Una de las cuestiones más importantes de la lógica es el rigor de los nexos causales. Es decir, la consistencia argumental en la que nos apoyamos para decir que un efecto procede de una determinada causa.
Se han multiplacdo estos días pasados en la prensa nacional (especial y curiosamente en El País) artículos que han achacado a la pedagogía y a los pedagogos los males del sistema educativo español. En uno de ellos se viene a decir que el fracaso escolar se debe a la perniciosa influencia de la pedagogía. En otro se habla de la estafa de enseñar a enseñar. En todos se defiende que para enseñar una materia basta con dominar los contenidos de la asignatura.
Esta abusiva simplificación me recuerda la significativa historia del saltamontes. Dice así.
Tengo un saltamonte en la palma de la mano derecha y le digo imperativamente, mostrándole la palma de la mano izquierda:
– ¡Saltamontes, salta!
El saltamontes, obediente, salta con agilidad de una mano a otra. Cuando lo tengo en mi mano izquierda le vuelvo a decir mostrándole la otra mano:
– ¡Saltamontes, salta!
Y salta de nuevo con prontitud y destreza.
Entonces le corto todas las patas (es una metáfora, perdón). Y de nuevo le ordeno:
– ¡Saltamontes, salta!
Pero ahora se queda quiero, paralizado.
Y concluyo, aplicando la lógica: Cuando a un saltamontes se le cortan las patas , no oye.
¿Por qué no? Podría ser. Yo atribuyo el efecto de la inmovilización a la causa que me apetece. Sin rigor alguno. Con todo descaro.
Es decir que, a juicio de los antipedagogos, cuando los escolares abandonan el sistema educativo o fracasan en su aprendizaje la causa es el planteamiento de una ley nefasta como la LOGSE o la influencia perniciosa de los pedagogos y de la pedagogía. ¿Por qué no? Pero claro, ¿por qué si? Este planteamiento es tan poco riguroso como sería el de achacar todo el fracaso del sistema educativo a la incompetencia de los docentes o a su falta de preparación didáctica.
Parece lógico pensar que no es lo mismo conocer una asignatura que saber enseñarla. Y no es lo mismo saber enseñarla que saber despertar el amor al conocimiento sobre ella. Además, para que haya aprendizaje significativo y relevante no hace falta sólo que el conocimiento tenga una coherencia interna y otra externa para que case con lo que el aprendiz ya sabe. Hace falta que haya una disposición emocional favorable y abierta hacia el aprendizaje. ¿Cómo se consigue?
Olvidan también los detractores de la pedagogía que la enseñanza se realiza en una institución. Una escuela no es una asociación de clases particulares. Es decir que el profesor es un miembro de una comunidad que enseña. Mejor sería decir que educa. Pero claro, algunos de estos profesantes de la antipedagogía dicen que ellos no son educadores, que son sólo enseñantes. Qué error. Porque se educa o se deseduca, querámoslo o no. Los alumnos aprenden a sus profesores, no solamente de ellos.
Defienden los autores de estos artículos que el profesor aprende a serlo en la práctica. O no. Porque la práctica lo que nos da a todos son años, pero no nos da sabiduría de forma inexorable. Todos sabemos que hay personas que no mejoran su práctica docente con los años, sino que repiten y acrisolan sus errores. Además, ¿aceptarían los antipedagogos que un médico a aprendiese a ser cirujano ejercitándose en el cuerpo de su hija?
El profesor necesita saber su materia. Pero necesita otros saberes y otras destrezas para realizar su tarea. ¿Quién no ha vivido la experiencia de un docente sabedor de la materia que ha inculcado un odio inquebrantable a los misma por su modo de enseñarla?
Resulta curiosa esta ofensiva porque hoy se está produciendo una corriente en todo el mundo que promueve el saber pedagógico de los docentes. Parece haberse llegado a un consenso en el que todos coinciden en la necesidad de unos saberes específicos: qué es enseñar y aprender, quién es y cómo es el alumno, qué metodologías son las más pertinentes, cómo conseguir la motivación por el aprendizaje, cómo hacer una evaluación formativa, cómo responder a la diversidad infinita del alumnado, cómo educar en valores, qué características tiene la institución en la que se enseña…. “Para enseñar latín a John, más importante que conocer latín es conocer a John”, decía un célebre pedagogo italiano.
