Días de descanso, largos, de hierro, como puentes

6 Abr
Hinojos con libélula, mar y cielo. En Málaga.
Hinojos con libélula, mar y cielo. En Málaga.

Estos días he tenido tiempo de parar las máquinas. Son días largos, de hierro, como puentes, días de descanso y me gusta volver a los inicios, releer libros y blogs pendientes, perderme en Spotify, buscar, viajar, quedarme quieto… Aquí algunas cosas de esas:

–         Microrréplicas es el blog de Andrés Neuman. Pastillas de brillantez cada ocho horas. Escribió una serie titulada “Talento para perder”, con la que me gusta reencontrarme: “El fútbol me enseñó que, si uno corre, es preferible hacerlo hacia delante. Que no conviene pelear solo. Que a la belleza siempre le dan patadas”.

–         Reescucho el podcast de Chico Requena y Lena Bu en El Despertador. Se pegaron una hora de radio con nosotros (junto a Bosco Vida y Pedro Muñoz, bendito par de raros). Vinieron con su pequeño Hermes, su guitarra y sus poemas, y nos dejaron colmados. Todos muy raros. Si Neuman escribió “Talento para perder”, ellos cantan “Talento para el fracaso”. Todos los puntos del universo se conectan. Lena Bu y Chico Requena están geniales en su último trabajo, del que pudimos escuchar algunas perlas en la radio, como un equilibrio imposible, muy bello. Se llama Mística Urbana, su último trabajo, digo, y merecen un post completo. Lo haré. Grandes Lena y Chico.

–         Salimos de copas con amigos. Bebemos, brindamos, hablamos mucho, reímos más… Mis horarios corolarios me han desacostumbrado a la noche. A las 3.35 de la madrugada me siento agotado. Voy al baño y allí leo una pintada: No somos nada, pero podemos serlo.

–         Me entero de que en estos días de atrás, se celebró el cumpleaños de Enrique Vila-Matas. Vila-Matas es uno de los pocos autores que van a trascender. Me gusta su manera de escribir y de pensar. Le sigo leyendo en El País. Hace poco escribió una anécdota que me gustó mucho: Un académico americano estaba diciendo de Beckett que la gente no le importaba porque era un artista. En ese momento, Beckett levantó la voz por encima del ruido de la gente que tomaba el té y gritó: «¡Pero a mí sí que me importa una mierda la gente! ¡Una mierda!».

–         En estos días vacacionales, termino de leer “El Cielo de Madrid”, de Julio Llamazares. Introspección y ambientes. Bien pero sin sobresalientes.

–         Ha muerto Matilde Conesa. Ha muerto su voz. Para mí, Matilde Conesa era la voz, principalmente, de la Bruja Avería: “Viva el mal, viva el capital”. Conesa además dobló al mítico personaje de Angela Channing de Falcon Crest, y a las divas Lauren Bacall o Bette Davis. Hacía muy bien de mala. Divinas y eternas, las malas.

–         Escribe Alfonso Vázquez, aquí, en La Opinión, sobre el Pompidou, y se pregunta: “¿Y ahora qué?”. Me gusta cuando reflexiona sobre las críticas, la mcdonaldización del arte, y las acusa de falta de empatía. Aunque nos pongamos estupendos, ver a Chagall, Malevich, Dado o Ernst, en Málaga, es un honor. Estamos de acuerdo, compañero.

En estos días, me gusta jugar a que vivo dentro de un cuento de Cortázar, donde suele funcionar alguna puerta que conduce a otra realidad. Ahora estoy aquí, en mi casa, con esta columna, en medio de las vacaciones, pero cuando termine, abriré la puerta y estaré en cualquier lugar. También me gusta quedarme bajo el marco de la puerta y ver cómo pasan los terremotos.

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