Una niña de 11 años de un barrio marginal. Un niño, de la misma edad, de una zona residencial. La niña estudia en un colegio público. El niño en un privado. La niña no tiene acceso a las nuevas tecnologías. El niño pasará este verano, por primera vez, un mes en Irlanda. ¿Creen que las posibilidades de un futuro provechoso, en ambos casos, serán iguales? La respuesta es no.
Lo que sucede, conviene. Pienso en un artículo sobre la educación de los niños, el ascensor social y la pobreza heredada. Mientras lo pienso Manuel Azuaga, nuestro Maestro de Ajedrez, aparece en la radio con un grupo de niños del Colegio Platero Green Schooll. Un día antes, Koffi Eric-Innocent Konan, mi amigo, periodista de Costa de Marfil, me habla de la implementación de las nuevas tecnologías en África.
Existe un nuevo concepto, del que quizás aún no hayan oído hablar, que es el “Universo 4.0”. Hay un salto nuevo, una brecha, posiblemente un precipicio… El Universo 4.0 se refiere a una sustancia cualitativa, no cuantitativa. Es el reto de la transformación digital, el nuevo e inexorable paso al que nos enfrentamos.
Todos los menores deberían crecer, aprender y jugar en un entorno seguro para poder desarrollarse pero, desgraciadamente, eso no es así para todos. No es lo mismo un menor que estudia aquí, por ejemplo en Añoreta, en Rincón de la Victoria, Málaga, que un menor en una zona de conflicto, en un país que sufre hambruna, en una barriada marginal de cualquier ciudad española…
Manuel Azuaga viene con sus alumnos de ajedrez del Platero, un cole concertado de Málaga, y lo pasamos muy bien. Me encanta hacer radio con los más pequeños. Hablamos en directo con ellos, de su pasión por el ajedrez, ponemos música y reímos. Denotan buena educación, hablan bien, son críticos, apasionados… Son buenos chicos y da gusto.
Según el informe de Save the Children “Infancias robadas”, al menos un 25% de los menores en todo el mundo no puede disfrutar de crecer, aprender y jugar en un entorno seguro. La mayoría de ellos vive en comunidades desfavorecidos en países en desarrollo y, por eso, sufre pobreza y discriminación. Son 700 millones de niños sin infancia. Pero también en los países más desarrollados hay niños que ven vulnerados sus derechos y viven situaciones de desigualdad.
Koffi, nuestro periodista africano, que todas las semanas nos hace viajes radiofónicos en El Despertador, trae un reportaje titulado “Conseguir que internet llegue a los niños africanos”. Me cuenta que «los dispositivos móviles van a jugar un papel muy importante en África”, que “desde hace años existen iniciativas en varios países del continente para extender este acceso tecnológico” y que “países como Senegal y Costa de Marfil cuentan ya con el programa -Un estudiante, un ordenador-, que permite a los alumnos comprar portátiles gracias a ayudas económicas”. En África ya hay más de 500 millones de terminales móviles pero queda mucho por hacer.
Siria, Mali, Bolivia pero también España… Todos los niños y niñas tienen derecho a la supervivencia, al alimento y a la nutrición, a la salud y al refugio. También tienen derecho a ser estimulados y educados, y por supuesto, a vivir libres de miedo, protegidos frente a la violencia y a la explotación. La realidad nos aplasta, los datos nos hacen borrosos, lo cercano se evapora, la Convención de los Derechos del Niño resulta otra utopía…
La infancia no se toma en serio. El coste de oportunidad se agranda. Si un niño tiene que andar cinco kilómetros para coger agua, porque es una necesidad urgente y primaria, está dejando de aprender idiomas, tecnologías, lengua, matemáticas… No invertir en esa educación es limitar nuestro futuro. Otra vez, la brecha.
El Universo 4.0 afecta, directamente, a los menores que son el futuro. Un pequeño sin actividades extraescolares, sin una tablet con la que automatizar conocimientos tecnológicos, sin la posibilidad de viajar al extranjero a estudiar otro idioma será, posiblemente, un pobre en el futuro. La pobreza se hereda, ya digo. Seguiremos informando.