El guardaespaldas digital

6 Jul
Título de la foto: 8740cc.
Título de la foto: 8740cc.

Se trata de saber cómo desenvolverse, qué hacer, cómo, de estar atento ¿sabes?, de enterarse de cómo han cambiado las relaciones, los comportamientos, y cómo afecta todo ello a los ciudadanos, a las empresas y a las instituciones, pero en el inquietante mundo digital. Se llama J., lleva gafas de sol Carrera y una barba muy espesa y oscura. Tiene 21 años y no los aparenta. Nos sentamos a tomar cerveza frente al mar.

La ficción nos ha hecho creer en mitos y realidades respecto de los hackers, sobre el poder que tienen (me pregunto si no es “el poder que tenemos”)…, pero más allá del cine y la literatura, la realidad es que la revolución tecnológica, no sólo ha mejorado nuestra calidad de vida, sino que también nos ha hecho más vulnerables, me dice y sonríe malicioso. Es apasionado, curioso, eléctrico, después me entero de que es autodidacta. Se pasa cerca de 15 horas al día frente a su ordenador.

J. es guardaespaldas digital. Se pasó al lado de los buenos. Un tipo le puso un contrato de 3.000 € al mes y salió de su habitación. Llegó a sufrir hikikomori. ¿Porqué?, le pregunto. No sabe contestar, en principio, luego me suelta: no me interesaba nada lo que pasaba fuera. El hikikomori es un término japonés que se refiere a personas que han escogido abandonar la esfera social. Algo así como una especie de agorafobia. Se pasaba el día en su habitación, navegando en internet, jugando, jugando a jugar, viviendo otra vida, su vida, jugando a vivir pero a través de la red. Estaba solo, sí, pero aprendí mucho.

En su empresa, él y otros tantos, imagino que otros tantos como él, se encargan de desarrollar software, verificar transmisiones de información, auditoría, consultoría, análisis personalizados de seguridad. J. es el responsable de la parte técnica y formación. ¿Te gusta tu trabajo? No, es un coñazo pero pagan bien, contesta.

Me dice que le interesa mucho los efectos de la tecnología en la sociedad, se apasiona y sube la voz, cómo cambian las relaciones personales, y añade, hay que olvidarse de un único trabajo, hay que saltar de conocimiento en conocimiento, actualizarse al segundo. Se pone serio: mira, Roberto, cada invento lleva en sí mismo su propio accidente, nada más aparecer la energía nuclear apareció el accidente nuclear, nada más aparecer el avión surgió el accidente aeronáutico, la tecnología no es neutral, es el uso que hacemos de la tecnología…, y de toda esa mierda, vuelve a sonreir, surgimos nosotros los guardaespaldas digitales.

¿Cada vez es más difícil separar el ruido de la señal…? Sí, ya no hay una manera unívoca de relación, vertical, sin capacidad de respuesta hacia los emisores. ¿Y el control de internet, la regulación? Mira, me preocupa más la coorporativización de internet, que todo quede en manos de varios grupos (Amazon, Google, Facebook…), ahí sí que tenemos un posible accidente.

Me dice que la clave está en la guerra de las percepciones, la reputación on line, la tuya, la del gobierno, la de las empresas…, hay que saber gestionar las percepciones en su expansión por las redes hasta generar tormentas perfectas. Entonces, le digo ¿dónde está la clave?  Saber tomar decisiones, contesta. Pedimos más cervezas.

Hay que separar lo importante de lo que no es, identificar los ejes del clima de opinión y tener una estrategia para responder. Le digo que vivimos en un tiempo de utopías, que es la época en la que necesitamos crear, inventar lo que vamos a ser el futuro. Sí, pero tiene riesgos. Brindamos por el cambio continuo. Sonreímos, seguimos hablando un buen rato más.

Al despedirnos, me dice: sólo tengo que ir por delante de los ciberdelincuentes, pensar como ellos, esa es la clave, tener sus mismos conocimientos y eso, eso mola…, y vuelve a sonreír mientras se pone las gafas de sol y se larga.

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