Junto a la verdad, propiamente afirmada, de un resultado debe tenerse en cuenta el interés, la acción. Lo que limita a lo verdadero no es lo falso sino lo insignificante. La ciencia en España se encuentra, en un posible punto de no retorno, navegando en un auténtico torrente de insignificancia.
Entra Pedro Duque en una sala llena de humo y abre una puerta. Al otro lado, un haz de luz y aire fresco. La sensación de estos días es parecida a esta imagen. El nuevo ministro -que es además un astronauta, y un docente, y un divulgador, y twittero…-, parece que ha abierto una puerta, una salida de emergencia, una rendija a la esperanza que es un flamante aire acondicionado en el desierto.
Un amigo de la universidad, Aníbal, salía con una chica muy lista y muy guapa que cantaba como Patty Smith. Estudiaba químicas, la chica, ya digo, Laura se llamaba, era listísima y consiguió un expediente académico extraordinario. Al acabar la carrera se fue con una beca a Estados Unidos. No se lo pensó. Le pregunté, ingenuamente a Aníbal, porqué y me contestó lacónico: “Roberto, esto es un solar para los científicos”. De aquello, hace ya mucho tiempo.
En una ocasión, le preguntaron a Woody Allen y contestó tartamudeando: “En realidad, prefiero la ciencia a la religión. Si me dan a escoger entre Dios y el aire acondicionado, me quedo con el aire”. Recuerdo también a Larra cuando lo dijo todo en una frase: “escribir en España es llorar”.
Laura, la chica que cantaba como Patty Smith, se marchó y supongo que le va muy bien. Los científicos que se han quedado a trabajar aquí, lo han hecho en condiciones de extrema precariedad, con recursos cada vez más limitados, que a menudo no les permiten ir más allá de la ordinaria administración, y con las ilusiones raquíticas, sabiendo que no hay salida. Los investigadores y los científicos llevan mucho tiempo denunciando la situación en la que se encuentra la ciencia en España.
La ciencia es imprescindible. Se trata de uno de los motores culturales y económicos de un país. No estar cerca de ella, no apoyarla, supone agravar el déficit económico del país y la precarización laboral. Desde hace una década los presupuestos para I+D se han reducido en un 36 por ciento. España ha sido el país occidental que más ha recortado en ciencia durante los años de la crisis. Más datos: el número de patentes producidas se ha reducido en un 60%, se han perdido casi 90.000 empleos y 37.000 jóvenes investigadores, como Laura, la chica que cantaba como Patty Smtih, han tenido que salir del país.
Pedro Duque sale de la sala humeante y sonríe. Unos asistentes rusos le ayudan en el tránsito. Al otro lado de la estancia, un escenario incierto pero sorprendente. Es algo sintético, como un fondo de pantalla, un decorado quizás, sí, pero algo es algo. El público de la sala, que es España, aplaude como en el final de “2001: A Space Odyssey”. La esperanza es lo último que se pierde.
“Los firmantes de esta nota denunciamos la situación de progresivo abandono de la ciencia española provocada por los recortes en la inversión en ciencia por parte del actual gobierno de España”. Así comenzaba el mensaje en una botella que un grupo de científicos lanzaba al mar de nuestros medios de comunicación hace meses. Hoy parece que algo podría moverse. El retraso en un año de la puesta en marcha del nuevo Plan Estatal de Investigación Científica y Técnica y de Innovación 2017-2020 y la incertidumbre sobre los presupuestos económicos y recursos humanos con que se aplicará, están a examen. Estaremos muy atentos a las notas. Pedro Duque, que vuelves de los cielos, no nos falles.