La soledad es una epidemia, es una cuestión de salud pública. La soledad nos ha superado y se ha convertido en uno de los principales males de nuestro tiempo. Cada vez son más las personas, por paradójico que resulte, que aseguran sentirse solas y experimentan un sentimiento de vacío y abandono de forma habitual. Un dato: dos de cada diez españoles viven solos, casi la mitad de ellos viven así porque no tienen otro remedio.
Todo lo que es la soledad es lo que se lleva hasta la soledad. La soledad del corredor de maratón, la soledad del autónomo, la soledad de la viuda y la soledad del locutor de radio, la soledad del grupo de WhatsApp, la soledad elegida y la soledad compartida.
Un hogar en soledad, con poca luz, cierto abandono, suciedad en los dinteles y sobre los marcos de los cuadros y los espejos, polvo. Un hogar vacío y en silencio, en el que se siente el peso insoportable de una gran pérdida, el deterioro físico, la constante y monótona tristeza de los días que pasan sin nada que hacer. Al fondo, una tele que anuncia el spot publicitario, de uno mismo, como el que anuncia la marca de un Tetabrik vacío.
El Gobierno británico ha abierto una secretaría de Estado para la soledad. Una manera de reconocer que lo que se consideraba un problema personal se ha convertido en una epidemia social. De acuerdo con la Cruz Roja, nueve millones de personas viven aisladas en el Reino Unido y en ocasiones ni siquiera tienen a alguien con quien hablar. 200.000 personas confesaban no haber hablado con nadie desde hacía más de un año.
Leo al desaparecido Nacho Montoto, de su obra Diario del fin del mundo (Colección Monosabio. Ayuntamiento de Málaga), y me inspira para este post cuando escribe: “el miedo a la soledad es palpable desde que nacemos. Somos eminentemente de- pendientes. Observo a una anciana que camina despacio por el parque acompañada de un bastón con el que intenta apoyar cada uno de sus pasos. Pronto, su figura, quedará transformada en otro árbol más del paisaje”.
La soledad perjudica seriamente la salud. Peor: la soledad mata. Un gran estudio, publicado en 2015 por investigadores de la Universidad de Brigham Young de Utah (Estados Unidos), nos recordaba lo que no queremos ver. El estudio, que analizó más de 218 trabajos diferentes, afirmaba que el aislamiento social -que no es un problema exclusivo de las personas mayores- mata a más personas en el mundo que la obesidad.
Hablamos en Con Faldas y a lo Loco de Radio Victoria sobre la soledad. Con Faldas y a lo Loco es una tertulia con mujeres en el que siempre alcanzamos planos y perspectivas distintas. Al hablar de la soledad, terminamos cayendo, como en un sumidero, inexorablemente, en las redes sociales y coincidimos en la paradoja que supone una herramienta que nos conecta a todos y que, de alguna manera, demuestra lo solos que estamos.
Incluso conectados de forma permanente a las redes sociales, bañados en likes, entre una exuberante felicidad impostada que domina nuestras vidas, crece en silencio una inmensa soledad. Un punto verde, abajo a la derecha de tu pantalla, en la caja del chat de Facebook, reluce, discretamente, por encima del resto de impactos visuales, como una faro intermitente, destellos de emergencia que piden ayuda: SOS, HELP, estoy aquí, por Diosss, te necesito… Al otro lado, una persona observa, en silencio, y muy sola también.
Ojeo El Bushido, código ético que muchos samuráis seguían como seña de identidad de su compromiso como guerreros, leo y cito a continuación: «no hay soledad más profunda que la del samurái… salvo la de un tigre en la selva… tal vez…» Un tigre en la selva, tan solo, como un hombre solo en un centro comercial lleno de gente.
La soledad del nadador, la soledad del que está rodeado de gente, la soledad más triste y febril, el sonido de la soledad, su sabor metálico, la soledad del tigre y la de un hombre que, frente al espejo, se quiebra, la madre que se queda sola tras la huída definitiva de sus hijos…
No basta con fármacos ni likes. La depresión es una de las principales enfermedades provocadas por la soledad. Según la OMS, más de 300 millones de personas en todo el mundo sufren depresión. En nuestro país ya es la primera causa de discapacidad laboral.
La soledad, la depresión, el vacío insalvable, la tristeza más profunda, el inicio del precipicio, una epidemia, un problema de salud pública… Tenemos trabajo para el presente, nadie nos enseña a vivir así, tan solos, hacen falta recursos y mucha educación, la soledad del samurái, el tigre en la selva.