Un accidente costero

13 Dic

3807662_a048c42bbd_m.jpg En la hermosa ciudad argentina de Mar del Plata impartí hace unas semanas una conferencia sobre evaluación educativa. Al terminar la sesión, una profesora se me acercó y me contó esta significativa y simpática anécdota. A su hijo (no sé de cuántos años) le pidieron en la clase que dibujase un accidente costero. El niño pintó una orilla de mar en la que se veía a dos personas, un adulto y un niño.
– ¿Qué accidente costero has pintado tú?, le preguntó el profesor, sorprendido por el dibujo.
– Un día que fuimos de excusión papá y yo a la orilla del mar. Y yo sufrí un accidente porque me caí y me hice daño en una pierna. Eso es un accidente costero.
Exacto. Un accidente costero.
La respuesta fue considerada errónea y fue calificada con un cero. Se trataba, sin embargo, de una respuesta lógica. Si el niño hubiera reproducido un gráfico visto en el libro de texto sin entender, por ejemplo, el concepto de cabo, es probable que hubiera tenido una valoración positiva.

La evaluación que hacemos en las aulas suele tener un acentuado componente memorístico. ¡Claro que es necesaria la memoria! No seré yo quien la condene. El ser humano está amasado de memoria. Pero, además de repetir, podemos comprender, pensar, analizar, comparar, opinar, crear. Si hiciéramos una relación de las tareas intelectuales que se pueden realizar en un aula, veríamos que la gama es amplia y diversa: memorizar (sin comprender), aprender algoritmos (es decir, los pasos), comprender, analizar, opinar, indagar, inventar…
Si le preguntamos a alguien de dónde a dónde van las tareas más potentes intelectualmente (todas ellas son importantes y necesarias, ya lo sé) es probable que nos diga que están clasificadas de menos a más. Pero si comprobamos qué tareas están más presentes en las evaluaciones, es probable que la clasificación esté invertida. De esta manera, con la forma de hacer evaluación estaríamos potenciando las tareas intelectualmente más pobres. No podemos olvidar que la evaluación condiciona todo el proceso de enseñanza aprendizaje. Porque los alumnos (y los padres y la sociedad) lo que demandan sobre todo no es el aprendizaje sino el aprobado.
Claro que cuando se piden respuestas de carácter repetitivo la corrección es más sencilla, más rápida y más segura. En caso de que haya reclamaciones, la justificación será mucho más contundente. “Lo tienes mal”, y ya está. En caso de que los padres u otros agentes demanden explicaciones, la respuesta será muy simple: “Había que poner esto y ha puesto esto otro. O nada”. El niño del accidente costero tiene que saber qué contenido semántico tiene esa expresión. Tiene que saber qué es un accidente costero. Pero ha razonado correctamente. Ha pensado por sí mismo, no se ha limitado a repetir de memoria una definición o un concepto que acaso no ha entendido.
Se han hecho investigaciones que demuestran que para que haya rigor en la corrección de ejercicios de ciencias harían falta, al menos, doce correctores. Se me dirá que la solución a un problema matemático tiene una sola interpretación correcta. No es así. Demos el mismo ejercicio a varios correctores.
– Uno califica con cero un ejercicio porque el alumno se olvidó de añadir kilogramos al número exacto de la respuesta.
– Otro, por ese olvido, sólo le resta unas décimas.
– Otro no dará por buena la solución porque no se alcanzó por el método explicado en el aula.
– Alguien tendrá muy en cuenta la expresión matemática.
– Hay quien dará mucho peso a la claridad de la letra o las faltas de ortografía.
Razones discutibles, pero lógicas. Hay otros factores que condicionan la calificación y que tienen poco que ver con la lógica (y menos con la ética)
– Perdió el equipo del que el profesor es un forofo empedernido.
– El evaluador tuvo una horrible discusión con pareja e inmediatamente se puso a corregir.
– El dolor de estómago que sufría mientras corregía los ejercicios era insoportable.
– Antes del ejercicio en cuestión había evaluado un trabajo sobresaliente.
– El alumno que ha hecho el ejercicio ha tenido un comportamiento inaceptable toda la semana.
En el caso de ejercicios de letras, para garantizar el rigor, harían falta más de cien correctores. El primer año que impartí docencia en Primaria, pedí a mis alumnos que contasen por escrito una historia. Uno de aquellos niños comenzó su redacción de la siguiente manera: “Aquella mañana el príncipe salió cabalgando en todas las direcciones”. Me pareció una forma maravillosa de expresar una idea. Otro corrector podría haberle dicho que eso que había escrito era completamente imposible.
Dejo al margen una cadena de cuestiones más complejas e importantes: ¿Lo que se estudia es lo que más importa estudiar?, ¿se aprende con esos métodos?, ¿se sabe si se ha aprendido con esa forma de hacer evaluación?, ¿qué han aprendido por el hecho de haber intentado aprenderlo y evaluarlo de esa manera?…. No hay formas inequívocas de saber si se ha aprendido. Por eso debemos ser flexibles (no dogmáticos en la evaluación). Necesitamos saber lo que dicen y aquello que han querido decir. Necesitamos conocer qué es lo que realmente saben. Un accidente costero, efectivamente, puede ser una caída que un niño ha sufrido en la costa.:
En un interesante libro que acaba de publicar Philippe Perrenoud titulado “La evaluación de los alumnos”, dice este destacado sociólogo suizo: “Cuando la evaluación se hace formativa, se transforma en una dimensión del acto de enseñar y de las situaciones didácticas. Es más fecundo pensarla en el marco de un enfoque global de los procesos de regulación de los aprendizajes y como componente de una situación y un dispositivo didácticos, más bien que como práctica evaluativa distinta”. La evaluación de los alumnos ha de ser un camino que nos lleve a la mejora del proceso de enseñanza y aprendizaje.

