Carta abierta al padre de un hijo que le salió rana

24 Oct
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Si tu hijo te salió rana, serénate. Puede que toda la culpa no sea tuya.

Querido amigo:
Imagino lo que estarás pasando. Un dolor tremendo, una angustia que te atenaza y una vergüenza profunda que te hace guardar silencio cuando se habla de los hijos. Sospecho lo que estarás pensando: ¿qué hicimos mal?, ¿en qué nos equivocamos?, ¿por qué hemos tenido tan mala suerte? Conoces a otros padres que se preocupan muchos menos que vosotros por la educación y tienen unos hijos ejemplares. Además, tú tienes otros hijos con los que no puedes estar más satisfecho. Estudian, saben comportarse, son cariñosos, tienen proyectos de futuro atractivos y exigentes.

Pero este hijo tuyo, como tú dices, “te va a matar”. No sabes qué hacer. Lo has probado todo. Mano dura, mano blanda, mano nula, las dos manos… No responde a ningún estímulo. Ni a los premios ni a las amenazas, ni a los elogios ni a los reproches, ni a las caricias ni a los empujones.

Te desespera su pereza ilimitada que llena el Boletín de Evaluación de suspensos, te irrita su desvergüenza en el trato con vosotros y con los demás, te alarma su falta de responsabilidad, su afición al alcohol y –por lo que sospechas- a la droga. Te asusta su falta de preocupación respecto al futuro.

Te preguntas qué es lo que va a ser de él en la vida. Sobre todo, cuando tú no estés. Te horroriza dejar como herencia un delincuente y un inútil. Te has estrellado contra todas las paredes. No duermes pensando en tu hijo. Te dan ganas, a veces, de darle una patada en el trasero y de decirle: lárgate y déjanos a todos en paz. Pero, claro, es tu hijo. Lo quieres. Te sientes en la necesidad de ayudarlo. Por responsabilidad. Por amor.

He visto muchos casos en los que el tiempo ha secado todas las lágrimas, en los que el hijo (o la hija) han reconocido que han estado en un plan imbécil durante demasiado tiempo y que se han puesto a trabajar y a comportarse, recuperando incluso el tiempo perdido. He visto casos en los que, sin saber por qué, el desvergonzado que, incluso con profesor particular, cosechaba calabazas a espuertas, viene ahora cargado de sobresalientes. Hay que esperar. No hay que perder la paciencia. No hay que perder la esperanza. No hay que arrojar la toalla. Si no crees tú en tu hijo, ¿quién va a creer en él? Ya sé que te ha defraudado miles, millones de veces. Pero aún queda la próxima vez. Dice Fhilippe Merieu que “la educabilidad se rompe en el momento que pensamos que el otro no puede aprender y que nosotros no podemos ayudarle a conseguirlo”.

Tienes que saber que hay hijos e hijos. Es decir, que cada uno es un mundo y que cada uno tiene su libertad y su responsabilidad,. Y la usan como saben o como quieren. O no la usan. Hace poco leí un libro que se titula “La educación de los hijos como los pimientos de Padrón”. Su autor es Emilio Pinto y en la Introducción explica la segunda parte del famoso dicho aplicado a los pimientos de la ciudad coruñesa de Padrón: “Unos pican y otros no”.

Hay que esperar sin dejar de hacer las cosas que se tienes que hacer. Ahí tienes el libro de Javier Urra “Educar con sentido común”. Te puede ayudar. Mantén abiertas las puertas del diálogo para cuando él se decida, que se decidirá. Sigue siendo para él un ejemplo. No pierdas la esperanza en lo que puede hacer. Él no está para ti ni para nadie. Pero tu siempre tienes que estar.

Lo has hecho bien, pero no todo está en tus manos. Te has esforzado, no te atormentes. Hay una parte, muy grande y muy decisiva en la educación, que le corresponde al educando. A veces lo olvidamos. Piensa en tus otros hijos, Has sido el mismo padre con ellos y, sin embargo, ellos sí han reaccionado.

Desecha cualquier idea masoquista y ridícula como la de que estás pagando por algo que has hecho mal. No es así. Seguro. Aunque hayas hecho cosas mal. No existen esos ajustes de cuentas en la mesa de la vida.

No lo compares más allá de lo que todo el mundo ve, que es bastante. No insistas, porque no se consigue el efecto pretendido sino el contrario. Cuando tú dices “mira a tu hermano”, él lo mira, pero no para imitarlo sino para destruirlo. Porque la buena conducta de su hermano afea la suya.

