Carlos Soto escoge el carbón como excusa. Como pretexto para escribir sobre los usos y costumbres no tan lejanos ni en tiempo ni en modo de una parte muy importante de nuestra historia. Entiéndase lo de excusa o pretexto en sentido inverso porque esta deliciosa obra es un canto a unos oficios perdidos –o casi- probablemente también, en un mundo malgastado.
Carlos nos presenta a Marc y a su padre, que viven en la Sierra de Tramontana, a sus pies, en una aldea pequeña de Mallorca. Su oficio es el de carbonero, de forma itinerante recorren los encinares, rodeados de naturaleza y silencio, quemando encinas, haciendo carbón y perdiendo su sueño en la vigilancia de la sitja. Esta paz y armonía con el entorno viene a descabalarse el día que aparece muerta su madre.
Un drama rural con una voz narrativa y pausada, a modo del oficio que practica, Marc, el hijo, que verá como su padre a causa del shock de la muerte de su esposa queda mudo, irá creciendo en un entorno donde el silencio le da mucho tiempo para pensar y más para averiguar el origen del ese asesinato. La venganza se irá fraguando poco a poco, como la encina se quema lentamente desde el interior hasta el exterior para convertirse mágicamente en carbón.
Los símbolos excepcionalmente escogidos han sido todo un acierto en la obra. Una narración que a pesar de incluir un drama, duro y cruel, áspero como la piel del carbonero, tiene unos remansos de paz muy especiales en cada una de las descripciones de ese oficio ya prácticamente perdido en unos entornos tan significativos.
Pocos personajes para una novela que no necesita más. La trama, agreste y violenta, se desarrolla en entornos realistas que el autor precisa de forma natural y equilibrada. Los diálogos, que en otras historias son fundamentales, aquí también son importantes, pero más que ellos, los silencios de los protagonistas. Silencios que casi puede oír el lector.
Con un ritmo lento que mantendrá hasta el final, la presión y la angustia crecerá desde el interior del protagonista como en una auténtica combustión que se expandirá a él y a todos los que le rodean.
Las descripciones sin duda son uno de los puntos fuertes, las sierras, los campos, la casa de la señora, incluso la descripción de su propia chabola allá en la soledad del campo son más que imágenes figurativas. Se puede sentir los ruidos del bosque, el silencio del padre o el crepitar de la leña. Magnífica es la descripción en sí del oficio de carbonero, una relación que ocupa toda la novela.
Muy recomendada para los amantes de una novela que sin ser negra, tiene un asesinato, que sin ser costumbrista, hace un retrato de una sociedad rural no tan lejana en el tiempo, una novela que sin ser introspectiva tiene mucho de ello, pero sobre todo, una novela que les gustará más conforme pasen los días de haberla leído.