Traducción: Pilar Giralt Gorina
Este clásico norteamericano, de Edith Wharton, considerada por algunos como la Jane Austen estadounidense, nos trae las relaciones amorosas de una joven en un contexto social muy determinado y muy determinante, donde los corsés aún no han desaparecido del todo, no sólo en el cuerpo de las muchachas sino en la vida social. Una vida social que exige prestigio a la par que da cierto prestigio.
Lily Bart, nuestra protagonista, es una chica de la alta sociedad que tiene un gran problema: no tiene fondos. Aunque en un principio y tras su orfandad es acogida por una tía suya, el hecho de pertenecer a este entramado social le hace tener unos costes monetarios que no puede asumir. Y la única solución viable que tiene es el matrimonio. Pero donde manda corazón no rige la cabeza y en este caso, su corazón está enamorado –sin grandes pasiones por otro lado- de un abogado que entrará y saldrá de forma continuada en su vida y que nunca se atreverá a declararle su amor abiertamente.
Ella buscará por todos los medios comenzar en los momentos más inoportunos ‘la caza’ del señor adinerado de turno, como conveniencia para sus deudas de juego, el problema es que la mala suerte le acompaña y fracaso tras fracaso se pone en boca de todos los ‘amigos’ de esta sociedad.
La belleza va pasando, el tiempo, inexorablemente, también y cada vez tendrá menos dinero…las intrigas se ciernen sobre ella y el aire se hace asfixiante en una sociedad neoyorkina de principios del siglo XX que comienza a construir la posición que en pocos años la convertiría en la capital del mundo. Así veremos desfilar entre nuestra lectura a las dinastías familiares dueñas de inmensas fortunas, personajes que como aquellas personas hacen del dinero una forma de vida.
Aunque en un principio nuestra protagonista se nos muestra un ser puro que no pretende dejarse arrastrar por los estereotipos de la sociedad en la que se haya inmiscuida y lucha por una independencia económica que no llegará, las degradación del personaje sólo será visible al final del libro donde seremos conscientes de cuánto se alejó de sus propios principios.
Excepcionales las descripciones de la vida social, sobre todo esos fines de semana campestres en grandes residencias, las vacaciones veraniegas en la Costa Azul y el reverso oscuro de estas reuniones.
La novela se presenta con rasgos de folletín sentimental pero nada hace presagiar la continua denuncia social que ejerce la autora, convirtiéndose en el anuncio de la muerte y sepultura de una sociedad obsoleta.
Recomendado a todos los amantes de la historia neoyorquina y el reflejo de las clases sociales de la época y a todos los interesados en la liberación de la mujer desde un punto de vista antropológico.