Abuelos que conquistan Manhattan…, y después Berlín

23 Mar
Mani de pensionistas en Madrid.
Mani de pensionistas en Madrid.

Abuelos que compran el pan, abuelos que entran en Facebook, abuelos que ven la televisión a media tarde y bostezan, abuelos divertidos que hacen el tonto y hacen reír a sus nietos, abuelos solos, abuelos generosos, abuelos con miedo, valientes, soñadores…, abuelos que saben lo que quieren y se manifiestan y dicen “ya vale”.

Lo suyo es lo nuestro, es lo de todos. En verdad, lo suyo siempre fue lo nuestro. Una generación abnegada, entregada a no dejarse consumir, a que no les tocaran, porque no nos faltase de nada. Nuestros abuelos, que en mi caso ya son mis padres, mis suegros, mis amigos, están en pie de guerra, han vuelto a echarse a las calles, como hace años, a manifestarse, en este caso por sus pensiones.

Nuestros mayores, bajo sus paraguas, frente al Estado, dignos, altivos, incontestables, contra la injusticia y por la dignidad, manifestándose, ahí, ellos. En esta época de Likes y RT resulta tan necesario, ejemplar y saludable ver su muestra cívica, su talante, su lucha… Qué quieren que les diga: siento envidia.

Abuelos que cargan con sus vidas llenas de sacrificios y denuedos, de satisfacciones, cuestas y batallas; abuelos que, tras recoger a sus nietos en el cole, merienda pan con aceite y café descafeinado; abuelos en las calles, en las plazas, en los bancos de los parques, esperando el autobús para llegar al Centro de Día; abuelos que sueñan con descansar, que sueñan con dejar de soñar con la pensión mínima.

En estas convocatorias no nos jugamos solo las pensiones, sus pensiones, nos jugamos mucho más. Nos jugamos el orgullo, la integridad, el meollo de lo que somos… Nuestro sistema, que es algo así como nuestra espina dorsal, depende de estas pequeñas luchas que, a nuestra generación, parecen lejanas, casi imposibles, veladas. Repito que lo syo es lo nuestro.

Solucionar este extraordinario problema de ingresos y gastos, exige repensar el sistema, replantear el actual modelo de trabajo, mejorar los salarios con empleos de calidad, y asumir que lo público es un juego de solidaridades donde la financiación es cosa de todos.

Abuelos viendo un magazine de mañana, cocinando torrijas, compartiendo en las redes, tomando el vermut, recordando los días de vino y rosas, viajando a Granada, leyendo, con su poca vista, las últimas líneas del prólogo de El Proceso, de Kafka, cuando dice Vices aquello de “despertarse cada mañana conlleva un alto riesgo de incertidumbre”.

Los abuelos de hoy no son los mismo de enotnces. Muchos de los abuelos de este marzo de 2018, se emocionaron en el 68, corrieron contra los grises, surfearon la ola de la movida… Son jóvenes de espíritu, críticos, activos, deportistas, nada les para porque las han visto de todos los colores y se alejan de aquel estereotipo del abuelo enlutado, silente que esperaba quieto el final de sus días en el sofá de salón de casa.

Parece que todo ha cambiado pero no. La esperanza es lo último que se pierde. Nuestros mayores son 10 millones de ciudadanos, votantes, consumidores. Su fuerza es titánica e imponderable. En 2050, por cada 100 trabajadores seremos 76 pensionistas. Son muchos, seremos más, nada les (nos) podrá parar. Que no nos asusten con el miedo. El miedo es la herramienta fundamental para que te dominen.

“Me condenaron a veinte años de hastío/ por intentar cambiar el sistema desde dentro./ Ahora vengo a desquitarme,/ primero conquistaremos Manhattan,/ después conquistaremos Berlín…” Suena Morente y Lagartija Nick por Leonard Cohen en el coche del Abuelo Pepe camino de la siguiente mani, como entonces, como ahora, digno, altivo, incontestable, contra la injusticia y por la dignidad. y sonríe quieto, imperceptiblemente, una sonrisa del que sabe que nada tiene que perder porque todo lo ha ganado.

 

 

 

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