Tu hijo no es tonto,. Sabe que lo está haciendo mal, pero no quiere dar su brazo a torcer. Quizás esté buscando un protagonismo que no alcanza por otras vías. No entres en su juego. Te reta, te provoca. Arremete contra ti de mil formas. (¿Contra quién lo iba a hacer, contra el tendero de la esquina?).

Sigue en contacto con el tutor. El te necesita y tú lo necesitas. Si existe alguna posibilidad de conseguir algo, es desde el trabajo conjunto de los padres y de los educadores-

Sigue siendo su padre. Si te conviertes en su amigo, lo dejarás huérfano.. Y síguelo queriendo porque, como le decía aquel hijo a su padre: “Papá, quiéreme cuando menos me lo merezco porque es cuando más lo necesito”,. El amor es gratuito. Y como decía María Zambrano, hay cosas que sólo el amor consigue.

Tu paciencia tiene que ser un poco más grande que su obstinación. Sigue creyendo en él. Y lee el hermoso libro “Las cosas que no nos dijimos”. Es muy hermoso. Vas a disfrutar. Un abrazo.

17 respuestas a «Carta abierta al padre de un hijo que le salió rana»

  1. La parte humana de tus artículos me pone los “pelos de punta”..¡llegas directo al corazón!
    Totalmente de acuerdo con tu reflexión desde el punto de vista de madre y como maestra te diré ¡qué fácil es educar a los hijos/as de los demás, darles consejos y recetas..que en tu casa no valen!
    Me quedo con la frase ..¡quiéreme cuando menos me lo merezco porque es cuando más lo necesito!
    Felicidades y sigue escribiendo, que somos much@s los que esperamos cada semana tu artículo 🙂

  2. Sí, definitivamente es la carta aconsejando a un padre que no entiende a su hijo (y no a su hija como has precisado en una ocasión).

    Si yo creyera en la oportunidad de dar consejos es posible que aconsejara a los otros hijos e hijas de este padre y les dijera: -“Romped esquemas, desobedeced un poquito, vivir vuestra época, salir del redil …” y otras cosas por el estilo. El “hijo” modelo es obediente, estudia, saca sobresalientes y termina con un master universitario que le resuelve la vida. ¡Qué pobreza personal! El “hijo” desobediente termina siempre entre alcohol y drogas. No lo creo. Conozco entornos de jóvenes desobediente que no fueron a la universidad, que terminaron con un fracaso escolar absoluto, sin entender este sistema que nos atrapa, Jóvenes que construyen espacios alternativos absolutamente admirables. La mayoría trabajan por ese “otro mundo posible” del que tanto se habla.

  3. Realmente maravilloso tu artículo.
    No me ha quedado nada por agregar.
    De verdad sabes llegar a las almas. Sabes ver con el corazón. Sabes emocionar hasta hacer llorar.
    De nuevo ¡Gracias! Eres el maestro que todos debiéramos encontrar alguna vez en la vida, sólo que no todos tenemos ese privilegio. S
    oy una verdadera afortunada por haberte encontrado a través de esta red maravillosa, que une a las personas, borra fronteras, atraviesa continentes, cordilleras, océanos…
    Gracias. Gracias. Gracias.

  4. La tarea de la educación es extraordinariamente compleja. No obedece a leyes. Por eso puede darse el fracaso aunque se hayan puesto todos los medios necesarios pàra que no se produzca. Entonces puede haber frustración y dolor. El artículo de hoy pretende mitigarlos. Gracias.

  5. Qué bonito artículo, MA. Cuando pienso en tener hijos/as, justamente lo que más me asusta es que me salgan rana, porque no sé si sería capaz de soportarlo. Pero como educadora, me has recordado la importancia de mirar al futuro con optimismo, esperanza e ilusión.
    Una vez más, gracias.

