Letras y siglas

24 Feb

Percibimos el mundo al andar por él, y lo vamos modificando a medida que lo nombramos, aunque sólo sea poniéndole esas letras que180px-inri_kapel_gitsjpg2 llamamos siglas

Los pasos que nos han traído hasta este país, este tiempo, y estas circunstancias no son todos debidos a nuestra voluntad, ni tampoco son todos ajenos a ella. En parte, tenemos razón cuando nos quejamos de las cosas que ocurren y que uno no desea en modo alguno, y en parte no la tenemos. Tratemos de explicar esto. Un método para tratar de explicar las cosas suele ser el de poner ejemplos que sean fácilmente trasladables a la realidad que queremos entender o hacer entender. Si decimos eso de “tantas veces va el cántaro a la fuente que al fin se rompe”, estamos diciendo que quien muchas veces hace algo, alguna vez se tiene que equivocar; o que quien se dedica a “jugar con fuego” en exceso, acabará quemándose. Valgan los ejemplos.

En cierto sentido, el hecho de que nos hayamos rodeado de un mundo al que cada vez más solemos nombrar con letras, letras a las que llamamos siglas porque son mucho más que simples letras, nos ha ido alejando de la palabra “natural”, del lenguaje con el que decimos “esto no me gusta”, o “¡qué suerte encontrarte!”, o un simple “te quiero”. Ahora hablamos de “pasar la itv”, pongo por caso, y a no ser que se tenga un vehículo, y cada año lo tengamos que llevar a puntos concretos donde hemos de someterlo a un chequeo y pagar una determinada cantidad, muchas veces guardando colas más o menos molestas, no sabemos a ciencia cierta qué es eso de “pasar la itv”. Se han popularizado conjuntos de letras-siglas como cd-rom, o como dvd. Conocemos, aproximadamente, sus sentidos, sus significados. El uso los ha “cuasi-naturalizado”. Sabemos qué es un ipod, y qué son 80 GB. Y la palabra “puerto”, por ejemplo, sin dejar de significar lo que siempre ha significado, en el ámbito de los ordenadores y su manejo adquiere sentidos nuevos. ¿Alguien hoy asocia las siglas PC al partido comunista, o a un ordenador?

A veces, lo que adquiere sentido nuevo no es ya ni siquiera una palabra, cosa al cabo muy habitual en el lenguaje que antes hemos calificado de “natural”, (para con ello querer decir que es el que hemos aprendido desde la infancia, cuando éramos “in-fans”, lo que quiere decir que aún no hablábamos, que eso dice el prefijo in- con la palabra latina fans/fantis), sino que son las mismas siglas las que modifican y cambian sus valores. Tengo en mente un ejemplo que, para mí, es en muchos sentidos casi paradigmático: INEM.

Cuando un servidor comenzó su largo periplo como profesor de Lengua y Literatura Españolas, en un Instituto de Bachillerato, previo paso de unas demoledoras oposiciones, (que todas suelen serlo), éstos, los institutos se llamaban así: Institutos Nacionales de Enseñanza Media, o sea, INEM. Hoy, como todos sabemos, se llaman IES, o “institutos de enseñanza secundaria”. Y el INEM ha pasado a significar lo que ya todo el mundo sabe: la oficina donde se negocia, (¡o lo que sea!), eso del paro. Curiosamente llaman Instituto Nacional de Empleo al lugar donde se ponen en cola los que no lo tienen: o para solicitar uno, (¡con la que está cayendo: en lo del paro!), o para que se constate que sigue sin tener empleo alguno. Entre otras cosas. Cada vez hay más empleados en el INEM porque cada vez hay más conciudadanos sin empleo. ¿Vaya lo uno por lo otro? Pues depende, depende de en qué lado del mostrador del dichoso “inem” se encuentre uno, que si es por la parte de adentro, bien va, pero como sea por la de afuera… Ah, y sí: he escrito antes en minúscula lo de “institutos de enseñanza secundaria”: ¡está tan devaluada la tarea de enseñar! Todo hallará corrección y mejora. Confiemos, y ¡en marcha!

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