17 respuestas a «Un accidente costero»

  1. Cuanta realidad!!! desde que inicie mi carrera docente (hace casi 30 años)la evaluación ha sido un tema siempre presente; y hoy Ud., con pocas palabras, ha graficado lo que sucede dentro de las Instituciones escolares, las que habitamos , algunos con más apertura que otros, para compartir y aprender con los niños a diario. Para que la equivocación sea un motivo de crecimiento, de ahondar en el tema, de ampliar lo que ya se sabe.
    Ojalá muchos podamos ver al principe cabalgando en todas las direcciones, y hacer que el paso por la etapa de la escolaridad sea placentero y no que con el correr de los años se transforme en un trauma.
    Desde Entre Rios, Argentina, Muchas Gracias por sus mensajes de cada semana; que al igual que a un niño nos ayudan a crecer y a ver al mundo con otros ojos.
    Afectuosamente Cristina

  2. Yo pienso que siempre debemos rescatar lo positivo de la evaluación. Evaluar forma parte del aprendizaje. Antes de poner una norta baja frustrante y amargante, pienso: ¿A quién favorece la mala nota? A mí, no. A mi alumno, menos. Partamos de ese error para poner en claro las cosas y tratar de acercar al alumno a la verdad, porque nadie es el dueño de la verdad, verdades las hay, y muchas, cada quien tiene la suya. Mostremos el camino que a nosotros, por la preparación, la experiencia y el camino de vida que llevamos recorrido antes que ellos, cremos correcto, sólo eso, creamos correcto. Sólo el amor y la vocación docente te pueden llevar a hacer de un error una situación de aprendizaje.
    Pasen ustedes muy buenos días.

  3. S`lo me vienen estas dos palabras suyas, Don Miguel “EVALUAR, es, COMPRENDER. dESDE villa marìa cordoba argentina, saludos navideños anticipados NOELIA STANG

  4. Les pregunto en un examen a los alumnos de 2º de ESO (13 años): – ¿Es correcto decir, desde el punto de vista físico, que una persona tiene un peso de 40 kg?

    Algunos respondieron:

    – No, porque unas pueden ser más gordas que otras.
    O bien:

  5. En los correos graciosos en cadena esos que solemos recibir, suelen venir de vez en cuando esos repertorios de “disparates de exámenes” de alumnos. A menudo a mi me parece que los tales disparates no son tales, sino peguntas mal hechas, o aplicaciones de la plantilla escolar que ya perdieron de vista el uso normal o espontáneo de la lengua o de la cabeza.
    Me viene a la memoria éste:

    “Colón descubrió América en …”

    Respuesta: “…barco”

    Y esto circula como respuesta disparatada para que nos riamos. Creo que sí tiene gracia, pero no en el sentido que le dio quien la incluyó en el repertorio de supuestos disparates.

