PA-TA-TA

11 Dic
Maqueta de PA-TA-TA.

Sonrían, digan “pa-ta-ta”. Hoy es otro día, quizás el mejor de todos, uno más y mejor. Sé lo que están pensando -que si la sexta ola, que si los precios, que si se le ha roto nevera “y hay que comprar otra con la de gastos de este mes”- pero, a estas alturas, da igual. Relájese. Respire. Javier Puche dice que “la realidad se salva porque existe el mar, esa ficción azul”. Le doy la razón a Javi, le doy un Like y se lo compro todo. Puche es uno de los tipos más listos que conozco. Coja aire, respire, sonría. Al fin y al cabo, vivimos frente a un milagro, el Mar Mediterráneo. Brindemos, vivamos a tope. Saquemos algo bueno de todo esto. La vida es acojonante.

Una buena manera de tomarse la vida en serio, atenta y en marcha, no necesariamente productiva, es no tomársela muy en serio. Vivir ajeno, sin peso en la mochila, sobrevolar los mapas y a algunas personas que son muuuy pesadas. La imagen de uno mismo progresivamente relativizada, sin rebasarse, la imagen de un hombre corriente, un buen hombre, sin vocación de eternidad. Saben, les diré un secreto: de joven quería ser un santo, más tarde quise ser un genio, ahora solo quiero mirar el mar. Esa es la idea, una de mis lecciones favoritas de vida… El mar, en definitiva.

Uno, que ya lleva unos años en el río incansable de los medios, el escaparate y el ruido incesante de la promoción, y que los ha visto de todos los colores, sigue confiando en la sencillez, en lo ingenuo digamos. He visto hombres fatuos, distantes desde su terrible pedestal, jóvenes voraces que, con falsa humildad, pedían a gritos un club de fans, señoras vampiresas que te besaban y te chupaban la sangre hasta enfermar. Uno, que aún está empezando, se coloca en el lado de los que han perdido todas las batallas.

Levantarse de una siesta, escuchar cómo cae la tarde sobre el campo de naranjos silvestres, mirar el Mar Mediterráneo inmenso, manso, un mar de diciembre, y observar atónito como un sargo, aburrido en su propia rutina, asoma la espina dorsal primero y la cabeza después sobre la imaginada línea del horizonte. Aún no lo sabe, el sargo digo, lo sabrá quizás en unos segundos, que acaba de llegar al paraíso.

La vida es corta, el arte es largo y nada es del todo tan importante. Es por ello que solicito un decidido SÍ a propósito de la vecindad, del contacto, de las manos, de los abrazos que superen los seis segundos, de los besos eternos y del amor desnudo entre sábanas blancas y mensajes clandestinos por Messenger. Es por ello que solicito una vida vivida, una vida plena, como diría Pau Donés, “un vidón”.

Solicito ser payaso que es una cosa muy seria y muy importante. No tomarse nada muy serio significa jugar más, vivir más, bajar a los políticos, a las estrellas de la tele de sus tablas y burlarse con perspectiva. Disfrutar del día a día y de cada uno de nosotros, de nuestra inmensa intimidad. Solicito ser un payaso, ya digo, surfeando las olas del Mar Mediterráneo que ahora tengo enfrente. Ser un buen payaso, insisto, es algo muy serio.

Da igual la fórmula matemática, escriban aquí la suya (………………), su fórmula insisto. La mía sería algo así como que hagan más el amor, hagan más el humor, más el error… Proyecten más emociones inventadas que vividas, llámenlo fragilidad o frivolidad, jueguen a ser jugadores, rebajen las tensiones, paso corto, vista larga y un chiste malo, no me sean los más ricos del cementerio y sobrelleven a los “sin vida”.

Sí, amigos, los que me conocen lo saben: me río de todo. Eso significa que me río de mí, el primero, pero que también me río de usted. En serio, me río de todo. De eso se trata. Sí, lo sé, sé lo que están pensando, que esta columna es muy rara y que no sé de que va la cosa. Yo tampoco. Sólo sé que me gustaría que esta columna fuera como el anuncio de Campofrío y deciros que la vida no acojona, que vivir es acojonante.

Amigos, termino. No se tomen la vida tan en serio. La risa es una característica única de los seres humanos y ya el viejo Darwin apuntaba que el sentido del humor era propio de la evolución y que la risa era un acto social y que es buena siempre. Quiten peso a la mochila, sobrevuelen los mapas, sobrevuelen a los pesados -en la vida se puede ser de todo, menos pesado-, apuesten por lo sencillo, por lo ingenuo. Es más fácil reír en grupo que estando solo. Es mejor una risa generosa con un amigo que un emoticono de Whatsapp que llora de artificial alegría. Rían, rían, ríanse de ellos, de ustedes, de nosotros, de mí, por favor, se lo pido… De verdad, nada es tan importante. Sonrían y digan “pa-ta-ta”.

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