No me voy a atrever a decir que no es necesario el conocimiento de las materias para poder enseñarlas. Recuerdo ahora el libro de Postman y Weingarten titulado “La enseñanza como actividad subversiva” en el que decían los autores que sería bueno que un año el Ministerio dijese que los profesores de latín tenían que ensañar matemáticas, los de filosofía informática y los de informática historia… No sé lo que sucedería. Pero es probable que acudiesen a las clases con otra actitud. Diciendo, por ejemplo:
– Tenemos que aprender,¿cómo podremos hacerlo? ¿Por qué no aprendemos juntos? ¿Dónde podemos encontrar el conocimiento? ¿Cómo sabemos si lo hemos aprendido? ¿Cómo saber si lo hemos aprendido?
Lo terrible es tener una actitud que viene a decir lo siguiente: ¨yo soy el que sé, yo explicaré lo que sé y el que no lo entienda o no lo quiera aprender, peor para él. Cuando los alumnos expresan sus quejas sobre el profesorado no suelen decir que les faltan conocimientos. Suelen hablar de otras carencias. Muchas de ellas están cifradas en las limitaciones pedagógicas.
Qué decir de las dimensiones éticas del proceso de enseñanza/aprendizaje. No se trata sólo de enseñar conocimientos sino de enseñar a utilizarlos de forma positiva. Es decir, al servicio de la sociedad y del prójimo. Porque si todo lo que aprendemos lo utilizásemos para oprimir, engañar y explotar a los demás, ¿qué interés tendría la enseñanza?
Está claro que hay malos pedagogos. Está claro que algunas experiencias de formación (se alude en esas soflamas al CAP) no han sido buenas. Pero eso no demuestra que no deban existir. Como el hecho de que una comida nos haya hecho daño no nos permite decir que no haya necesidad de comer.
He trabajado mucho con tutores de medicina los procesos de aprendizaje de la docencia. Nunca he visto a ninguno que no reconociese la necesidad de un saber especializado para ser tutor. Una cosa es ser cirujano o neumatólogo, dicen con toda razón, y otra saber enseñar a otros a serlo. ¿Por qué estas diatribas tan virulentas contra la pedagogía por parte de docentes? ¿Cómo es posible despreciar un conocimiento que las Universidades más prestigiosas del mundo imparten en planes de estudios desde hace siglos? ¿Cómo despreciar toda la investigación que se realiza sobre esta parcela de la realidad humana? ¿Cómo desacreditar la carrera de Magisterio? Me aventuro a decir que quizá esté detrás la defensa de unos intereses académicos que consisten en acumular créditos de las disciplinas y, por supuesto, la comodidad que supone renunciar al esfuerzo del estudio y de la formación. Pudiendo no saber nada, ¿por qué esforzarse en aprenderlo?
Siempre ha estado en el punto de mira la preparación de los Maestros. Yo diría que también los maestros después de la II República. Incluso se le daba el mando de una clase a un sargento chusquero de los de la guerra. No hacía falta pedagogía. Sólo imperaba la autoridad. El imperio de la autoridad trajo que España fuera un erial pedagógico. Los maestros no nos enteramos de la existencia de grandes psicólogos y pedagogos hasta el 1976, en que los ICEs nos ofertaban una modesta, pero voluntariosa formación continua, a la que acudíamos con muchas ganas.
Siempre nos ha preocupado la preparación inicial de los maestros y además se ha reivindicado la carrera larga de Magisterio con cinco años de Universidad. No ha habido voluntad política y no se ha escuchado ni a los implicados en el Magisterio ni a los proponentes en la Universidad. Se ha obviado, dicen, por el costo; pero sabemos que es mentira. Porque desde hace bastante tiempo los estudiantes terminaban magisterio y seguían estudios de Psicología o de Pedagogía. Pero además cuando una persona de estas iba a un centro se le notaba su manera de escuchar, de razonar, de proponer, y sobre todo, su manera de trabajar en clase.