  6. Entiendo entonces que todo ejercicio y/o examen corregido carece de rigor-a no ser que prefiera pensar que valgo por doce-.Creo que la mayoría de profesores somos suficientemente responsables ante la evaluación para que no nos afecten las cuestiones personales o que pierda el madrid o los trabajos peores y/o mejores de otros alumnos. Este señor olvida que los criterios de corrección los conoce el alumno día a día , hora a hora, en cada clase, minuto a minuto le hacemos hincapie en la importancia de la claridad en la exposición del planteamiento , de la presentación, gramática, ortografía-incluidas tildes- de la importancia de que el resultado sea lógico, que se paren a leer el enunciado, y a comprobar las soluciones, les hemos hecho los ejercicios/problemas previamente para que sepan qué y cómo se les va a pedir en el examen. También potenciamos la individualidad en la resolución de problemas siempre que se sustente su razonamiento. Así que no me venga con razones discutibles y menos con las poco éticas.Siempre dejando en mal lugar al profesor!!!
    Su estilo es hacernos sentir lo mal que lo estamos haciendo y luego plantar soluciones maravillosas y mágicas como ésta:

    En un interesante libro que acaba de publicar Philippe Perrenoud titulado “La evaluación de los alumnos”, dice este destacado sociólogo suizo: “Cuando la evaluación se hace formativa, se transforma en una dimensión del acto de enseñar y de las situaciones didácticas. Es más fecundo pensarla en el marco de un enfoque global de los procesos de regulación de los aprendizajes y como componente de una situación y un dispositivo didácticos, más bien que como práctica evaluativa distinta”. La evaluación de los alumnos ha de ser un camino que nos lleve a la mejora del proceso de enseñanza y aprendizaje.

    Seguiré haciéndolo como he aprendido veintiún año atrás, examen a examen , hora tras hora de revisar examenes, enseñándoles a los alumnos sus exámenes,explicándoles cómo les he corregido y escuchando sus sugerencias, a ellos sí les hago caso pues sus reivindicaciones sobre cómo deben ser evaluados sí son claras.

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  7. Evaluar es un tema sumamente complejo, porque evaluar no es solo tomar un exámen y ver cuanto saben niñas y niños o adolescentes o jóvenes o adultos… Al evaluar en la escuela solo se tiene en cuenta el resultado de algunas lecciones y de pruebas escritas. En muchos casos se olvida el docente de lo que pasa cada día. De cuanto atiende, entiende, participa, aporta, se comporta a lo largo de las clases ese alumno del que a veces no sabe ni el nombre…
    Lo que muchas veces me sorprende es que en las evaluaciones los alumnos y alumnas no contestan no porque no saben, sino porque no entienden lo que se les está preguntando…
    Lo lamentable es que las cosas se siguen haciendo como hace veinte años… o más…
    Lo cierto es que a pesar de los sistemas educativos caducos y de todos los problemas que existen en educación, hay maestras y maestros que hacen las cosas bien. Claro, eso no da prensa…

  8. Estimada Manoli el problema no radica en que realices una evaluacion y la corrijas sino en el sentido que tiene lo que estas evaluando,o sea cual es el objetivo de los aprendizajes si de lo que se trata es de cumplir el expedientes de impartir el curriculum prescrito no tienes porque preocuparte y puedes seguir otros 21 años haciendo lo mismo,lograras que tus alumnos aprendan unos contenidos que olvidaran a los pocos años, sino a las pocas semanas de haber realizado el pertinente examen. Ahora bien si lo que quieres es que desarrollen su potencial aprendan a encontrar un sentido a lo aprendido,a buscar soluciones a los problemas reales y llevarlas a cabo probablemente debas plantearte al menos la necesidad de hacer algo mas,porque los modelos de evaluacion habituales se han mostrado muy poco eficaces a la hora de valorar el desarrollo del potencial del alumnado.Si tienes un poco de tiempo y pocos prejuicios te aconsejo la lectura de la obra de Sternberg en la que se justifica la necesidad de replantearse los sistemas de evaluacion.

