Accidente de tráfico

13 Ago

No recordó la maniobra, sólo el giro del coche, deslizándose por el asfalto como una patinadora koreana, los ánimos de ella, el frenar angustioso y hostil junto al arcén, luego el golpe, seco, atroz, por detrás. Ella le gritaba, “saca a la niña”, y la puerta estaba bloqueada. En sus pesadillas, y tuvo muchas durante aquellos meses, nada era lo que parecía y todo resultabba tétrico, como un monstruo cadavérico, como un vídeo-clip de Marilyn Manson.

Oía los golpes violentos de otros coches, justo detrás de ellos, justo al lado, a escasos metros, y él era incapaz de sacar a la niña. Se lo había dicho a todos, por primera vez en su vida, tuvo miedo. Un miedo real, tangible, profundo como un desfiladero profundo y oscuro, infinito. Su cara, la cara de la niña, era como la de un ratón atrapado, asustado, que no sabe que ocurre y tiembla de temor. Lo contaba, una y otra vez, lo llegó a escribir, él que nunca había escrito nada, quizás para ayudarse, quizás para cazar a alguno de esos fantasmas que no le dejaban dormir.

Por fin sacó a la niña del coche. No supo cómo fue, ella saltó, se abrazaron, su niña, eres mía, estás con papá, nunca te pasará nada. El ruido de las carrocerías arrugándose, el ruido de los cristales cayendo, rotos, contra el asfalto, el ruido de los frenazos estériles… Algún grito sordo y desvalido. Saltaron el guardarraíl, cayeron por una cuesta, escaparon de la carretera, huían de las bombas. Se besaron. Dieron las gracias.

Sin embargo, el miedo no se iba. Soñaba despierto, a cada instante, como flases que le asaltaban, a cerca del terrible caos, de lo impredecible, de lo frágiles que somos, y de lo efímero, de que apenas eran nada, ni él, ni ellas, y de cómo ese nada puede desaparecer en un instante.

Lo siguiente fue después, ya todo había pasado, y mientras esperaban la grúa, rodeado del desastre, y con sus niñas a salvo, miraba el cielo blanco níveo, un cielo irreal, y sentía como la nieve que le caía sobre la cara era el confeti del final de una fiesta macabra , y no pudo pensar en nada más.

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