Eduardo Galeano que jugaba al fútbol con las palabras

21 Abr
Eduardo Galeano.
Eduardo Galeano.

“Como todos los uruguayos, quise ser jugador de fútbol. Yo jugaba muy bien, era una maravilla, pero sólo de noche, mientras dormía: durante el día era el peor pata de palo que se ha visto en los campitos de mi país”.

Eduardo Galeano jugaba al fútbol con las palabras. Eduardo Galeano escribió las mejores palabras para el fútbol. Eduardo Galeano murió la pasada semana. El fútbol no le guardó ni un minuto de silencio.

Eduardo Galeano nos dejó una frase que tengo como una máxima desde hace años, cuando acudía al Calderón de arrogante adolescente, junto a mi hermano Óscar: “En su vida, un hombre puede cambiar de mujer, de partido político o de religión, pero no puede cambiar de equipo de fútbol”. Así es: soy del Atlético de Madrid, y no dejaré de serlo JAMÁS.

Galeano fue autor del memorable libro “El fútbol a sol y sombra”, y también de “Su majestad el fútbol”, inspirados en la pasión que sentía por el balompié. Sus crónicas, sus libros al respecto eran radiografías poéticas, sociológicas, irrepetibles, del juego y de sus seguidores; narrando las vinculaciones con guerras y movimientos sociales; las manipulaciones y atrocidades cometidas por algunos tiranos, utilizando el fútbol como medio y como fin; y presentando acciones solidarias de clubes, o jugadores, para recaudar fondos por la causa de la democracia.

Galeano escribió que Maradona llevaba la pelota atada al pie, y que Messi lleva la pelota dentro del pie. Brillante no, lo siguiente. Sobre Di Stéfano, al que “todo el campo de juego cabía en sus zapatos”; sobre Cruyff que fue “un director de orquesta y músico de fila”; sobre Romario, jugador de dibujos animados, “que ensayaba en su favela infantil los muchos autógrafos que iba a firmar en el futuro”.

Galeano escribía Haikus futboleros. Una vez, contó la historia de Paco Espínola, escritor y uruguayo como él, pero al que no le gustaba el fútbol y una tarde del verano de 1960 descubrió que “era hincha de Peñarol y no lo sabía”.  Brutal.

Eduardo Galeano rindió homenaje al fútbol, música del cuerpo, fiesta de los ojos, y también denunció las estructuras de poder de uno de los negocios más lucrativos del mundo. “La tecnocracia del deporte profesional ha ido imponiendo un fútbol de pura velocidad y mucha fuerza, que renuncia a la alegría, atrofia la fantasía y prohíbe la osadía”, sostenía y concluía que “el fútbol profesional condena lo que es inútil, y es inútil lo que no es rentable”.

Sobre los seguidores entusiastas, que somos todos, tantos en todo el mundo, narró que éramos “hinchas en el manicomio” cuya camiseta es “la segunda piel” y la única unanimidad es el árbitro, “al que todos odian”. Genial.

Eduardo Galeano, glosador y exégeta del dios redondo, el fútbol, “la única religión que no tiene ateos”, descanse en paz y en gol.

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