Primero, conquistaremos Manhattan…

14 Nov
Leonard Cohen. Foto de The New Yorker.
Leonard Cohen. Foto de The New Yorker.

Lorca. Sólo dan cuatro clases. El profesor de guitarra español se suicida días después. Nunca hubo una quinta. Sólo cuatro lecciones y Lorca. Aquel adolescente se llamaba, Leonard Norman Cohen.

En Granada, Leonard Cohen hacía yoga y bebía vino. Paseaba tranquilo por la Alpujarra y se reunía con Enrique Morente. Hablaban y se admiraban. Grabó frente a Alhambra, Take this Waltz, gran himno del siglo XX, y se hacía pequeño, frente al aire de Sierra Nevada y el quejío de los gitanos, dentro de un elegante abrigo negro comprado en Boston.

Leonard Cohen, cantautor y poeta canadiense que sedujo a varias generaciones con canciones como Suzanne o I’m your man, falleció el pasado lunes a los 82 años, aunque hasta el jueves, 10 de noviembre, su familia no dio el anuncio en su página de Facebook.

En los últimos días he estado escuchando, hechizado, el último disco de Cohen. Canciones tenebrosas y poéticas en las que Cohen apenas canta, quizás recita con entonación, susurra…, y en la que destaca ‘You Want It Darker’: una voz cavernosa, abismal, estremecedora entona una despedida serena y repite, una y otra vez, “…estoy preparado, mi Señor…” (I´m ready, my lord).

Antonio Luque sostiene que Cohen se fue haciendo Cohen por la poesía de García Lorca y dice, “lo he recordado mil veces: aquella traducción del Diván del Tamarit le volvió los ojos del revés”, añadiendo que “para alcanzar ese punto de fusión con la escritura lorquiana hay que tener una molécula de poesía alojada en la carcasa del cuerpo”.

“…No puedo entender por qué mi brazo no es un árbol de lilo”, escribió Leonard Cohen. Ahora que la poesía es un saldo, una menudencia, casi nada, no estará de más destacar el alto contenido poético de la obra de Cohen. De hecho, Cohen fue poeta antes que músico y si fue músico lo fue por dinero. Un poeta educado que respetó la música cuando hizo canciones y cuando escribió poemas.

Él mismo decía que nunca fue un buen amante ( “Nunca se me dio bien amarte / No era más que un turista en tu cama mirando el paisaje”) y, sin embargo, enseñó a amar a todos, que era mujeriego y depresivo, que era silencioso y que sonría poco pero de verdad, sentimental, apasionado, digno, único… “De las cenizas de los homosexuales: / la democracia llega a Estados Unidos”. Democracia, incluido en el disco El futuro (1992).

Llegué a Leonard Cohen por Omega de Morente. Es cierto que ya había escuchado cosas sueltas pero nunca sentí la adicción y el calambre hasta que escuché cantar a Lorca en la voz de Morente tras los pasos de Leonard Cohen. Después vino todo lo demás, uno se hace mayor: el súbito anhelo, la melancolía, los paseos por el centro de la ciudad escuchando sus canciones, las pasiones, los abismos, los porqués… Dance me to the end of love, Bird on Wire, Hallelujah… Las canciones en libertad son armas de construcción masiva.

Cuentan (nunca se sabe quién es el que cuenta o porqué lo cuenta) que  su primer poema está enterrado en el jardín de su primera casa, que lo enterró él mismo cuando murió su padre y que en ese poema están todos sus futuros poemas y canciones. Quizás, dentro de algunos años o décadas, algún arqueólogo lo descubra, junto a los cimientos de La Alhambra, y ese poema sea todos los poemas y responda a todas las preguntas del mundo. Hallelujah…!!!

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