Un hombre de trono efectúa un esfuerzo similar al del corredor de una maratón
Expertos en el arte de llevar un trono malagueño discuten sobre sus repercusiones físicas y estéticas
El tercer día que los cursos de verano de la Universidad de Málaga dedicó al ámbito cofrade se centró en la temática de los hombres de trono bajo el título Los tronos malagueños. Cómo se llevan.
Luis I. Méndez Pérez, director del curso y profesor de COT en la Universidad, fue el encargado de dar la ponencia Los tronos malagueños. Su forma de llevarlos. Lesiones que puede producir y su prevención. En su exposición, hizo un breve repaso histórico en la evolución de las dimensiones de los tronos, en la propia definición del término hombre de trono, en la forma especial de llevar los tronos en Málaga, en elementos característicos de una procesión como el antiguo tambor de cola como acompañamiento musical en una época procesional y en la incursión de los pulsos –como alivio al hombro– introducidos por distintos cuerpos militares que procesionaron imágenes en el siglo pasado. También tuvo un espacio dedicado a las lesiones, así como un decálogo de consejos, en las funciones de mayordomo de trono y capataces.
En la segunda parte del curso, la mesa redonda del mismo título estuvo compuesta por Ricardo Aguilar León, mayordomo y capataz de Lágrimas y Favores; el fisioterapeuta Pablo Davó Cabra, José Hinojosa, licenciado en Educación Física, y Agustín Fernández, conocido capataz malagueño.
Hinojosa quien está centrado en su doctorado sobre este tema, aportó datos comprobados de recorrido y peso de carga medio del hombre de trono, afirmando que el trabajo de carga del portador «es un esfuerzo de resistencia continuado, resistencia aeróbica de larga duración tipo IV, lo que los compara con el esfuerzo de realizar una maratón o un Ironman», incidiendo en la necesidad de entrenamiento y preparación, como ya lo viene realizando desde un canal de Youtube.
Por otro lado, Davó, fisioterapeuta e investigador de este tipo de esfuerzo, planteó para un futuro no lejano la necesidad de tener una escuela de varal –recientemente desaparecida–, un centro de atención al hombre de trono, como se produce en otras ciudades andaluzas, y unas líneas de investigación abiertas en este sector sugiriendo la propia Cátedra de Estudios Cofrades.
En el turno de intervenciones el debate se abrió paso ante la pregunta formulada por una de las alumnas del curso sobre el papel de la mujer como portadora. Aunque se escuchó algún no rotundo, la mayoría se decantó por un trono sólo ocupado por mujeres portadoras a tenor de su fisiología y en la postura de adaptación de la carga. Donde sí se pusieron de acuerdo fue en la incorporación de los hombres al trono antes de los 18 años, en los que el crecimiento óseo ya ha finalizado y la jubilación del hombre de trono entre los 45 y los 50 años.
Se cerraron las jornadas con visitas a la casa hermandad de la cofradía de la Expiración y de la Esperanza.