Y que se duerma el mar

11 Feb
Y que se duerma el mar
Y que se duerma el mar

Otra visión de María. Otra visión de José,  Joaquín,  Ana, los ángeles, el Redentor…otra percepción y no les miento si les digo que es una mirada fresca e interesante. Una imagen absolutamente literaria y tan bella como las representaciones que recorren todas y cada una de las frases y párrafos del libro.

Gustavo Martín retorna al mundo bíblico y al retrato de María, la madre de Jesús, tras El lenguaje de las fuentes, el libro que le dio a conocer al gran público y marcó su trayectoria literaria.

Sin embargo en este libro, María, es una niña-adolescente, diferente, no sólo en su interior si no, y sobre todo, en su envoltura exterior, porque tiene una discapacidad: le falta el brazo derecho. Este defecto en cambio, no perturbará su carácter, y María crecerá rodeada de esclavas y sirvientes que le enseñarán a descubrir el mundo, rodeada de un naturaleza amable que se inclina a su paso, y donde conoceremos sus pensamientos fantásticos, los de una niña que se hace las preguntas existenciales que todo humano se plantea alguna vez, la búsqueda de sentido y respuestas, y la muerte.

El autor, para desvelar estos secretos nos mostrará todo un compendio de símiles, mitos, leyendas, cuentos, imágenes, ritos y, por supuesto, un sinfín de recursos literarios que nos hará dudar si estamos ante una novela de corte fantástico o algo más tangible.

Entre los protagonistas que rodean a María, hallaremos a José, su prometido, un hombre maduro y tímido que sólo procurará el bienestar de ella. Un hombre bueno, casi manso. Abnegado hasta el extremo. La duda de María hacia el amor verdadero que debe sentir por José, le llevará a un pequeño viaje lleno de aventuras, gestando ya a Jesús y comportándose como una futura madre con todas las inquietudes y esperanzas propias de este estado.

Envuelto en un considerable lenguaje lírico, el autor nos expone una serie de temas a analizar a través de los ojos de María, y así veremos pasar el sufrimiento de los inocentes, la enfermedad, la frustración, el fracaso y el dolor. Gracias al lenguaje todo será dulcificado convirtiéndose algunos pasajes en pura poética y en un cuento de hadas, incluso encontraremos párrafos donde la prosopopeya habita de forma natural y perfectamente engarzada con el relato.

La novela, de la mano de un narrador omnisciente, nos llevará a soñar e imaginar esa adolescencia de la Madre de Jesús, de forma respetuosa, sutil, tierna y cortés. Incluso el defecto físico que puede en un momento alterar la visión de cualquier practicante cristiano encontrará una solución.

Recomendada para todos aquellos que se acerquen con una mente abierta y muchas ganas de disfrutar de un lenguaje poético llevado a la narrativa.

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