«….el disimulo de ese miedo se convierte en parte de tu identidad». Así habla Dayana en “Mi amor en vano”.
Casi me da vergüenza escribir sobre la novela de una académica de la lengua. O por lo menos pudor. Como el pudor del que se recubren muchos de los personajes de su novela. Pudor que se convierte en miedo, en dolor, en soledad, y que lo único que aspira es a esa libertad perdida.
Soledad nos ofrece una novela cuyo hilo conductor no es un suficientemente fuerte como para que el lector sea consciente de que existe, porque es un fino hilo, no por ello débil, que te envuelve y te entreteje las historias de un grupo de vecinos.
Nuestro protagonista es un chico joven que ha tenido un accidente de coche y su vida ha dado un giro consustancial. Pero es valiente, y en vez de recluirse en un rincón, decide empezar de cero, él solo. Sin ayuda. Sin nadie. Sólo sus muletas.
En el nuevo edificio conocerá a Violeta y con ella todo un grupo de caracteres secundarios que serán los que darán tonalidad y color a la novela. A través de sus historias percibiremos el miedo, la soledad, el dolor físico, el dolor mental, la aceptación, el amor –e inevitablemente la decepción amorosa- y el desánimo.
Aún así no crean que se trata de una novela triste. Al revés, la naturalidad con el que el personaje principal acepta su desgracia empapa todo el texto. Todos los sentimientos negativos, nostálgicos y sus percepciones son comunes a todos los personajes en diferente grado o forma pero en esencia iguales. La forma de afrontarlos es la síntesis. Y la especialidad de Soledad Puértolas es tocar los sentimientos con la varita mágica de un lenguaje exquisito sin señalarte el camino, simplemente, mostrando las opciones, sin apuntar, sin dirigir.
Aunque en principio hay un solo narrador en función de los diálogos que el protagonista tiene con otros personajes, hay bastantes momentos en que los narradores cambian y por tanto la perspectiva.
Tanta introspección, necesaria en este tipo de novela, ralentiza la trama, y aunque la temática e incluso a veces el lenguaje es actual, a veces se hace un poco lento el camino hacia la resolución.
Los seguidores de esta autora encontrarán su estilo de siempre: sin grandes giros, cambios bruscos o artificios, plagados de auténticos retazos bellísimos. Los que aún no la conocen encontraran gente muy normal entre sus hojas, como usted o como yo, sin grandes esperanzas ni un horizonte supremo, con desilusiones y problemas de los que no tienen ni la llave ni la clave para remediarlos, pero que siguen luchando de forma continuada.
Recomendado para los que buscan pasajes literarios delicados, finos, sutiles y para todos aquellos que buscan su interior en la observación de otras personas y sus vidas. Para los que desean reinventarse sin grandes alharacas y para los que creen que las vidas misteriosas están en cualquier parte.