Mo Hayder es una escritora inglesa en cuya primera novela, de género negro, nos presentó al detective Jack Caffery. Un investigador londinense, evidente arquetipo de este tipo de relatos, consumidor ocasional de ‘maría’ y no tan ocasional de alcohol. Un tipo con un pasado duro, marcado por la desaparición de su hermano menor, caso que no fue resuelto nunca, y que le impulsó a tomar la profesión de policía. Si lo conocisteis en la primera novela, El latido del pájaro, seguro que no os habréis olvidado de él, si, en cambio, ahora es cuando estáis dispuestos a conocerlo en El tratamiento, os prevengo de que no es un policía normal aunque todo a su alrededor lo parezca. No es necesario que os pongáis en antecedentes del protagonista porque Mo desagrana su psique lo suficiente como para que conozcáis absolutamente todo su pasado, sus traumas y sus obsesiones.
Sí os aviso que es una novela dura, Mo se caracteriza por pergeñar sus novelas con muchos detalles y ello también incluye los escatológicos y macabros, con descripciones vívidas que pueden herir la sensibilidad de más de uno, teniendo en cuenta que el tema que trata no es de gusto: la pedofilia.
Jack se va a enfrentar con el ataque de una familia al completo dentro de su propia casa en una zona residencial del sur de Londres. Mientras la madre se recupera y el padre permanece en el hospital, buscan al hijo de ambos que no aparece. Caffery se obsesiona pues sabe que el tiempo corre en su contra y traza paralelismos con el caso de su hermano, desaparecido cuando eran pequeños y del que nunca más se supo. Para colmo de males, su novia, adicta y alcohólica a consecuencia de una violación, está tocando fondo y sin querer, él se está dejando arrastrar por todo a un pozo sin fondo.
La novela parece de manual ‘noir’ pero lo cierto es que continuamente va girando en su trama y aunque puedes sospechar el culpable no lo tendrás cierto hasta el final del libro. Mo se ayuda de un uso magistral de los flashbacks y los cambios bruscos de narrador en un mismo capítulo -sin avisar- que te obligan a estar permanentemente en alerta para reconocer quién es quién en cada momento.
De forma paralela al relato principal, iremos resolviendo el resto de las historias que son en realidad circunferencias concéntricas que oprimen aún más al lector, pues la resolución de la principal pasa sin duda por las satélites y a su vez éstas se retroalimentan de aquella.
Como os avisé antes, la novela es aterradora por el tema pedofílico y la cantidad de detalles de las escenas criminales pero sobre todo porque te hace entrar en un mundo desconocido: la mente enfermiza de estos humanos deshumanizados.
Sinceramente, este thriller no es más de lo mismo, está muy bien estructurado, encajando todas las piezas y no dejando nada suelto, ni lo que se ‘heredaba’ de su novela anterior, ni de las consecuencias de ésta, cosa que parece que últimamente olvidan muchos autores de este género. Aquí todo comienza y todo acaba. Eso sí, sufrirán, asustados y amedrentados por estos enfermos y como en la vida real, en la última página verán cómo quizá al protagonista se le ha escapado el último tren para conocer toda la verdad. Altamente recomendable para los amantes del género negro en especial para el thriller correoso y duro… eso sí, no digan luego que no les advertí…