Llegó el cartel y con él la polémica. Bueno, tampoco nada nuevo, me refiero a la polémica, claro, porque si hay algo que nos guste a los cofrades es volitar la voluta. Sin entrar en consideraciones artísticas y técnicas en las que me considero sólo representante de mi propio gusto, y por tanto sin objetividad para implantar criterio alguno, quiero matizar algunos aspectos. Es muy normal ver en Málaga nazarenos descapirotados, tantos como portadores fumando, por ejemplo, aunque es verdad que la tendencia es mejorar y limar estos pequeños defectos que se nos olvidan y que recogen encarecidamente muchos estatutos de nuestras corporaciones, escritos hasta en el reverso de la papeleta de salida. Es muy normal que muchos nazarenos sean mujeres. Pero no es normal, aunque pudiera ocurrir, que suceda la imagen representada de esta sección de Fusionadas, y sé de lo que les hablo porque lo he vivido durante ocho años seguidos. Con esto quiero reivindicar –para aquellos cofrades más extremistas– que ni todas las nazarenas somos así, ni todas las mujeres, ni siquiera esta sección.
Tomemos el cartel como asunto anunciador, no lo llevemos al límite textual, en este caso imaginativo, hagamos una abstracción de algo que desgraciadamente sí ocurre en nuestra Semana Santa y que a todos no nos gusta o no nos parece normal: la pérdida del anonimato por parte del nazareno. Y recuerden, todos los carteles no nos han representado en general a todas las cofradías en total medida ¿no?, pues eso, vayan preparándose, que les guste o no, la Cuaresma ya está anunciándose.