Acaba la temporada de barbecho y volvemos a la tele. Qué ganas. Este lunes, 3 de octubre, a las 20.30, comenzamos Llegó la Noche. Un nuevo programa, otra aventura en 101TV en la que, como siempre, intentaremos que cualquier cosa pueda ocurrir, y ocurra. Otra vez, nueva temporada. Otra vez, esa emoción que se desborda, la electricidad, el pulso y las ganas de no dejar de disparar a todo lo que se mueve. Otra vez, la suerte de contar historias y hacer que alguien se lo pase bien al otro lado, que disfrute, se entretenga, se informe, reflexione, se emocione y que, por un instante, por un segundo, alguien sonría.
Ni siquiera pretendemos carcajadas, o sí, pero una sonrisa cómplice sería suficiente. Valdría la pena. Algo de complicidad con el espectador que es amigo, familia, casa…, cuando llega a su salón, cuando enciende la pequeña pantalla y se relaja en familia. Volvemos a la tele con el objetivo de hacer buena tele. No es poco. En verdad, es una osadía, una inconsciencia, un mandato. Hacer buena tele, supongo, que es hacer buena vida. Hacer un programa de tele que sea la vida sería el secreto, pero una vida de verdad, sin filtros, sin postureo, sin manipulación, una vida real vivida a tope. Dicen que en la tele “todo es mentira” pero no es verdad. La buena tele es una buena vida y es de verdad.
Llevamos casi un año pensando este formato: Llegó la Noche, como una especie de spin off de Llegó la Hora que, por cierto, seguiremos haciendo en el horario de la siesta y con el que cumplimos siete temporadas. Gracias por la confianza. Algo así como otra vuelta de tuerca, a lo Henry James, un paso más, la necesidad de crecer, de seguir adelante, siempre adelante… Un año, dándole vueltas a un programa que volverá a juntar a amigos, a contar historias, a conversar, como decía García Márquez “un conversatorio”, de buenrrollo, de cumbia madre, para disfrutar de lo vuestro que es lo nuestro y de lo de los demás que es lo de todos.
Por delante, pondremos un principio fundante y básico: no aburrir bajo ningún concepto y no tomarse demasiado en serio. En la tele, como en la vida entiendo, la única manera de tomarse en serio es no tomarse demasiado en serio. Reírnos de todo y de todos, hay excepciones, siempre se puede hacer humor pero no en todos los sitios. Reírnos de todo significa que me río, en primer lugar de mí mismo pero, por lo tanto y sin excepción, que me río de todo lo demás: de ellos, de nosotros, de vosotros, de todos, de ti también, amigo lector, claro, y de mí, ya digo, y así… Una risa y un buenrrollo que sume, que multiplique, pero que en ningún caso reste y menos divida.
Llegó la Noche volverá a juntar amigos. Sí, si de algo me siento orgulloso es de hacer mi trabajo con amigos, con gente a la que quiero y admiro, cada uno es su campo. Poder tener a un equipo que quieres y admiras cerca, colaboradores, contertulios, los de la técnica, en redacción, producción, y que te enseñen de lo suyo y con los que además lo pases bien, es lo mejor de este trabajo de la tele. Y luego llegan los invitados, un día, por primera vez, abogados, artistas, médicos, un vecino, un arqueólogo, un biólogo, yo qué sé, por ejemplo, el hombre del tiempo, y les descubres, y recuerdas aquello que decía mamá de “los desconocidos son amigos que no nos han presentado”, y sientes que te deslumbran con lo que traen y que ya no te sueltan. La suerte de esta profesión no es tener un programa en la tele, como muchos creen, sino poder tener tan cerca a tanta gente extraordinaria.
En fin, que podría estar horas escribiendo sobre mi pasión que es, afortunadamente, mi trabajo. Estoy pensando en el libro. Cada párrafo sería un capítulo. Escribir sobre las ideas locas que se convierten en gags a la caída de la noche, sobre el delirio del directo como un sueño y la psicosis de la producción como una enfermedad, que se lo digan a Carbajo, y todos y cada uno de los maravillosos accidentes que nadie debe conocer, sobre la química, la impro, los desvelos, las escaletas, los madrugones, el vaciado de la prensa, el hambre de contar la vida a nuestra manera, las cosas que se dicen por el famoso pinganillo… Podría seguir pero paro.
Es posible que hasta alturas de la columna alguno os estéis preguntando “pero, ¿de qué va el programa? ¿de qué va Llegó la Noche? Solo diré una cosa: “tendréis que verlo”. Y solo diré que será un programa orgánico, vivo, con margen de crecer y hundirse para luego tener que levantarse, un programa nuevo cada día, cada noche, una quedada, con un gran invitado y más amigos, juntándonos para hacer algo juntos pensando en todos y cada uno de vosotros o, al menos, en uno de vosotros que no es poco. En verdad, es todo.
Quedan horas para empezar nuestro nuevo programa, Llegó la Noche, junto al Llegó la Hora, con novedades, cumpliendo 10 años en 101TV, qué fuerte, y saliendo de Málaga, ahora para Andalucía. Atención: vamos a ser la primera tele en la historia autonómica, privada y hecha desde Málaga. Muy ilusionante. Meses de trabajo y hambre. Espero que os guste, le hemos puesto mucho amor. Ah, por último que siempre es lo primero. Gracias, gracias a todos los que lo hacéis posible, desde el que ve el programa, el que lo hace y el que, por supuesto, lo paga. Gracias por la confianza. Sois geniales. Sois casa. Sois Llegó.