Pura voluptuosidad

22 Oct
La muchacha de los ojos de oro
La muchacha de los ojos de oro

Y aquí tenemos, por suerte para todos los lectores, otro clásico, La muchacha de los ojos de oro, de Honoré de Balzac, presentado por la editorial Alba en su línea Alba brevis,  esa línea tan exquisita de la que ya les he hablado otras veces.

Honoré no necesita presentación y sí dejarse querer por sus relatos, dejarse en su manos, entregar toda la imaginación y volar hacia los tiempos de un siglo XIX parisino que tiene tanto por describir.

Esta novela corta dedicada al pintor Delacroix, la concibió Honoré de forma individual pero después la incluyó como parte de la trilogía  Historia de los trece, de la que forma parte junto con Ferragus y La duquesa de Langeais. En su principio deja ver los esbozos de lo que será la Comedia Humana con una descripción de la ciudad de París y sus gentes, dentro de las clases sociales y los barrios donde viven, que nos dejará casi con la boca abierta. Esta descripción será la introducción de cómo la sociedad puede llegar a moverse sólo por satisfacer sus deseos y su ambición. De perfecta actualidad. Extrapolable. Para ello desarrollará un naturalismo casi científico diseccionando a los personajes anónimos por los que vaga en su exposición.

Este telón parisino será parte del retrato psicológico del protagonista de la novela el señor De Marsay, un dandi, que vive por y para satisfacer su ego, su deseos, sus caprichos y en general su vida. Un joven al que todo mundo envidia porque lo tiene absolutamente todo, a saber, salud, dinero, posición social y amor, en cantidades ingentes como para colmar toda su trayectoria vital y la de sus amigos. Pero este elegante efebo, está de vuelta de todo, se encuentra hastiado de todas las damiselas, de todos los juegos, y de todo lo que le rodea. Su cuerpo le pide nuevas aventuras, situaciones extremadas donde ponerse al límite, donde la cuota de peligrosidad le produzca el suficiente deseo como para motivarlo. Así entrará en lances amorosos con una señorita, extremadamente desconocida, que oculta un gran secreto, tan misteriosa como bella.

A partir de aquí no voy a desentrañaros nada más, sólo deciros, que la tensión se palpa hasta el final del relato, que encontraréis un punto de sexo decimonónico, adornado a la forma de antiguos harenes orientales donde las esclavas sexuales eran a la vez dominadoras y serviciales, que también hallareis un apunte de travestismo, y algunas connotaciones sádicas. La resolución del enigma de ella será la clave y fin de la novela….

Siempre me han gustado esos finales tenebrosos en los que te quedas con la última hoja entre los dedos pasándola hacia delante y hacia atrás como buscando un ‘más’ porque ni te esperabas el final tan pronto ni desearías que hubiera acabado ya la historia, aunque reconoces que la maravilla de ese relato es su brevedad y su final. Este es el caso. Soy una profesa admiradora de los autores franceses del XIX. Solamente les hago una recomendación: léanlo. Merece la pena.

3 respuestas a «Pura voluptuosidad»

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