¡VIVA EL BARRIO DE LA VITORIA!

30 Ago

"La Vitoria" Por LVMM

Al hablar de barrios con solera uno siempre piensa en El Limonar y La Caleta. Piensa en la Malagueta buena –no la lúgubre y húmeda- o se va directamente al paseo de Reding y la “Manzana de Oro”. Error señor lector. Se equivoca al pensarlo.

En la crianza de vinos españoles, generalmente en el sur de España, se denomina solera a la fila de botas que está justamente pegada al suelo y que contiene la mezcla de vinos más antiguas y por lo general la de mayor calidad y mejor sabor.

La solera de los barrios se consigue así: con los años y la mezcla. Teatinos no tiene solera. Parque Clavero tampoco y si las “Colinas del Limonar” existiera, por muchas casas carísimas que albergara, nunca tendría dicha categoría. La solera no se consigue con dinero sino con templanza y por eso la tiene uno de los grandes barrios de Málaga, el de la Victoria.

Para entender el origen de tan singular lugar siempre se suele localizar su aparición con la llegada de los Reyes Católicos. Es al llegar el amigo Fernando con sus tropas cuando comienza la nueva era de la zona. Él conquista la ciudad a base de matar moros. Él pone la Virgen, se comienza con el Santuario y a partir de ahí se crea un entorno urbano entre la actual plaza de la Merced, que albergaba un gran mercado, y el lugar donde se le rinde culto a la patrona.

Pero antes hubo más… y mejor.

El trazado actual de calle Victoria fue en su tiempo el arroyo del Calvario –más seco que la mojama- y de manera perpendicular desde El Ejido hasta la ladera de Gibralfaro se situaba la mayor y más importante necrópolis islámica de todo Al-Ándalus: El cementerio de Yabal Faruq. A día de hoy un caballero va con su coche tranquilamente por calle Victoria y debe saber que bajo él se sitúan algunas de las mezquitas funerarias de mayor valor artístico del mundo, datadas en el siglo doce.

Pero aún hay más y es que los primeros asentamientos y usos de la zona del barrio de la Victoria se registran en la época fenicia y posteriormente durante el periodo de dominación bajo imperial. Señora, ¿Sabía usted que debajo de su casa había hipogeos púnicos? ¿Niño, ezo zon los contadore de la cevillana?

Nada es casual. Que se haya forjado esta dinastía victoriana no es cuestión de azar y es que el barrio cuenta con historia suficiente para justificar su personalidad.

Al situarnos ya en la época contemporánea observamos cómo el barrio de la Victoria se convierte en zona de la nueva burguesía malagueña. Pero burguesía de la más limitada. Aquí se sitúan gremios de costureros, sastres, lavanderos y personas dedicadas al servicio que elevan su nivel económico llegando a convertirse en burgueses. La diferencia fundamental con la burguesía entendida como tal que habitaba en el Limonar o Monte Sancha es únicamente el dinero. Los victorianos tenían menos. Pero tenían. De esta época de primeros de siglo nace la denominación del barrio del chupa y tira –que me parece horrenda- pues se dice que la gente comía muchas almejas que al ser muy baratas eran plato fácil para la gente de economías limitadas.

Y lo mas grande y admirable de este barrio es su capacidad de mantener el sabor y es que a día de hoy sigue siendo un lugar independiente. Una civilización victoriana consistente y con maneras únicas.

Se trata del barrio donde aún se conservan plazas bonitas como la del Jardín de los Monos. Es el lugar de los dos grandes colegios donde las niñas iban al Monte y los niños a los Maristas. Maristas que tienen previsto marcharse y dejarán huérfano de historias a muchas generaciones. Se perderán los paseos de los Hermanos por calle Victoria, los chavales ocupando la plaza en los recreos y los niños citándose en calle Agua para los duelos a la salida el Colegio. Es la Victoria un sitio donde conviven edificios lujosos de áticos de altas rentas con lugares humildes y limitados. Es el gran barrio cofrade de Málaga que cuando llega Semana Santa se salpica cada tarde de niños vestidos con hábitos nazarenos y hombres de trono camino de la iglesia. Es el lugar que avisa de que llega la primavera porque aún mantiene naranjos de los que regalan azahar. Es el barrio que mira cara a cara los gitanos con los que comparte calles con las Lagunilla y su Nazareno de los Pasos. Es el barrio de la Virgen del Rocío Coronada que regala a Málaga una novia cada Martes Santo. Es el barrio de la gente pausada. De las señoras con los “Carlitos” de hojaldre y la copita de anís en el Samoa y de los muchachos en el Jaral y Los culitos. En calle Victoria nace el campero en la hamburguesería Los Paninis. Es el barrio por el que pasea Eugenio Chicano con su bastón, donde hace la compra Emi Bonilla y en el que se le rinde culto a la memoria de Miguel de los Reyes.

Y es un arrabal moderno que ha sabido compaginar las tradiciones y generaciones anteriores con las realidades actuales. Es un barrio de albergues de backpackers, de inmigrantes y extranjeros pero que mantiene negocios de siempre y donde se sigue apostante por lo tradicional. Es el lugar donde hay fruterías y carnicerías sagradas. De las de bancos para sentarse mientras esperas la vez. Es el barrio en el que ha cerrado un Mercadona pero las tiendas de siempre se mantienen. ¡Toma Paco Roig!

La Victoria también es el lugar de los personajes más peculiares. Tiene su cuadrilla fija de mendigos-gorrillas que se lo gastan todo en el viejo arte de beber botellines o latas de cerveza fresquita. Es el territorio donde se sigue vendiendo La Rápida. Tiene un compás donde tras una reja una pareja de señores arreglan calzado como  nadie en Málaga. Es el lugar donde un edificio fue bautizado como Paco Mena por ser éste un célebre Maestro de Maristas creando poco a poco un recorrido de Victorianos ilustres.

Es un cuartel que se autofinancia con la complicidad de los vecinos. Es la cuna de la Fundación Corinto que da de comer a muchas criaturas cada semana. Es el sitio donde es posible que gente se una para recoger dinero para ayudar en navidad y donde te roban la bici aunque la tengas atadas con 34 cadenas.

Es el barrio de la Victoria. El que tiene la capacidad de cambiar su propio nombre y rebautizarse como La Vitoria. Es el barrio de mi bisabuelo, mi abuelo y mi madre. Y como escribiera su vecino Juan GutiérrezMi barrio tiene la suerte de contar con dos razones, dos luceros encendíos, la Virgen de la Vitoria y la Virgen del Rocío”.

Viva Málaga.

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