Ahora estamos en otro punto de flexión y espero que de reflexión. Con las carreras de cuatro años, esperamos, y defendamos, sin quitar nada a nadie, que ese cuarto año, por lo menos, sea en la Universidad y no en las escuelas universitarias que de todos son conocidas. También que haya verdaderos especialistas en Educación Infantil y en Educación Primaria, aprovechando los recursos y maximizándolos si es posible, como se ha defendido en el MCEP y otros MRPs, así como en Sindicatos de Enseñanza, reclamando la acción tutorial lo más plena posible. Si en bachiller se da Educación Física, Música, Inglés, Francés, que en virtud de una acción propedéutica, puesta ahora sí en su sitio, sean estas disciplinas exigidas a los que luego se decidan por el Magisterio, para que en Magisterio se sigan estudiando y afianzando estos aprendizajes y sus correspondientes didácticas puestas al día.
No quiero cansaros más, pero, me parece que fue Einstein quien nos dijo:”Si quieres dominar a un niño, dale un juguete. Si quieres dominar a un adulto, dale un prejuicio”. Me parece que los antipedagogos ya no les basta con un juguete. ¡Ah, me parece que Einstein era un científico!
No puedo hablar de España, pero si de mi país Argentina. No basta con saber.Sino recuerden que aburridos son los investigadores a la hora de contar su trabajo…
Recuerdo un profesor que tuve cuando estudiaba geografía.En los exámenes en una calificación de 1 a 10, la nota máxima para los conocimientos era hasta 6, el resto lo dividía en la manera de hablar,la prestancia de decir, la presentación del tema. la vestimenta. etc…
El maestro/a es alguién que aprende por enésima vez algo que sus alumnas y alumnos lo hacen por primera. Cada año es diferente, porque cada año son niñas y niños diferentes y la educación es un ida y vuelta entre personas que sienten, piensan tienen intereses o no en lo que aprenden.
Sin ninguna duda si el sistema educativo no funciona la responsbilidad es de todos: de las políticas inadecuadas, de las instiuciones, de las familias y delos docentes. Es increíble ver como a pesar de todo algunos maestros y maestras han descubierto y logrado la sabiduría de enseñar, compartir y ser felices haciéndolo.
Para todos ¡FELIZ NAVIDAD!
A mí me parece que es algo típico de los humanos, de las sociedades, eso de que cuando todo funciona bien, todos quieren ser protagonistas, pero cuando las cosas no están tan bien, se tiende a buscar culpables en lugar de reflexionar, hacer meas culpas, buscar errores y trabajar sobre ellos.
Pero los maestros ya hemos aprendido esa lección, y sabemos que estamos expuestos a eso, a estar en la mira, a ser culpados por los fracasos o más bien, por los desaciertos de los alumnos.
Y también hemos asumido que hemos sido llamados a aprender durante toda la vida, desde el preciso momento en que hemos elegido como forma de vida la docencia.
El Magisterio no es una carrera que empecemos hoy para terminarla dentro de tres, cuatro, o cinco años. Es una carrera que exige de estudio, autoevaluación, compromiso, análisis…para siempre, mientras duren nuestros pasos por las escuelas.
¡Felices vacaciones! para los que concluyeron un ciclo lectivo!
Para todos ¡Feliz Navidad!
Desde Córdoba de la Nueva Andalucía (Argentina), Nancy Mansur.
