Veo el Festival de Cine de Málaga desde la pupila de la tele, desde el ojo del huracán, desde Larios y el Cervantes, con algunos de sus protagonistas que me hablan, frente algunas de sus pelis… Uno puede atender gustoso a una simple descripción: empezar diciendo cosas como, por ejemplo, es una “maravillosa forma de espectáculo” o, qué sé yo, “un estado evolutivo entre partes de la industria”. Podría decir lo que fuera, en verdad da igual, pero obviaría que esto va de personas, va de nosotros.
Veo a Jaime Ordoñez. Apasionado, al límite, en el inicio del precipicio… Con Jaime no hay filtros, hay verdad, todo es apasionado. Le entrego el Premio Vístete por los Pies, que Calzados Gody, patrocinador, distingue dentro de los actos del Festival de Cine de Málaga. Es un honor. Jaime ganó el año pasado la Biznaga. Me cuenta su último proyecto homérico, cita a clásicos y me recuerda que la única manera de alcanzar la victoria es resistiendo. Jaime es el tipo que mejor llora del cine español.
Veo a Carlos Taillefer, otro loco del cine. Carlos tiene una mirada distinta. Crítica en un artículo de “Málaga Hoy” el Festival de Cine. Sostiene que hemos perdido la identidad, que nunca vino Almodóvar o Amenábar, que nunca en 21 ediciones entregamos un Premio Nacional de Cinematografía, que ya no es un festival español sino en español… La lista es larga y está bien fundamentada, no cae en la maldita autocomplacencia y nos hace preguntarnos cosas. Al enfrentar su argumento con el del periodista Iván Gelibter salen chispas de las buenas y alcanzamos espacios comunes. “No tengo porque tener la razón”, dice Taillefer, en una ocasión, y me conquista.
Veo a Adrián Vereda. Adri, permitidme la licencia, es un grandísimo actor malagueño conocido por uno de los papeles protagonistas en la seri de Atres Media “Allí abajo”. Adri me dice que no quiere ser el típico actor que concede una entrevista y parece gris, serio, aturdido… Nos divertimos hablando, jugando a hacer personajes, recordando… Adrián Vereda es todo lo que se debe de ser cuando se inicia: mucha ilusión, todo corazón, un grandísimo actor, el big-bang unos segundos después de la implosión… Adri me habla también de la última clase magistral de Guillermo del Toro.
Veo a todos lo que estuvieron en la clase magistral del director Guillermo del Toro. Por un instante pienso que media Málaga estuvo allí y que la otra media ha recibido la buena noticia. Me dicen que ha sido de lo mejor del Festival de Cine. No sé si dice mucho de un festival si lo mejor es una ponencia. Creo que lo mejor deberían ser las pelis. Me quedo con el telegráfico mensaje de mi querido Jon Rivero: “Guillermo del Toro. Sencillamente ha estado espectacular. Su amor al cine de forma infinita, nos motivará siempre. Hoy ha levantado a todo un auditorio desde que entró”. Si el tema va de motivación, lo compro.
Veo a Enrique García, director de cine malagueño. A Enrique le conocí, por su obra, a través de 321 Días en Michigan. Tenemos amigos en común y ahora le conozco en persona. Enrique acaba de estrenar Resort Paraíso. Hablamos de cine y de hoteles. Hablamos de amplios pasillos enmoquetados y de cómo desde Stanley Kubrick ningún pasillo de hotel es igual. Todos hemos sentido escalofríos en el pasillo de un hotel vacío. Me explica que el plano del niño y el triciclo solo es una excusa para enseñarnos el hotel, para enseñarnos, de alguna manera, el mapa del terror. Aprendo y, tras la entrevista, nos quedamos largo rato hablando y riendo. Me gusta este tipo, pienso.
Veo a Juanma Lara, Premio a la Trayectoria este año. Juanma es uno de los actores que más trabaja en series y cine, y lo hace con gente con mucho talento. Un actor extenso y versátil. La primera vez que le conocí, cenando en Lo de Vito, me impresionó. Sentí que estaba frente a uno de sus personajes. Después, con el tiempo, siempre ha sido generoso y divertido conmigo. Viene al programa y se emociona cuando le ponemos vídeos de amigos -Salva Reina, Álvaro Carrero…-, hablamos, reímos y termina recordando a su familia. Nos acabamos abrazando y me siento muy pequeño como si fuese casi nada a su lado.