Bohemian Rhapsody, una peli para fans

16 Nov
Rami Malek interpreta a Freddy Mercury.
Rami Malek interpreta a Freddy Mercury.

Este artículo comienza por el final. Los finales son inicios contados de otra manera. Un final de leyenda, blanco y oro, que es música en directo a las puertas del cielo y reclinatorio. Estadio Wembley, 1985, concierto Live Aid, actuación de The Queen, un piano con vasos de cerveza y Pepsi a medio terminar, y Freddie Mercury siendo su mejor versión: Bohemian Rapsody.

Soy fan de The Queen. De hecho, con motivo de la efeméride que cumplía 25 años de la muerte de Freddie Mercury ya escribí una columna en este periódico sobre él y la banda. Se titulaba “Freddie Mercury que estás en los cielos”, y adjunto. Contaba mis primeras experiencias y sensaciones con “Innuendo” y calificaba a Mercury como “una fuerza de la naturaleza con la velocidad de un huracán” y aquella música como “rock duro y progresivo, matices, sorpresas, obra póstuma y testamento monstruoso”.

Bohemian Rapsody, la película, termina con aquel concierto de Live Aid, que es una especie de inicio, y que da sentido al resto de la cinta. En mi opinión, lo mejor de la peli. Una especie de réplica de aquel directo, como de sueño perfeccionado por la tecnología, con planos imposibles y otros calcados. Algo así como hace nuestra memoria al recordar momentos, que amplifica esos momentos, rellenando huecos y, sin darnos cuenta, nos engaña.

Vaya por delante que, en mi opinión, se trata de un film para fans. Lo cual no tiene porque ser malo -si vas a ver la peli, entiendo que te gusta la banda-. Una película muy blanca, donde la música lo dirige todo, como un gran director de orquesta, en un show magnético, energético, quizás no a la altura de la mítica banda, pero sí del imaginario colectivo. Una película correcta, que podría haber sido más grande y que repasa los grandes éxitos del grupo hasta el 85 y algunos de sus momentos claves.

Entre lo mejor: la sólida actuación de Rami Malek, actor al que no conocía, que convierte a todo un icono pop, Mercury, en un ser humano, real, contestable y sensible, evitando la imitación, muy lejos de la parodia, fundiéndose en la persona y bien acompañado por el resto de intérpretes. Los últimos minutos, el concierto de Live Aid y, por su puesto, repito, la música en pantalla grande y sonido Dolby son sus otros puntos fuertes.

La película, eso sí, tiene sombras y verdades a medias. Errores cronológicos: Freddie, por ejemplo, actuó en Live Aid sin conocer que tenía SIDA, la banda no se juntó para aquel concierto benéfico de Wembley porque en aquella época no estaban separados o, para terminar, la carrera en solitario de Mercury, que se solapó con otros discos de la banda, y no como cuenta la peli. En fin, licencias cinematográficas para adecuar un guion a una historia que debe resultar estimulante porque de eso trata el cine, de ser estimulante.

Me detengo un párrafo en la canción que da título a la peli, Bohemian Rhapsody y disparo en forma de periodismo poético y pop. Bohemian Rhapsody: Fausto a capella, República Checa y hambre, voces entrelazadas, llanto de la madre, muñecas rusas, Brian May y el verso, el asesinato de un hombre, Scaramouche, Scaramouche, Galileo, Galileo, Galileo, y Bach y fandango… Y por supuesto, Dios. Una de esas obras cumbres que resultan insuperables y atemporales, que vuelve, una y otra vez, y que nunca se agota. Sólo por esta canción, Bohemian Rhapsody, merece la pena todo el camino y también la película.

En definitiva, un biopic que no pasará a la historia pero que hay que ver si te ha hecho sentir algo la música de The Queen, que honra la memoria de Mercury como showman, no sé si como persona, y que como la carrera de la mítica banda tiene instantes sublimes, apasionantes y memorables, y otros que pasan más desapercibidos…, pero que te hará olvidar que la vida, fuera de la sala, sigue estando regular y que los finales son inicios contados de otra manera.

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