..hay mucha tela para cortar en esto…pero de la de cada uno, es fàcil cortar la del otro…pero por casa ¿còmo andamos? Feliz Navidad, que JESÙS NIÑO, te bendiga rìcamente a ti y a los tuyos desde Villa Marìa Cba. Argentina, Noelia Stang de Zandrino
Pienso que en efecto, existe una más que notable sensación generalizada, en la línea del artículo, que en un cierto momento, antes de los noventa, año en que se promulga la LOGSE, se produce, para entendernos, una “invasión” de “expertos” en educación, esto es, teóricos de ciencias de la educación dispuestos a asentar las bases de lo que iba a ser la educación en España. Fue muy críticada la LOGSE en este sentido: comenzó lo que podíamos llamar las décadas del “metalenguaje” y la toma de postura, reconocida explícitamente en el articulado, por opciones ideológicas muy específicas. Como quiera que fuese, no hay duda al respecto del perfil de las personas que hasta el presente, han sido las responsables del sistema educativo español. Tras prácticamente dos largas décadas, en la que se han ido sucediendo otras leyes orgánicas, LOPGECE, LOCE (ambas virtuales) y recientemente la LOE, hay un hecho cierto, más allá de este tipo de disquisiciones algo gratuitas: nuestro sistema educativo no mejora, a pesar de los esfuerzos económicos que ciertamente se están produciendo en los últimos años. ¿No valdría la pena cambiar el perfil de las personas que lo regulan? Creo que todos saldríamos ganando, en la medida que, para entendernos, no es lo mismo legislar desde la experiencia de niños de cinco años que de diecisiete. Ahí pienso que está el fondo de la cuestión y uno de los grandes problemas endémicos a los que nos enfrentamos: legislar sobre educación requiere un amplio conocimiento y sobre todo una amplia experiencia en el campo específico educativo en el que se pretende legislar. Y no parece que Ciencias de Educación, hasta el presente, haya estado a la altura de estas exigencias. Buenas tardes.
VIVA la Pedagogía!!!!!! Necesitamos un colegio de pedagogos y pedagogas españoles!!!!
Completo acuerdo con Teresa Mª.Cuando inicié mi Tesis doctoral sobre formación del profesorado me hice esa pregunta,el anticorporativismo pedagógico es manifiesto y el colectivo tan denostado que se prefiere la condición de didacta a la de pedagogo/a siempre y cuando no se le ponga al segundo el rehabilitador prefijo “psi”.
Soy pedagoga desde hace 20 años. He trabajado en Educación Infantil, en Secundaria y ahora en adultos. Siempre he intentado transmitir todo lo que la pedagogía tenía y tiene de bueno para los docentes y para los alumnos. A veces he tenido éxito en mi trabajo, otras veces, no. Sin embargo, a medida que va pasando el tiempo creo que hay algunas dificultades que se han ido manteniendo y que bajo mi punto de vista son o pueden ser consecuencia de algunos de los males que parece tener la orientación educativa. Permitirme compartirlos con vosotros.
– El Ministerio de Educación primero y la Comunidad de Madrid después (es donde trabajo), no ha legislado con claridad las funciones para este colectivo. La legislación actual es pobre, muy pobre respecto a la Orientación Educativa.
– La Orientación Educativa en su conjunto debe trabajar sobre las estructuras pedagógicas de los Centros, dependemos de estas para poder abordar al profesorado. En la actualidad, creo que somos meros convidados de piedra en esas estructuras. Nuestra participación es practicamente nula, gracias al desprecio que la Administración Educativa muestra respecto a nuestro trabajo.
– No hay un modelo claro de nuestra intervención. Existen tantos como Comunidades Autónomas, como Equipos de Orientación, Departamentos…etc.
– Los propios orientadores no coordinamos nuestra actuación en las distintas etapas educativas. Enorme error, dado que muchos alumnos se pierden o fracasan al cambiar de etapa.
– No tenemos un Reglamento Orgánico común, lo que permite que las intervenciones a veces sean incoherentes y poco rigurosas, con criterios que poco tienen que ver con la evaluación basada en el trabajo interdisciplinar entre los centros y los equipos.
Por supuesto que no somos los causantes de los males del sistema (tal y como afirmó con absoluto desprecio y falta de respeto el profesor Ricardo Moreno Castillo en un artículo publicado en El País) pero es necesario reivindicar nuestro lugar y creo que es absolutamente necesario que las Administraciones Educativas clarifiquen cual es nuestro papel, que funciones son las que nos corresponden, en que estructuras pedagógicas, para qué, con que herramientas…etc. Y por otro lado, también me parece importante autoevaluar nuestro trabajo como profesionales. Un saludo
En el mismo EL PAÍS de entonces, (24/11/2001) se publicaba una foto impresionante:
Cartel publicitario de una facultad brasileña de Filosofía. Convocatoria a cursos. Imagen de Bin Laden.
