La Extraña Pareja, que ya se puede ver en el Teatro Alameda de Málaga, con Ignacio Nacho y Álvaro Carrero, es una nueva mutación de la mítica obra de Neil Simon, que después pasó al estado líquido del cine por obra, gracia y arte de Gene Saks. Me interesa mucho este recorrido, el de las interpretaciones, debería escribir reinterpretaciones, que supone todo un viaje lleno de curvas, rendijas y salidas de emergencia que siempre, de manera objetiva, termina enriqueciendo al espectador. (Parto desde este punto para explicar, al final del post, que esta obra no es La extraña Pareja sino Otra Extraña Pareja, quizás La Extraña Pareja Malagueña).
Ahora que ya sólo nos queda Woody Allen en el delicioso género de la comedia (quizás sea mucho decir pero necesitaba una sentencia sólida de arranque), nos topamos en nuestra cartelera con una comedia clásica, clásica en el sentido de atemporal, imperturbable a los tiempos, una obra de teatro sencilla, repleta de gags con mucho acierto y diálogos ágiles. Una estampa que representa una especie de voyeurismo permitido, durante el cual asistimos a la evolución de la relación de dos divorciados obligados a convivir. Una revisión a lo malaguita, con un discreto encanto, que nos sobrevuela con las bromas de nuestra ciudad y sus costumbres (desde el Cautivo hasta los árboles de la Alameda), un soberbio elenco (bravo por los cinco actores, además de los nombrados debemos destacar al resto: Natalia Roig, Virginia Muñoz y Fernando Jiménez), que nos hace olvidar, por momentos, todos sus referentes y revisiones. Aquí apuntalo mi teoría de que esta es otra extraña pareja.
Cualquier reinterpretación de una obra, se propone despojar a la original de su carácter paradigmático y hacerla funcionar de nuevo sin el peso de la gloria, que, como decía Menard, “es una incomprensión, y quizá la peor”. En este aspecto, Nacho y Carrero, que firman la adaptación, juegan a entrar y salir de la idea básica, alejándose por momentos del original y sus versiones, hasta hacernos olvidar a Simon (en vez de partida de póker, por ejemplo, hay un partido del Málaga C.F.), y llevándonos en ocasiones a una especie de teatro del absurdo, divertido, sinfónico y energético, con un ritmo muy eficiente, muy al estilo del teatro de Ignacio Nacho pero pegado al día de hoy, muy al estilo Carrero, a lo cotidiano que son los árboles de la Alameda Principal y el Pequeño Nicolás.
La réplica de historias o personajes de otros es una vía clásica de la literatura universal. Siempre ha sido así, y así siempre será. Al igual que a Cervantes le salieron discípulos e imitadores de toda clase, desde Alonso Fernández de Avellaneda hasta el propio Borges, al igual que Bertolt Brecht hizo una secuela de El buen soldado Svejk, de Jaroslav Hasek, o que Ezra Pound publicó docenas de poemas en los que parafraseaba a Dante, Joyce, Baudelaire o Lope de Vega, al igual que éstos, digo, la nueva revisión de La Extraña Pareja nos parece justa y necesaria por acertada, y acertada por justa y necesaria y, finalmente, muy adecuada a estos tiempos y a esta nuestra Málaga.
Vivimos en una época, que no es en verdad ningún época en particular, sino más bien un estudio de remezclas y samplers. Ahora todo es copia-pega, wikipedia, desorden y reordenamiento constante de los originales. Ante un pasado original, fundacional e irrepetible, no se contrapone un presente insustancial y repetitivo, sino la regurgitación constante del pasado como una glosa a la eternidad. Debo decir que soy fan de las mutaciones, ya ven, del Control C + Control V, así llamo a mi blog, de la interpretación, la réplica, la revisión y el reordenamiento constante.
Llego hasta este punto, tras el rodeo de los párrafos anteriores, para dejar claro que este montaje no es La Extraña Pareja que conocemos sino otra cosa distinta, más distinta si cabe que cualquier otra adaptación; que sus protagonistas no son los inimitables Jack Lemon ni Walter Mathau, son Nacho y Carrero, claro, ni siquiera sus fotocopias, sino que funcionan por sí mismos, por sí solos, en un contexto nuevo, el malagueño, y con nuevos matices, los nuestros, los suyos, los de este tiempo y este espacio; que si bien se titula La Extraña Pareja bien podría haberse llamado de otra manera, Otra Extraña Pareja, quizás, qué sé yo, o La Extraña Pareja Malagueña, y también hubiera sido comprada, acertada, justa y necesaria.
Ah, una última cosa: no dejen de ver este montaje y a este elenco 100 % malagueño. Están soberbios. Avisados quedan (y no es amor de amigo 😉 , de verdad,, que no lo es).