Todo lo que cabe dentro de una caja

30 Dic
Cajas de Amazon.
Cajas de Amazon.

Un año entero, perfectamente empaquetado con una sonrisa, que llega a tu casa en el tiempo acordado, una caja de Pandora con todos sus vientos y contradicciones, un año dentro de una caja, un año con la confirmación de que se inventa mediante el recuerdo, y de que lo vivido es recuerdo y de que una vez terminado el juego, el rey y el peón vuelven a la misma caja, de Amazon, donde está metido todo este año que terminamos. Año Viejo, 2018.

Un año metido en una caja. “Solemos pensar que los años son departamentos estancos”, me asegura Teodoro León Gross, «sólo eso», añade y asiento…, y pienso en la soledad, en lo que está solo. Los solos de un año. Todos los que están solos. Todo lo que es la soledad es lo que se lleva hasta la soledad. La soledad del corredor de maratón, la soledad del autónomo, la soledad de la viuda, del anciano en una residencia de ancianos, la soledad del grupo de WhatsApp… Dos de cada diez españoles viven solos, casi la mitad de ellos viven así porque no tienen otro remedio. Una epidemia de este tiempo.

Vuelvo a la carga. Aquí, haciendo la mudanza, metiéndolo todo en una caja sobre tiempos líquidos donde se confunden los límites de la libertad de expresión, censura, sentencia y prensa, tiempos líquidos enconados donde nuestros mayores rodean el Congreso e intimidan y se indignan por su dignidad, por la nuestra. Tiempos de una extraña luz pálida, como de eclipse, y vientos de migraciones, exilios, populismo y embargos, Fariña y corrupción en Intermon Oxfam, armas de destrucción masivas sobre Siria y trolls en internet. «Bienvenidos a la gran ceremonia de la confusión», me digo.

Repaso mi agenda en la que he escrito: «permítanme que me presente hoy 8 de marzo de 2018, Día Internacional de la Mujer . Soy Roberto López, soy periodista, soy hombre, y soy uno de vosotras, y juntas, juntos, somos más». Sostengo en este final de año que yo también quiero una sociedad justa e igualitaria; que yo también he deseado “parar el mundo” como forma de exigir la “plena igualdad de derechos y condiciones de vida”; que yo también quiero reivindicar una sociedad libre de opresiones, de explotación y violencias machistas; que yo también grito: ¡BASTA! ante todas las violencias que os atraviesan. Sólo quería decir, ahora, que sí quiere decir sí.

Sigo repasando el año. Pedro Sánchez reconquistando el PSOE, primero, y España, más tarde,  dentro de su Peugeot, parece que sonríe mientras Susana Díaz se despide. Mariano Rajoy, en el reservado de un restaurante de Madrid, fuma y hace balance. Pablo Iglesias, con cara de wéstern. Albert Rivera, bailando solo en la pista y preguntándose dónde están sus aplausos. Un bolso en lugar de un presidente, o mejor, una caja.

«Un año en una caja», vuelvo a escribir. Un año entero de Alzheimer, pececitos y manadas, un año con dos presidentes y una nota final, Cataluña, el desencanto, el Brexit, Trump, Bolsonora y Orbàn, Villarejo y Urdangarín, el Aquarius como una metáfora, la sorpresa del 2D, los VTC y los chalecos amarillos, el bostezo, la ruina, la sombre de la burbuja, las grietas de Facebook, las prisas y la postverdad, VOX, la Casa de Papel y Rosalía, parapléjicos que vuelven a andar y despedidas -la Caballé, Forges, Iñigo, Philip Roth, Stan Lee…-, la simplificación, la huida hacia adelante, el eterno retorno, todo lo que cabe dentro de una caja que sonríe… Una caja, lo dicho.

 

 

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