  9. Sir Ernest Rutherford, presidente de la Sociedad Real Británica y Premio Nobel de Química en 1908, contaba la siguiente anécdota:
    Hace algún tiempo, recibí la llamada de un colega. Estaba a punto de poner un cero a un estudiante por la respuesta que había dado en un problema de física, pese a que éste afirmaba con rotundidad que su respuesta era absolutamente acertada.
    Profesores y estudiantes acordaron pedir arbitraje de alguien imparcial y fui elegido yo.
    Leí la pregunta del examen y decía: “Demuestre cómo es posible determinar la altura de un edificio con la ayuda de un barómetro”.
    El estudiante había respondido: “Lleva el barómetro a la azotea del edificio y átale una cuerda muy larga. Descuélgalo hasta la base del edificio, marca y mide. La longitud de la cuerda es igual a la longitud del edificio”.
    Realmente, el estudiante había planteado un serio problema con la resolución del ejercicio, porque había respondido a la pregunta correcta y completamente. Por otro lado, si se le concedía la máxima puntuación, podría alterar el promedio de sus de estudios, obtener una nota más alta y así certificar su alto nivel en física; pero la respuesta no confirmaba que el estudiante tuviera ese nivel.
    Sugerí que se le diera al alumno otra oportunidad.
    Le concedí seis minutos para que me respondiera la misma pregunta pero esta vez con la advertencia de que en la respuesta debía demostrar sus conocimientos de física.
    Habían pasado cinco minutos y el estudiante no había escrito nada.
    Le pregunté si deseaba marcharse, pero me contestó que tenía muchas respuestas al problema. Su dificultad era elegir la mejor de todas.
    Me excusé por interrumpirle y le rogué que continuara.
    En el minuto que le quedaba escribió la siguiente respuesta:
    “Coge el barómetro y lánzalo al suelo desde la azotea del edificio, calcula el tiempo de caída con un cronómetro. Después aplica la fórmula altura = 0,5 por A por T2. Y así obtenemos la altura del edificio”.
    En este punto le pregunté a mi colega si el estudiante se podía retirar.
    Le dió la nota más alta.
    Tras abandonar el despacho, me reencontré con el estudiante y le pedí que me contara sus otras respuestas a la pregunta.
    Bueno, respondió, hay muchas maneras, por ejemplo, coges el barómetro en un día soleado y mides la altura del barómetro y la longitud de su sombra. Si medimos a continuación la longitud de la sombra del edificio y aplicamos una simple proporción, obtendremos también la altura del edificio.
    Perfecto, le dije, ¿y de otra manera?
    Sí, contestó; este es un procedimiento muy básico para medir un edificio, pero también sirve. En este método, coges el barómetro y te sitúas en las escaleras del edificio en la planta baja. Según subes las escaleras, vas marcando la altura del barómetro y cuentas el número de marcas hasta la azotea. Multiplicas al final la altura del barómetro por el número de marcas que has hecho y ya tienes la altura. Este es un método muy directo.
    Por supuesto, si lo que quiere es un procedimiento más sofisticado, puede atar el barómetro a una cuerda y moverlo como si fuera un péndulo. Si calculamos que cuando el barómetro está a la altura de la azotea la gravedad es cero y si tenemos en cuenta la medida de la aceleración de la gravedad al descender el barómetro en trayectoria circular al pasar por la perpendicular del edificio, de la diferencia de estos valores, y aplicando una sencilla formula trigonométrica, podríamos calcular, sin duda, la altura del edificio.
    En este mismo estilo de sistema, atas el barómetro a una cuerda y lo descuelgas desde la azotea a la calle. Usándolo como un péndulo puedes calcular la altura midiendo su período de precesión.
    En fin, concluyó, existen otras muchas maneras.
    Probablemente, siguió, la mejor sea coger el barómetro y golpear con él la puerta de la casa del conserje. Cuando abra, decirle: señor conserje, aquí tengo un bonito barómetro. Si usted me dice la altura de este edificio, se lo regalo.
    En este momento de la conversación, le pregunté si no conocía la respuesta convencional al problema (la diferencia de presión marcada por un barómetro en dos lugares diferentes nos proporciona la diferencia de altura entre ambos lugares).
    Evidentemente, dijo que la conocía, pero que durante sus estudios sus profesores habían intentado “enseñarle a pensar”.
    El estudiante se llamaba Niels Bohr, físico danés, premio Nobel de Física en 1922, más conocido por ser el primero en proponer el modelo de átomo con protones y neutrones y los electrones que lo rodeaban. Fue fundamentalmente un innovador de la teoría cuántica.

