Imaginen que en España cada ocho horas se violase a un político, o a negro, o a un jugador de fútbol. Imagen que todos los días hubiese agresiones sexuales a un católico, a un periodista, a juez. Imaginen que se menospreciase, se cosificase, se discriminase a los cuerpos de seguridad del estado, a todos los universitarios, a cualquiera. Pues bien, en nuestro país esto ocurre a cada instante, todos los días: violaciones, agresiones sexuales, menosprecio, cosificación, discriminación…, con mujeres. Sí, con mujeres.
En España, en 2016 se siguen matando y violando a mujeres.
1.127 violaciones al año, una violación cada ocho horas, y ese es el dato de las violaciones denunciadas. Según informes, de cada seis violaciones sólo se denuncia una. No es un tema de mujeres, es un tema de todos. Ni siquiera diría que es un tema de igualdad de género, (quitamos el concepto de igualdad) es un tema de género. La sociedad no se divide en dos grupos ajenos, hombres y mujeres, que somos distintos, y que conviven en paralelo. No, no es así.
No se puede tolerar más, no puede haber más impunidad, no puede haber más agresiones sin respuesta por parte de todos. De todos, de toda la sociedad, de hombres y mujeres, en todos los espacios, porque ni somos distintos ni convivimos en paralelo. No hay roles distintos, y funciones en paralelo.
Como hombre me da vergüenza vivir en una sociedad donde se hacen chistes machistas, ciertas publicidades, letras de canciones, páginas webs… El objetivo de alcanzar el principio de igualdad y la no discriminación por razón de sexo, que consagra la Constitución Española de 1978, ha estado presente en las políticas públicas desde el principio de nuestra democracia. Sin embargo, no se avanza y las mujeres siguen sufriendo esa discriminación.
Estos días, las noticias de las agresiones sexistas en Pamplona, dentro del contexto de las Fiestas de San Fermín, han puesto el foco sobre un problema fundamental que no terminamos de aprobar. Se han perdido fondos para información, educación, concienciación pero no sólo se debe trabajar desde ahí. Hay que endurecer las legislaciones, las penas. Facilitar las denuncias sobre las agresiones y acompañar a las víctimas en ese complejísimo trance. No se trata de enfrentar a hombres y mujeres, se trata de poner las cosas en su sitio.
Como hombre me da vergüenza ver ciertas noticias y ciertas reacciones. Por ello, no se puede tolerar ni un maltrato más a las mujeres, no al maltrato físico, psíquico, no al maltrato desde los poderes gubernamentales, no al uso de recursos públicos o privados para contribuir a generar injusticias, no a la coacción en ningún sentido.
Hay que trabajar desde todos las instancias y en los distintos sentidos. También desde el machismo invisible, desde el micromachismo, desde los pequeños detalles. “Las pequeñas tiranías, terrorismo íntimo, violencia blanda”, como lo califica el terapeuta Luis Bonino. La discriminación de las mujeres se ejerce por parte de un sistema patriarcal en la vida doméstica, el trabajo o el lenguaje. Cada vez más feministas defienden que la batalla por la igualdad debe darse en todos los ámbitos.
Vuelvo al inicio: en nuestro país se sigue violando y matando a mujeres. No digo a políticos, o a negros, o a jugadores de fútbol, ni a católicos, ni a periodistas, ni a jueces, ni a los cuerpos de seguridad del estado, ni a los universitarios… A mujeres.