Hablemos un rato de las amenazas medioambientales que aparecen como uno de los mayores peligros de la humanidad en los próximos tiempos. El cambio climático, la transformación en el uso del suelo o las alteraciones del hábitat, la sobreexplotación de los recursos, la contaminación…, hablemos. Este verano, en una de mis sesiones de natación, encontré una bolsa de plástico de leche tirada al mar desde Argelia. Era una bolsa de aspecto exótico, blanca, cuadrada, con letras árabes azules, que pude identificar, guardar y tirar ya en tierra firme, en la cosa de Málaga, a más de 500 kilómetros de su origen. A veces, cuando uno nada, o bucea, en el mar sólo ve un vertedero. Hablemos de la Isla de Plástico, también conocida como Isla de Basura o IslaTóxica, una zona del océano Pacífico Norte cubierta de desechos marinos, localizada entre las coordenadas 135° a 155°O y 35° a 42°N. Se estima que tiene un tamaño de 1.400.000 km². Tres veces España. El área puede contener cerca de 100 millones de toneladas de desechos. Se cree que el 80% de esa basura proviene de zonas terrestres y el 20% de barcos del océano. La Isla de Plástico es la metáfora perfecta de lo que somos, de hacia dónde vamos, de nuestra propia inacción. Si nos hicieran un análisis de sangre hoy mismo, y lo comparásemos con la analítica de uno de nuestros abuelos, encontraríamos más de 200 sustancias químicas diferentes. Sustancias tóxicas a las que estamos expuestos, que ingerimos, respiramos, sustancias que filtramos a los ríos, que contaminan nuestros mares… Hablemos del famoso mercurio que tienen los pescados azules, que dejamos de lado en la compra, como otro de los infectados por nosotros mismos. Las próximas décadas serán fundamentales para tomar conciencia real sobre nuestro medioambiente y hacer algo al respecto. El crecimiento económico, que cada vez favorece a menos personas y se convierte en insostenible a medio plazo, el consumo exagerado de minerales, el extraccionismo de otras energías, el cambio climático, los conflictos bélicos en algunas zonas del planeta para mantener los últimos recursos… Todo está conectado. Todo estamos conectados. La tierra se agota y grita. Hablemos ya de la burbuja medioambiental y de cómo estallará todo, como estalló la burbuja inmobiliaria, y de cómo no podremos decir que no estábamos avisados. Hablemos de América, allí en un afluyente de la Amazonía, cerca de la triple frontera, Brasil, Bolivia, Perú, sobre la Huella de Tigre, cerca del Río Madre de Dios, todos los días se extraen 1.500 kilos de oro, lo que supone el consumo 3.000 kilos de aluminio, para sustraer el oro en polvo. Se envenenan los ríos. Los mecheros, esas grandes fábricas petrolíferas, queman gases, generan lluvia ácida sobre nuestros bosques, o sea deforestación de grandes áreas. Otro ejemplo de la depredación insoportable. Hablemos de la Amazonía, la Antártida, África, China, el Mediterráneo convertidos en gigantes vertederos como un espejo tapado de lo que somos. Hablemos de todo ello, de lo que quieras pero hablemos, porque me da la impresión de que está tema ha pasado de moda y ya no mola tanto. Hablemos porque, sostengo, que somos la última generación que puede hacer algo y de no abordarse seriamente nos llevará a un planeta irrespirable, a un mar sin peces, a un cielo sin aves, a una tierra sin nadie, sin nada, a un solar…, a la extinción. Hablemos un rato porque nos va la vida en ello.
Hablemos del medioambiente que nos va la vida en ello
27
Oct