  10. MIGUEL ANGEL APROVECHO ESTE TU ESPACIO, PRIMERO PARA FELICITARTE POR EL BLOG DE ESTA SEMANA, Y SEGUNDO PARA COMPARTIR CONTIGO ALGO QUE ME LLENA DE EMOCIÓN…ESTE 2008 BUSQUÉ MIS RAÍCES Y LAS ENCONTRÉ…LUEGO ME PROPUSE TRAMITAR MI CIUDADANÍA ESPAÑOLA INICIANDO EN EL CONSULADO DE ESPAÑA EN BUENOS AIRES TODOS LOS TRÁMITES REQUERIDOS…CUMPLÍ TODO…PERO HOY RECIBÍ UN LLAMADO DEL CONSULADO DICIENDO QUE TENGO REGISTRADO MI NACIMIENTO DESDE EL AÑO 1961, ESTO LO DESCONOCÍA, PERO ME LLENÓ DE EMOCIÓN…SOY ESPAÑOLA DESDE HACE 48 AÑOS SIN SABERLO…
    TAMBIÉN TE QUIERO COMENTAR QUE HOY RECIBÍ LA VISITA DE LA PROMOTORA DE SANTILLANA Y ME COMUNICÓ QUE ESTE 2009 NO SE HACE EL CONGRESO, PUES NO PUEDEN TENER TANTO GASTO…ME INSPIRA PARA VIAJAR A MÁLAGA Y BUSCARTE…HOY ME HE ENTERADO QUE SOY MALAGUEÑA…HERENCIA DE MI PADRE FERNANDO MARÍN JIMÉNEZ…
    PERDONA QUE UTILIZE ESTE MEDIO PARA CONTAR MIS COSAS, PERO NO SÉ DONDE HACERLO PARA QUE SEA ALGO MÁS PERSONAL…
    MUY FELICES NAVIDADES Y AÑO NUEVO…ESPERO ACUSE DE RECIBO…trinitajim@yahoo.com.ar
    MI CARIÑO A TÍ Y A TODA ESPAÑA…LOS QUIERO COMO ARGENTINA…COMO DOCENTE…Y COMO PERSONA COMPROMETIDA CON EL OTRO…TRINI
    A MI COLEGA NANCY MANZUR , ÁNIMO PARA SEGUIR TRANSITANDO ESTE HERMOSO CAMINO…FELICIDADES

  11. Estoy totalmente de acuerdo con lo que expones en el artículo. Especialmente, subrayo el concepto de flexibilidad que se requiere y el potencial que encierra la evaluación formativa, así como la dificultad de la evaluación objetiva en términos absolutos.

    ¡Excelentes plantemientos! ¡Felicidades!

  12. Miguel Ángel:

    Tuve la posibilidad de participar de su conferencia sobre Evaluación que se realizó en la ciudad de Malargüe, de la Provincia de Mendoza, Rep. Argentina. Me costó mucho salir de casa, recorrer 200 km hasta llegar al lugar, pero no me arrepiento… gracias por llegar con su mensaje optimista, de amor y verdad a tantos docentes.Mary

  13. He ingresado al blog ayer y hoy, dando lectura a varios de los articulos publicados, la verdad de muy buenos e interesantes (al igual que sus conferencias). Espero regrese pronto a Malargüe para poder disfrutar nuevamente de sus exposiciones. Muchas gracias por cruzar el charco para llegar con sus saberes y experiencias a nosotros.

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