Textos:
BIN LADEN INGENIERO.
FROMAR PROFESIONALES ES FÁCIL, LO DIFÍCIL ES FORMAR CIUDADANOS.
¿Tanto a cambiado EL PAÍS?
Como siempre, querido Miguel Angel, estupendo relato el del saltamontes para ilustrar las falacias de la militancia antipedagógica. Para los que os identifiquéis con el texto os animo a firmar y difundir el Manifiesto pedagógico NO ES VERDAD (www.redires.net), con él estamos tratando de contrarrestar éste y otros estereotipos falsos sobre la escuela española actual.
Abrazos y feliz año
Defiendo la necesidad de la especialización pedagógica y estoy de acuerdo con los argumentos del artículo.
Ahora bien, considerando que en España la LOGSE (Ley de Ordenación General del Sistema Educativo) presenta importantes plantemientos pedagógicos, no por ello adolece de graves defectos. Deseo subrayar únicamente -pues este tema requeriría escribir al menos un libro y no un breve comentario- el enorme perjuicio que ha provocado la promoción automática del alumnado y, sobre todo, el conocimiento por parte de los mismos de esta posibilidad. El hecho de que alumnos/as de Educación Primaria y Secundaria tengan información -y esto es aún más grave- de que, hagan lo que hagan (es decir, que no importa que no estudien lo más mínimo), sólo permanecerán un curso más en la etapa Primaria y uno más en la Secundaria (excepcionalmente dos, caso de no haberlo hecho en Primaria, a tenor fe la legislación educativa vigente), ha sido un factor que ha influido notablemente en que pierda valor el concepto de esfuerzo.
Ya sé que hay otros múltiples condicionantes -o causas, como se desprende del artículo-, pero he podido constatar cómo los mismos discentes hacen comentarios del tipo “si ya he repetido una vez, si de todas formas -aunque no haga nada- voy a pasar de curso”.
Ello no significa que no resulte imprescindible la formación y asesoramiento pedagógico. Ahora bien, resulta urgente una legislación educativa que revalorice la tarea pedagógica, la docente y la del propio alumnado, entendiendo en este último caso la necesidad de conceder su lugar al valor del esfuerzo.
Saludos a todos/as y felicidades por estas reflexiones, querido amigo y maestro.
Mi admiración por sus interesantes y enriquecedores artículos.
Permítame cuatro palabras para unirme al comentario de mi compañera pedagoga añado mi opinión hasta el momento del apasionante mundo de la educación. A mi entender somos el chivo expiátorio ideal para oportunar ruído, mucho ruído, tanto ruído que tape la nariz a la reflexión. Coincido en que la pedagogía o psicopedagogía está muy verde, supuesta especialidad que irrumpe para salvar a los niños de problemas educacionales y emocionales en un mundo donde hay crisis de corazón en valores y responsabilidad y donde poco se han privatizado las ganas de pelear.
Me apasiona mi trabajo y es un reto para mi porque hay crisis pero hace falta un trabajo esclarecedor de respeto por lo que puede ofrecer un trabajador en educación, para ello haría falta no sólo PISA y las competencias básicas sino tal vez, y aquí el gran meollo de laguna, hace falta habilidad social, habilidad emocional, marcar límites como se marcan los territorios, comencemos en casa, no dejemos que la tele nos enseñe cómo estamos.
Y dría más cosas, pero diré una más, grácias por tener este bloc esclarecedor y que salga a la luz todas las realidades.
Si tenemos miedo paralizante que voz se oirá detrás de cualquier oficio del mundo-
La verdad es que me da risa (y algunas veces, incluso pena) ver como gente muy formada en pedagogía pero muy poco experimentada en la docencia se dedica a hacer leyes de educación y a dar consejos de cómo debo enseñar (que no educar, que esa es tarea de un padre, no de un profesor).
