Sobre Antonio F. Ortiz y su última novela

8 Sep
Un alto en la lectura de la novela.
Un alto en la lectura de la novela.

Antonio F. Ortiz ha escrito su última novela en mexicano desde Málaga, una obra sencilla, en algunos instantes frágil, extremadamente bella…, un remake del Quijote que habla de batutas rotas y una chica que sonreía con los ojos.

Antonio F. Ortiz dibuja el mapa de un viaje transoceánico, entre amigos eternos, que sobrevuelan el pasado buscando resolver el presente, una búsqueda de la felicidad, sin duda, llena de trabas, sombreros y salidas de emergencia. Lo dice claro como el agua: “quien se ancla al pasado, navega en círculos…”.

Antonio F. Ortiz ha escrito “La Chica que Sonreía con los Ojos”, tras hacer novela negra, tratados carcelarios y un atractivo thriller de intriga religioso, que fabulaba con la posibilidad de la aparición de un clon de Jesús de Nazaret, en un futuro cercano.

Antonio F. Ortiz es un escritor de la generación del 75, que habla ahora del Carpe Diem, de la necesidad de revivir lo perdido, de lograr comprender lo incomprensible, de apariencias, del lenguaje de los dioses y de una sirena muda.

A Antonio F. Ortiz tuve la oportunidad de entrevistarle en la radio hace tiempo y me causó una honda impresión por su sencillez, como un pueblo del Valle del Guadalhorce, sencillo, como su Álora querida, añorada, latente, como sus obras. Antonio es un escritor que escribe fácil, sí, pero es una sencillez sincera, evidente y cristalina, muy de verdad, en algunos casos inocente, nunca una sencillez ingenua.

Antonio F. Ortiz ha escrito -en verdad, no sé si conscientemente-, un remake del Quijote, como ya lo hizo Shakerpeare, Avellaneda o Borges, con un Quijote y un Sancho Panza postmodernos, con una Dulcinea que toca el violín, en una Mancha que es la provincia de Málaga, y enfrentándose a unos molinos que se convierten en bestias, en una trama que se desarrolla a medida que el lector convive con sus personajes. Es una novela escrita sobre el vacío, justo como es la vida, orgánica.

Antonio F. Ortiz habla de amigos, de amigas, de parejas rotas, de llamadas telefónicas internacionales, de Málaga y Álora, a través de los ojos de un emigrante que vuelve y todo lo ve distinto porque todo es distinto. Una historia de valientes que atraviesan océanos en contra posición a otros, que están a este lado y que jamás se atreverán a pisar un charco.

Antonio F. Ortiz escribe sin artificios porque no los necesita, porque lo fácil siempre es más poderoso, porque conoce al dedillo la naturaleza de su texto, de su trama y personajes, y porque (y esto es lo más importante) escribe con el lector enfrente, sabiendo que nadie escribe un texto para luego borrarlo y que nadie escribe para sí mismo, demostrando que la escritura comienza mucho antes de sentarse a escribir.

(Hay una frase que se le atribuye a Blas Pascal y a Mark Twain: “habría escrito una carta más corta, pero no tenía mucho tiempo”. Pues eso.)

Antonio F. Ortiz ha escrito una novela vibrante, apasionada, quijotesca, que nos ata a sus raíces, a Álora, a Málaga, a México, que no son sus raíces pero quizás sean sus ramas, a la amistad, al amor, al hoy, al Tempus Fugit y al Carpe Diem, a la necesidad de sonreír, hasta con los ojos, de vivir, de sobrevivir, de revivir, de volver al pasado para mejorar el futuro…, una novela, en fin, sobre la nostalgia de lo que nunca fuimos, porque no nos atrevimos, y la esperanza de lo que pudimos (podemos) ser.

2 respuestas a «Sobre Antonio F. Ortiz y su última novela»

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