Vetusta Morla ha sacado el mejor disco en español en mucho tiempo y, posiblemente, su mejor trabajo de estudio. Un LP de diez canciones que, sin perder la esencia de la banda, ha supuesto una reinvención de la misma, encontrando un espacio, más abierto, con nuevas sonoridades, texturas y ambientaciones. Salir de la zona de confort, arriesgar, jugar con las medicinas de lo nuevo y llevar al extremo la intención de no estar quieto. Todo un reto, una prueba superada.
La antesala del derrumbe, las rampas de lanzamiento y una guerra para estar en paz; el invierno, San Juan, los campos de batalla y ciertos lobos heridos detrás de las puertas; un gatillo, una mecha, un plan y el beso más lento; mi cuento en tu garganta…
Soy fan de Vetusta Morla desde el minuto cero, aclaro. Cuando nadie sabía quiénes eran y había que explicarlo todo. Volábamos por aquel 2008. He escuchado sus discos decenas de veces, he estado en varios de sus conciertos, en distintos formatos, y les he visto crecer desde la nada al indie, y del indie al mainstream. Vetusta Morla firmaron un primer disco -“Un día en el mundo”- brutal, sin parangón, de lo mejor de la zona, pura química, y fueron apuntalando su carrera con brillante precisión con “Mapas” y “La deriva”. Una carrera atípica, personal, coherente, curiosa… Lo de ahora es algo distinto, la vuelta de tuerca definitiva, el renacimiento. Corrían el riesgo de repetirse y estallaron.
“Mismo sitio, distinto lugar” se trata del disco más completo de la banda, quizás compitiendo para algunos con el primero, ambicioso en el fondo y la forma, lleno de pasillos, de rendijas y de salidas de emergencia que dan a otros pasillos, a otras rendijas y a otras salidas de emergencia. El primer single fue “Te lo digo a ti”, un buen prólogo, un certero disparo, quizás no el mejor tema del disco, pero una descarga eléctrica total, a lo Song 2, de Blur, gélida en ocasiones, maravillosamente sintética y directa, como diciendo: “aquí estamos, somos nosotros pero somos distintos”.
Suena el disco, se desarrolla, viajas, escuchas por escuchar, audiciones nómadas, me digo o algo así, tomar la obra entera de un trago, y volver a hacerlo un día después, seguirla al principio, no juzgarla inmediatamente, entender las bifurcaciones, sus propios atascos, los avances, las brechas y aceptarla, recibirla entera, dejar pasar algún tiempo, quizás unos días o unas semanas, y volver a escucharlo, otra vez, hasta llegar aquí.
Y luego están las canciones: “Deseáme suerte”, como una declaración de principios; “Palmeras en La Mancha”, divertida e irónica; “23 de junio”, un vals postmoderno; “Guerra Civil”, tumultuosa y poética; “La vieja escuela”, tan emocional, festiva, todo un homenaje… Capítulo aparte es el corte cuarto, “Consejo de sabios”, mi favorita, con un piano que no deja de sonar en mi cabeza, abrumadora, electrónica, desesperada, irremplazable… Una de las grandes canciones, sin duda, de Vetusta Morla.
“Mismo sitio, distinto lugar” es, con todo, un disco de introspección, de cierta desilusión o desengaño. Dice Pucho que “ha primado una búsqueda de encontrarse a sí mismos”. Búsquedas internas, buceo y preguntas. Sin embargo, no es un trabajo naif sino exuberante, complejo, de atmósferas cargadas… Una lectura interior sobre un estado en plena mutación. Sí, nosotros pero distintos.
Un umbral, un punto sin retorno, la ruina de nuestro hogar; un ramillete de amenazas, alarmas, el verano sobre un mostrador y un tullido en Instagram; un pájaro que bate sus alas detrás de mí, la llaga, la venda y el dolor…
En fin, lo último de Vetusta Morla suena muy bien, excelente diría, ya digo lo mejor en español en mucho tiempo, se nota la poderosa producción y la riqueza en los arreglos; se nota que han jugado y han acertado con los pianos, sintetizadores, cuerdas, percusiones -vibraphonettes, martillos neumáticos, cajas de ritmo…- y mil cachivaches tecnológicos más que soy incapaz de identificar; se nota que han crecido y que han asumido riesgos -texturas electrónicas, modulaciones vocales, Pucho gatuno y bellas letras…- No sobra nada, todo encaja, un disco corto, bien hilado, en el que no puedes bajar la guardia, en el que todo funciona, sin horas valle ni atajos, lejos de la monotonía y en el que debes estar atento ante un nuevo golpe en el maxilar… Nada parece haber cambiado pero todo existe de otra manera, nosotros pero otros, o sea “Mismo sitio, distinto lugar”.