Si comparto un problema de docencia con un compañero que lleve 25 o 30 años dando clase día a día, enfrentandose con chavales de todo tipo, y éste me propone una solución, considero que es bastante más que probable que dicha solución sea más acertada que la que me pueda dar un pedagogo cuya experiencia con el alumnado sea nula (como muchísimos pedagogos/orientadores que hay repartidos por ahí).
Evidentemente no dudo de la utilidad de la pedagogía, más que demostrada en diversos ambientes. De lo que dudo es del experto que domina las leyes de tráfico y que jamás ha conducido un coche, si se me permite la comparación.
Por otro lado, las leyes actuales de educación se han dedicado a minar la autoridad del profesor con aquella falacia de “todos somos iguales”… mire usted, después de 5 años de carrera y unas oposiciones a mis espaldas ni muchísimo menos me considero igual a un chaval de 14 años que, por desgracia, gracias a nuestro “magnífico” sistema educativo, casi no sabe ni leer.
Cuando le dices a un chaval:
-“Ahora, después de la explicación teórica que acabo de daros, vamos a hacer el ejercicio 5 del libro.”
Y éste te responde desafiante:
-“¿Y por qué?¿Y para qué?”
… un pedagogo diría que es que no lo has planteado bien, o que tal vez no has “motivado” lo suficiente al alumnado (que también me hace gracia esa otra falacia de la motivación)… Pero claro, ya no está claro que si yo como profesor indico que hay que hacer el ejercicio 5 del libro es porque el experto soy yo, y considero oportuno que. para que el alumno afiance unos contenidos conceptuales que le acabo de transmitir, realice una serie de procedimientos, entre los que está el dichoso ejercicio 5.
Si eso se lo tengo que explicar a cada uno de los energúmenos que se dedique a cuestionar mi formación y mi profesionalidad, como que en 55 minutos no se hace nada.
En fin, termino con lo siguiente: Una ley educativa puede ser buenísima, puede realizarse con las mejores intenciones, pero si no puede aplicarse, tanto por falta de profesorado como por falta de aulas/medios (¿15 alumnos por aula?¿de verdad eso existe en Andalucía?) da como resultado el tan famoso y ocultado fracaso escolar.
Por una ley de educación seria que dignifique la profesión del profesorado, que esté formulada por expertos en enseñanza con experiencia directa en las aulas, que reavive mis ganas de enseñar.
Bueno profesor,
Valoro su opinión aunque no la comparto, tiene matices muy personalistas ( de viejas redecillas entre los profesionales de la educación: todos mi estimado señor desde el conserje que controla su terreno y hay que tener en cuenta como al que más como al pedagogo que sí tiene experiencia en docencia, cómo si no puede estar , en mi caso estimado profesor hago de maestra y me encanta, hay que ser más flexible y no caer en los tópicos cerrados éso sólo será una esplendorosa cortina de humo para los oportunistas.
Sólo sé una cosa que no sé de todo y que aprendo de lo que no sé…ésto sin embargo no me impedirá tener una visión de responsabilidad y crítica para que tanto usted como yo no seamos objetos sino sujetos…en fin grácias de antemano por este debate.
Y concluyo tal cuál usted hizo: por una ley dónde todos seamos actores y ejecutores, pero entiendo ésto difícil, en el sentido de que las ganas y el revivir nace de uno: intrínseco total no cree? a partir establece alianzas y comparte….y seguría pero me voy a trabajar con peques de 4 años, por ahora.
Recuedo haber tenido en el terciario una profesora de pedagogía que me mandó a rendir y me hizo hacer una monografía de Posmodernidad.Ahora me doy cuenta que, mis compañeros y yo teníamos razón, nunca nos enseño nada aprendimos de las charlas entre compañeros sobre el comportamiento de cada uno de nuestros hijos en una hora en que otro profesor nos prestaba su oido.Gracias Ricardo.
No por esto quiero decir que los Pedagogos no sean de mi agrado, mi opinión cambio al conocer a Santos Guerra.