Por favor, políticos, escuchen los datos objetivos, sin intereses, sobre valores absolutos y relativos, porque en todos los datos perdemos y porque no podemos perder más tiempo, porque el tiempo perdido son enfermos y muertos, y ruina para todos, y ya no queda tiempo, ni queremos más enfermos ni muertos, ni más ruina, y porque nos va la vida en ello.
Escuchen a los científicos que redactan informes que envían al ministerio, sin recibir respuesta, informes olvidados en bandejas de entrada, informes que exigen planes contundentes desde la raíz, planes dinámicos, no estáticos, elásticos que puedan variar en horas y en espacios, planes sin intereses partidista y con altos intereses generales. Entiendan que la capacidad de liderazgo se mide por la capacidad de adaptación.
Escuchen el clamor de la gente, los ecos tremendos del hartazgo y la desafección, la rabia contenida, no por mucho tiempo, del que cansado ve como pierde a chorros la esperanza. Recuperar el capital humano, gestionar esa ingente frustración costará décadas y nos puede llevar a los extremismos, al populismo, al pasado, y ustedes serán los responsables.
Escuchen, se lo pido, a las principales sociedades del país que les reclaman que abandonen la disputa política a la hora de tomar decisiones y que sus decisiones, que serán las nuestras y serán definitivas, se basen en criterios estrictamente científicos. Ya llegará la política de trinchera y la factura final. Escuchen que la unidad y el liderazgo son imprescindibles en esta extraña batalla.
Escúchense. Sí, escuchen sus declaraciones, su fuego cruzado y su fango, con el que no avanzamos, con el que seguimos siendo el país con las perores consecuencias sanitarias y económicas de nuestro entorno. Es obsceno, vergonzoso, ver cómo luchan en el barro mientras muere otro de los nuestros, mientras se cierra el siguiente negocio. Cuando soplan vientos de cambio, algunos construyen muros. Otros molinos. Escúchense.
Escuchen a la comunidad científica, y no tanto a sus jefes de gabinete, y aprendamos que la buena educación es siempre una inversión y que la mala siempre sale cara, y que cuando se forman a buenos médicos no se les puede dejar volar a Inglaterra o Alemania , hala, Auf Wiedersehen, porque siendo así es un mal negocio y ya estamos mayores y muy cansados para malos negocios.
Escuchen a The Lancet, por ejemplo, que pone el foco en el conocimiento de la infección, la participación de la comunidad, la capacidad de salud pública, la calidad del sistema de salud nacional… O sea, trabajen en la prevención, más vale prevenir que curar, antes que en las UCI, en las camas o en respiradores automáticos que también, piensen antes en el personal sanitario en cantidad y calidad, en las medidas de control fronterizo, en el rastreo, en una App eficiente y obligatoria…
Escuchen las experiencias de otros países, en Italia, donde se mantuvo el Estado de Alarma, se bloquearon fronteras y se limitó el botellón. O en Francia, donde se unieron todas las administraciones ante el confinamiento de París. O en Nueva York donde se apuntaron 180.000 personas para ser rastreadores en un curso, atención, de solo cinco horas. O en Dinamarca donde el sistema educativo es mixto, flexible y se puede trabajar de manera telemática, y se ha proyectado un sistema de conciliación que evita males mayores.
Escuchen a los expertos en Big Data y aprendamos que los datos son trascendentales a esta altura de la historia, que son conocimiento, y que debemos trabajar con datos de calidad, datos que se puedan cruzar con otras bases de datos inteligentes y que, casi en tiempo real, nos ofrezcan soluciones prácticas. Se trata de metodología, de matemáticas. Escuchen a los números, bien usados no mienten.
Escuchen, se lo ruego, a los que llamamos un día sí y otro también a la calma, al espacio común, al consenso… Ahora, más que nunca, es fundamental la unidad. No pueden, ni deben solapar convocatorias de prensa, ni liarnos con datos sesgados, ni enfrentar a las administraciones confundiendo a todos… No pueden a estas alturas, siete meses después de la explosión, hablar de sentarse para fijar una reunión que, cuando las agendas lo permitan, sirva para emplazarnos en otra cita que valga para empezar a ponerse de acuerdo. En este tiempo de incertidumbre necesitamos bajar el balón, alejarnos del desconcierto y ser eficientes.
Escuchen, y termino ya, a los científicos que nos pronostican tiempos muy difíciles y escuchen a la gran mayoría de los ciudadanos que están confusos y hartos. Necesitamos silencio, unidad y liderazgo real, no de postureo ni de manual. Escuchen, políticos, porque les necesitamos al cien por cien y porque vamos a tener (ya tenemos), otra vez, las urgencias sanitarias llenas de gente y datos insoportables y enfermos y muertos, y ruina, y mucha pena…, y porque nos va la vida en ello.
Buen discurso, Roberto. Lástima que nuestros políticos no están a la altura de las circunstancias;están en sus pequeñas guerras, sin visión alguna de estado, de los intereses generales.