  6. Cada hijo es una construcción personal. Cada hijo o hija construye una vida con la carga genética que le pasamos y con la carga afectiva. A todos, si tenémos varios, les damos los mismos o parecidos materiales de construcción. Pero no podemos decidir que hacer con ellos o como hacerlo. Ni en que tiempo.
    Lo que si sabemos es que, si en un campo tiramos semillas de flores y nos ocupamos de las malezas y del riego necesario, es muy probable que crezcan plantas sanas y se llenen de flores. Cada una en su momento… Incluso hay quienés florecen en suelos ásperos y áridos, que se construyen a si mismos desde sus propias fortalezas…

  7. Genial la reflexión de este excelente maestro de vida….me encanta la realidad con la que describe situaciones que a los demas nos dejan sin palabras ..por otro lado ánimo para esas familias atormentadas por buscar y dar lo mejor a sus hijos sin respuesta de ellos.Es dífici para los padres comprender que llegado un momento todo cambiará ..pues sí ocurre, lo que tambien es verdad que el camino por recorrer hasta llegar a ese punto es tortuoso y se hace largo o larguisismo ..pero los resultados son entrañables,animo amigos..recorrí ese camino tortuoso y ahora hay felicidad ,el mio fue demasiado largo y trsite pero ahora hay felicidad..ABRAZOS

  8. Hoy quisiera que todos los padres y/o/y educadores independientemente del credo o religión, tomemos una Biblia, y busquemos la Parábola del HIJO PRODIGO, que ésta nos enseñe el final…Besos argentinos Noelia

  9. Hay una parte, muy grande y muy decisiva en la educación, que le corresponde al educando. A veces lo olvidamos…Gracias, MA, por empezar a percibir dónde está el problema… No es poco, para deshacer los entuertos pasados…

  10. que hermoso el comentario de AF, ´realmente es así, lástima que es tan dificil esperar la cosecha, y cuando ésta viene complicada ni que hablar.apuesto por un poco de paciencia y esperanza, para padres y docentes que están complicados con este tema.

  11. Me ha gustado mucho su relato!Desde que tuve el honor de asistir a su conferencia en Santa elena (Argentina) no he dejado de admirar la manera extraordinaria de hacernos reflexionar sobre cosas que vivimos cotidianamente de manera “normal” pero que son escenciales.gracias por iluminarme el día

  12. Como siempre, nos deja ideas para pensar y “rumiar”.
    Paciencia, comprensión y seguir haciendo lo que nos corresponde.
    Muchas gracias.

  13. Impresionante el artículo. ¡Qué genio! He leído varios materiales de M A Santos Guerra y,realmente, me han movilizado mucho desde lo personal y desde mi función de Directivo escolar. Recién encuentro esta página y me siento muy complacido por ello.

  14. QUE BELLA FOTO I QUE SENSATA REFLEXIÓN.
    CONOZCO UN HIJO QUE PARECIA RANA… NO ERA UN NIÑO CON “CUALIDADES TÍPICAS I ESCOLARES” PERO TENIA OTRAS MUCHAS ERA SESIBLE, AVISPADO TENIA EMPATIA I SENSIBILIDAD HACIA LAS PERSONAS.
    SIEMPRE HABIA ALGUN MAESTRO QUEJANDOSE DE EL… HASTA QUE SU MADRE CON MUHCHA INTUICIÓN DIJO:
    “SI NO LE VALORAMOS NOSOTROS SUS CUALIDADES, QUIEN SE LAS VA A VALORAR… DE MOMENTO TODO SON CRITICAS DESTRUCTIVAS… A PARTIR DE HOY VALORAREMOS CADA UNA DES SUS CAPACIDADES, I E AQUEL MOMENTO, AL CREER EN EL HIJO SINCERA I PROFUNDAMENTE, TODO EMPEZÓ A CAMBIAR.

    GRACIAS POR TUS REFLEXIONES… I POR LA VALENTIA DE DECIRLAS EN VOZ ALTA..
    MENORCA.

  15. Soy una madre que se ve reflejada en tu carta. Por suerte, nunca he tenido sentimiento de culpa, pero sí, claro, desánimo y desengaño sobre las perpectivas del futuro que yo esperaba. Desde luego, no le veo el fruto a la siembra que hice, aunque volvería a hacer casi todo como lo hice.
    Creo que cada uno de nuestros hijos- yo tengo cuatro- vienen marcados por condiciones biológicas muy diferentes. La educación familiar ha sido igual para todos,pero no sus capacidades y condiciones para recibirlas y tampoco las influencias del entorno. Siento que tenemos bastantes límites en la influencia que tenemosen nuestros hijos. Ellos, a veces rectifican, otras no. Pero creo que debemos estar a su lado si nos necesitan,porque no nos queda otra como padres, pero con paciencia, haciéndonos oír. Y por encima de todo, además de ser padres, ser personas lo más felices que podamos. Gracias por tus comentarios.

  16. Esta y otras reflexiones estan en un libro maravilloso Titulado PASIÓN POR LA ESCUELA. Se nota Profesor cuanto sabe de nuestras instituciones educativas, gracias por compartir sus conocimientos.

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