y gracias por participar en el debate.

  17. De nada, Miguel. No obstante, yo también quisiera recomendar lecturas de antropología social y cultural (Harris, siempre interesante) y de modo más concreto, de fisiología del comportamiento, eso si, escrito por científicos de cierto renombre, para evitar leer a autores sin mucho interés. Tras la lectura de los mismos debería quedar claro lo que he intentado exponer:
    -Que somos una especie, como otra cualquiera, en la que estamos presentes machos y hembras (o mujeres y hombres, si es que insistimos en romper la clasificación científica al uso)
    -Que siendo obvia la influencia cultural y antropológica, mujeres y hombres no podemos desdeñar que desde el momento cero de nuestra gestación, las diferencias biológicas se multiplican.
    -Que dichas diferencias biológicas están presentes de modo determinante en nuestra manera de concebir el mundo, de relacionarnos, etc.,(insisto, como cualquier macho y hembra de otras especies) en conjunción con todas las influencias culturales al uso. Somos, en definitiva, en los roles que asumismos producto de dos direcciones, la biológica y la cultural, sin que podamos desdeñar ninguna de ellas en aras de una corrección política sin màs. El debate resultaría insustancial y muy pobre, escasamente científico. Ello no quita, obviamente, que la violencia masculina y que la mujer esté relegada laboralmente a puestos de menor responsabilidad a pesar de sus magníficas cualificaciones profesionales sean objetivamente condenables. Mucho queda por hacer aún al respecto.
    -Que agradezco la atención personalizada: pero que a pesar de todo a la hora de plantear un tema creo que es importante una mirada rigurosa a todas las variables que influyen en el mismo. Es la única manera, en definitiva, de generar conocimiento. En caso contrario, si nos quedamos sólo con posturas políticamente correctas, corremos el peligro de convertirnos en simples demagogos.
    -Y que antes de que me pase como al protagonista de «La mala reputación» de Brassens, lo dejo. Sólo quería aportar una mirada científica al debate, para enriquecerlo mínimamente.
    Saludos.

  18. Estimado comentarista (alias Petra):
    La ciencia, como tantas otras cosas, por no decir todas, han sido utilizadas de forma machista durante siglos. La ciencia la hemos hecho hombres (de forma predominante). Y ese hecho no es baladí. Los focos de investigación, la utilización del conocimiento científico y su difusión no han sido inocentes desde esta perspectiva. Con la ciencia se ha hecho mucha demagogia. La ciencia se ha puesto al servicio de muchos intereses espurios.
    Por otra parte, lo científico siempre ha de ser discutido. La historia ha demostrado que han existido deficiencias importantes y trampas clamorosas. Es decir que la ciencia no es dogma, a mi juicio.
    Somos una especie, claro que sí, pero no como cualquier otra. Porque la nuestra tiene pensamiento, tiene palabra y tiene ética. Y habremos de reconocer que ciencia y cultura y religión han operado sistemáticamente contra las mujeres.
    A mí me parece bien acudir a la ciencia pero estoy seguro de que un debate riguroso conducirá a la igualdad y no a la discriminación.
    Yo defiendo mi posición no porque sea políticamente correcta (que ni sé si lo es ni me importa) sino porque la considero más juta y más rigurosa que su contraria.
    Agradezco de nuevo tu aportación y tu deseo de conducir el debate por caminos cientíticos, pero estoy seguro que éstos nos alejarán de la discriminación. Un saludo cordial.

  19. No sé que dirá la ciencia acerca de la igualdad o las diferencias, pero hay mucho de cultural y poco de naturaleza en esto de la igualdad de oportunidades, que de eso se trata la cuestión… Yo amo ser mujer y me gustan las diferencias, pero no veo que sea privativo del sexo femenino determinadas tareas. No están en los genes que tengamos las mujeres que lavar los platos o cocinar…

  20. Estoy de acuerdo en parte con este artículo. He de decir que también leí el libro de Diego de los Santos, y, al contrario de lo que expresas aquí, yo lo veo bastante sensato. No explicas porqué no te gusta a tí (o eso he creído entender) más allá del «Todavía hay quien critica al feminismo» que me ha sonado algo feo, algo a pensamiento único y un poquito a persecución de la disidencia.

    Yo vivo con mi mujer y no la ayudo en las cosas de la casa, ni coopero con ella. Ese planteamiento me parece absurdo. Simplemente, si en casa somos dos, las cosas de la casa, todas, se hacen entre los dos. Si fuéramos tres, pues entre tres. Me parece lo normal, natural y más espontáneo.

    Lo que sí pienso es que lo que se está haciendo ahora de forma oficial es sustituir simplemente sustituir una tiranía (la masculina) por otra (la femenina). Creo que huelga decir que por este camino, no vamos bien. Y creo que ése es el hilo conductor del libro de «Las mujeres que no amaban a lso hombres», que aquí se denosta.

    Yo creo que todos los -ismos comienzan por fasc-

  21. Estoy de acuerdo en parte con este artículo. He de decir que también leí el libro de Diego de los Santos, y, al contrario de lo que expresas aquí, yo lo veo bastante sensato. No explicas porqué no te gusta a tí (o eso he creído entender) más allá del \"Todavía hay quien critica al feminismo\" que me ha sonado algo feo, algo a pensamiento único y un poquito a persecución de la disidencia.

    Yo vivo con mi mujer y no la ayudo en las cosas de la casa, ni coopero con ella. Ese planteamiento me parece absurdo. Simplemente, si en casa somos dos, las cosas de la casa, todas, se hacen entre los dos. Si fuéramos tres, pues entre tres. Me parece lo normal, natural y más espontáneo.

    Lo que sí pienso es que lo que se está haciendo ahora de forma oficial es sustituir simplemente sustituir una tiranía (la masculina) por otra (la femenina). Creo que huelga decir que por este camino, no vamos bien. Y creo que ése es el hilo conductor del libro de \"Las mujeres que no amaban a lso hombres\", que aquí se denosta.

    Yo creo que todos los -ismos comienzan por fasc-

  22. Soy de Argentina y me encantó este artículo. El machismo todavía está muy arraigado en nuestra cultura, pero pienso que a través de la educación se pueden hacer grandes cosas al respecto. Como el autor dice, la educación nos sirve para cuestionar nuestra realidad y para descubrir los engaños a los que diariamente estamos expuestos. Saludos! Noelia.-

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