Frivolidades

29 Jul

Las frivolidades son para el verano. Tal vez porque sugieren frío y, en estas fechas, combatir el calor se convierte en la mayor prioridad. Sin embargo, las frivolidades no tratan de asuntos fríos, sino de temas muy calientes. Por lo general, de affaires, líos de cama y pasiones muy tórridas. Hay otros apartados en el ámbito de las frivolidades, pero interesan menos. Debe ser por ese mismo resorte del comportamiento humano que hace que, entre tantos asuntos graves, lo que más preocupe sea que unas cuantas familias se hayan puesto en pelotas en una piscina pública de Arganzuela. Eso dirá mucho de la superficialidad de la masa, pero, en suma, indica que estamos vivos, después de todo.
Entre negros titulares que anuncian las miserias de la realidad, guerras, atentados, desahucios, paro, corrupción, enfermos que languidecen en hospitales por falta de personal, las frivolidades transcurren en un mundo paralelo a todo color en la revista, incluida dentro del periódico. Son un mundo dentro de otro mundo. Un mundo que es una burbuja de bienestar, poblado de restaurantes de lujo y piscinas paisajísticas, cuyos habitantes, ajenos a cualquier dolor, beben daiquiris, luciendo figuras espectaculares en traje de baño con la sola inquietud de elegir con tino la indumentaria adecuada para impactar en la fiesta de turno al llegar la noche y la sola determinación de hacer su vida sentimental tan azarosa que mantenga el interés de su audiencia, sedienta de emociones. Mientras el mundo se derrumba, ellos se enamoran continuamente como en Casablanca. No es que sus sentimientos sean tan volátiles; es que es su trabajo.
Luisito de Roncesvalles, tras dar un trago despacioso a su Bloody Mary, propio de una mañana de resaca después del evento de la noche anterior, llama a su vieja amiga Cuchita Gallifresca:
-Mira, Cuchita, ¿qué te parece si desvelas que tuvimos un romance hace cuatro años, cuando aún ambos estábamos casados?
Cuchita, que es más profesional, sugiere:
-¿Y qué tal si te acercas a mi chalé a la hora del aperitivo, nos damos unos besos en la puerta y que nos fotografíen los paparazzi?
-Quita, quita, Cuchita, con el calor que hace, qué pereza. Mejor desvelas tú el romance por tu cuenta, que yo saldré luego encolerizado a desmentirlo. Eso nos da, por lo menos, para cinco programas de tertulia.
-¿Con un romance supuesto de hace cuatro años? Cómo se ve que eres un inconsciente, my Darling. No te haces una idea de lo alto que han puesto el listón esos famosillos de medio pelo de los reality shows. Ellos exhiben sus encuentros carnales en vivo y en directo y los venden a porrillo.
– Desde luego qué poca clase tiene esa gentuza. ¿Pero tú crees, Cuchita, que esos horteras aficionados nos van a hacer sombra? Donde se ponga la promiscuidad de la aristocracia, que se quiten las réplicas. Somos un clásico.
-Sí, cariño, yo concretamente Diógenes, si no vendo otro escándalo sexual, voy a tener que irme a dormir a un tonel. Ya no puedo ni pagar al jardinero.
Frivolidades ¿Por qué interesa más saber con quién se acostó el conde Lecquio que los entresijos de la política internacional cuando el enigma es igual de irresoluble? Ya no somos esa sociedad inocente que creía poder vivir en paz, sin que los asuntos de peso afectasen su discurrir cotidiano. Los infortunios han logrado que la masa se interese por la política y la economía. A fin de cuentas, resultaba que eran materias que podían afectarnos, más allá de lo abstracto.
Pero eso se sabe luego cuando recortan personal de la empresa o la cierran y no tienes dónde ir, pues el desahucio te destierra de tu casa. Entonces sí quieres saber qué pasa, aunque eso no te ayude a remediarlo, pero te pierdes porque los asuntos complejos responden a motivos oscuros o bien tan obvios, que ni siquiera se te pasan por la cabeza.
Política internacional ¿cómo vamos a saber lo que pasa en Siria o en Turquía si ignoramos lo que ocurre en la propia España? El verdadero motivo que nos tiene sin gobierno formal desde hace la pila de meses. Y es que ahora se comprende que la política de España, de la que se hablaba tan poco antes de la crisis, se mueve por los hilos de la política internacional, de la que se hablaba menos todavía y eso también se nos cuela en la vida cotidiana, porque, en cualquier momento, vas a darte un paseíto por la calle y caes víctima de un atentado terrorista, que esto se extiende como la pólvora. Igual ese día en el que, por fin, te ibas a enterar si el conde Lecquio se acostó o no con aquella.
En su mundo paralelo a todo color, Lecquio y sus secuaces, sin despeinarse, seguirán brindando con daiquiris, mientras planean su próxima fiesta exclusiva. Y algún desheredado mirará fascinado la pantalla como miraba Mia Farrow “La rosa púrpura del Cairo”.

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