No me gustan las versiones. Me fastidia bastante, por ejemplo, que tomen una pieza de música clásica y la conviertan en hilo ambiental para los probadores de unos grandes almacenes. Los clásicos están bien como están ¿a qué viene enmendarles la plana? ¿A qué esa manía de bajarlos de nivel para hacerlos accesibles al público, cuando lo ideal sería subir los niveles del público para que puedan acceder a los clásicos?
Yo tengo la idea, nada popular, de que antes que popularizar la cultura, hay que culturizar al pueblo y espero que lo que digo no parezca una versión de las consignas de Giner de los Ríos o de Ortega, que, como toda versión, sería de una presunción nefasta.
En suma y, a grandes rasgos, no creo en esa estrategia de hacer la cultura divertida para atraer a las masas. La cultura no tiene que ser divertida y muchas veces no lo es, aunque lleve implícito el humor, porque el humor cuenta con muchos sobreentendidos que, si no se entienden, no hacen puñetera gracia. Kafka, por ejemplo, es muy gracioso si lo pillas, pero, si no lo pillas, es un tremendo tostón. En fin, a Kafka nadie se ha atrevido a popularizarlo, a Machado sí. Y yo me pregunto ¿es que Machado no era ya lo suficiente popular para tener que popularizarlo más todavía? El escritor definió la poesía como “Ni mármol duro y eterno/ ni música ni pintura/ sino palabra en el tiempo/ y, sin embargo, pasó a la historia con unos arreglos en plan pop de los 70, que serían pegadizos, pero que hicieron creer a unos cuantos que “Caminante, no hay camino” era una canción de Serrat. Una canción pop. Si le hacen lo mismo a Juan Ramón Jiménez, sale de su tumba y no deja títere con cabeza.
Versiones. La poesía no es siempre un tema bailable ni la cultura una fiesta, como tampoco el gimnasio. Lo más divertido, después de sudar varias horas en diferentes máquinas de tortura, es regresar a casa para darse una ducha y cenar. Pero, como dijo Epicuro, para que exista el placer debe existir el dolor y todo eso. La cultura también es eso; empieza a gustarte Schopenhauer, cuando llevas siete días de leerlo y no enterarte de nada y, por fin, al octavo das con el sentido de una parrafada. De Kant ni hablamos.
Yo he pasado veranos muy tórridos, leyendo a Albert Camus, James Joyce, Sartre y Thomas Mann. No lo hacía por diversión, sino por imperativo. Esos libros eran los que tenía mi tía en la colección de clásicos de la literatura universal, que le había comprado a un vendedor ambulante. O sea, era eso o nada. De modo que, el verano iba del dolor al placer paulatinamente hasta el súmmum, porque, al acabarlo, te liberabas del calor y de tanta angustia existencial.
Versiones ¿para qué? Explicar la cultura es como explicar un chiste ¿para qué traducir una obra del siglo XVII al lenguaje actual? Mejor aprender qué significa rufián a que nos digan que es “un tío chungo”, si es que todavía se dice “tío chungo”, porque los clásicos no, pero las versiones envejecen enseguida.
Pero peor que hacer una versión de algo es ser una versión de alguien. Por ejemplo, que digan que Audrey Tautou es la nueva Audrey Hepburn o que George Clooney es el nuevo Cary Grant.
Cuando ganen en personalidad propia, también notarán el paso del tiempo, porque ya se dirá que tal es la nueva Audrey Tautou y ese otro el nuevo George Clooney.
En política, las versiones se actualizan menos, si es cuestión de disuadir y acojonar hacia un líder de derechas o de izquierdas se toma como referente a Hitler o a Stalin.
¿Dónde está la chispa de novedad? ¿Dónde el ansiado estallido de lo inaudito? ¿La irrupción de la originalidad que reivindicaban los románticos con el afán que le copiamos los que somos versiones de sus mismos afanes?
La respuesta es Láncara, un municipio ganadero de Lugo de 3.000 habitantes, asfixiado por la cuota láctea y la crisis, que, en pos de la supervivencia, busca un atractivo turístico para darle alguna vidilla a sus arcas vacías. Su baza es contar con la vivienda humildísima, donde nació el padre de Fidel y Raúl Castro que emigró a Cuba. Ya en 1992, un alcalde socialista que luego se pasó al PP, nombró a Fidel, Hijo Predilecto y hasta allí fue el prócer comunista a recibir un homenaje, en el que participó Manuel Fraga Iribarne muy emocionado por ser él también hijo de lucense, emigrado a Cuba. Un país donde él mismo ya había sido recibido a cuerpo de Rey sin que su confesión derechista les estorbase ni a los anfitriones ni a sí mismo. Cuando el hermanamiento es sincero de qué valen las fronteras ideológicas. Fidel se deshizo en loas a Fraga y éste gritó “Cuba libre”.
Ahora Piñeiro, el actual alcalde de Láncara, ha hecho hijo predilecto de su pueblo a Raúl Castro. Dice que no está de acuerdo con su ideología, pero que el municipio necesita ingresos y ahí está la cuestión. Así que brindo por Láncara, sus circunstancias, y su alcalde que tiene una cualidad originalísima en estos tiempos; la total sinceridad.
Versiones
5
Ago
Versiones estridentes y
discordantes, que a veces
no sabes bien o no sabes
si es Canción de Roldán
o es Chanson de Roland
o el poema Roncesvalles
Lo que más me maravilla
son las múltiples versiones
que se hacen con las vidas
más díscolas que recogidas
de Jesús y los apóstoles
tan faltos de disciplina
en Jesucristo Superstar
o en la Vida de Brian
y esa ausencia de moral
que según se ve se llama
arranque de sinceridad,
si el paisanaje es leal
se agasaja con queimada…
Con la llegada de Obama
la nueva versión de moda
(antigua, por lo esperada)
del ron y la Coca Cola…