Algo perfectamente serio

24 Abr
Agencia Efe.
Agencia Efe.

Escribir bajo un fuego cruzado y recordar a Machado, ese Machado, poeta y sabio, español vapuleado: “El golpe de un ataúd en tierra es algo perfectamente serio”, escribió, y yo me pregunto qué cara debió poner Galileo al observar el espacio, por primera vez, a través de su telescopio. Ahora nuestra cara debe tener algo de Galileo y de Machado, una “cara de alobao” que diría mi madre, como de golpe de seco, de ataúd en tierra.

Estos días recuerdo una imagen, como un sueño recurrente, aquella del tsunami de Indonesia. Unos turistas miran llegar la gran ola, en la playa, petrificados, como estatuas de sal. Ven cómo el mar se les echa encima para siempre, engullendoles, y no hacen nada. Cuando veía esa imagen, me preguntaba cómo era posible que no echaran a correr. Ahora lo entiendo. Nosotros somos aquellos turistas ingenuos. El tsunami era el Covid-19. Lo vimos venir, China, Italia…, pero no supimos hacer nada, inmóviles, como estatuas de sal. Ya era tarde.

Será bueno que comencemos admitiendo TODOS, que TODOS llegamos tarde, que no supimos echar a correr, turistas de la vida. Yo, el primero. Escribí columnas minimizando los riesgos, generé editoriales y debates en la tele con una ingenuidad irreprochable. Me equivoqué, y lo confieso, y lo siento de veras. No vi venir el golpe, la urgencia y el KO técnico.

Reconozcamos, es lo mejor que podemos hacer, que el gobierno no lo está haciendo bien, a pesar de los trucos de magia a la hora del Ángelus en Moncloa y del vaivén de la propaganda. Se siguen cometiendo muchos errores y se van a cometer más: la planificación las rectificaciones, la improvisación…  Errores como los que han cometido otros gobiernos -Macron, Johnson, Trump…-, que también rebajaron la importancia e, incluso, se burlaron de la cuestión. Será muy positivo para la terapia de reconstrucción que el gobierno admita su falibilidad y se enmiende. Las elecciones o el parlamento pondrán a Sánchez en su sitio, al tiempo.

Reconozcamos también que la oposición tampoco escuchó el tren ni el estruendo de su impacto contra nosotros. Entre enero y febrero, PP, Ciudadanos y Vox presentaron cientos de propuestas parlamentarias. Ninguna tuvo que ver con el Covid-19 ni con protocolos epidemiológicos. Nadie, desde sus escaños, ni sobre sus dietas intocables, habló de ello. Nadie. Nada.

Entendamos de, una vez, que la crisis tampoco fue vislumbrada por los gobiernos autonómicos. Un solo ejemplo: las residencias, que son competencia de las comunidades, quedaron expuestas a la Parca y al escarnio. Nuestros mayores siguen muriendo a miles por no haber actuado antes. Ninguna Comunidad Autónoma lo hizo. Tampoco en Cataluña, Mertixell, tampoco.

Ni nosotros, los medios de comunicación, que no atisbamos ni de lejos la magnitud de la ola, y nos dejamos llevar por una inercia irreal, como de eclipse, y mirábamos las calles vacías de Milán absortos, y lo contábamos como si Milán no estuviera a dos horas en avión de Málaga y estuviéramos a salvo, ajenos, inexpugnables… Fallamos, no supimos adelantarnos a la noticia. Mal. Otra vez, el océano de sabiduría con un centímetro de profundidad, la prensa.

Cuando reconozcamos todos nuestros errores, todos, todo, será entonces, justo, ahí, cuando comience el camino de la reconstrucción. Cuando superemos esta ceguera lechosa a lo Saramago, o laberíntica y borgiana. Y luego vendrá la factura, y deberemos revisarla, como siempre: la falta de test, las partidas de mascarillas defectuosas, las residencias olvidadas como agujeros, las ruedas de prensa manejadas absurdamente, unas contabilidades de fallecidos que no se cuentan, un personal sanitario a su suerte, mucha muerte y dolor e improvisación, y desconcierto, y miedo… Un gobierno superado, en fin. Habrá que hablar de ello, claro, pero estemos muy atentos porque donde hay cadáveres siempre hay buitres. Mucho cuidado con los buitres.

Todo está cambiando porque todo ha cambiado. Este ya no es el país que crecía al 2% y pensaba en sus vacaciones de verano. Somos otros y necesitamos a otra España, nueva, distinta, mejor, unida… El ejemplo de Madrid, entre Almeida y Maestre, es aire fresco y esperanza. En mi pueblo, en Rincón, todas las fuerzas políticas se han unido para buscar soluciones. Andalucía, hace el gesto entre Moreno y Díaz. La mínima posibilidad, por pequeña que sea, de pacto entre Sánchez y Casado es, al menos, un hilo de humo al que agarrarse.

Winston Churchill, al que todo el mundo cita, de izquierda a derecha, e imita mal, lo primero que hizo para afrontar la tragedia de la II Guerra Mundial fue crear un gobierno de concentración contando con todos los partidos políticos, incluso con Chamberlain, al que detestaba profundamente. Un gobierno de concentración ante el drama que nos está tocando  vivir, ¿se imaginan? La unidad no puede ser solo un slogan.

El asunto es tan serio, tan delicado y exagerado que no vale de nada el odio medido, ni el desánimo, ni las ganas de ganar, porque aquí todos vamos a perder. Pronto, espero que nuestra clase política, como dijo Machado, comprenda que todo esto iba “perfectamente en serio”, que esté a la altura de la sociedad civil, de todos nosotros, y que sepa reconocer lo que no supimos ver, será un primer paso, y que se sepa unir, no para estar unidos sino para hacer algo unidos.

Por cierto, Churchill ganó la II Guerra Mundial, junto a los aliados, y perdió las elecciones. Aviso.

 

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