Títeres sin cabeza

12 Feb

A lo titiriteros los llamo yo “tirititeros, porque siempre me parece que están tiritando. Por hambre, por frío o de miedo porque se les echa la pasma encima. Como a los que representaron “La bruja y Don Cristóbal” en una de las actividades programadas para el Carnaval de Madrid. Como la compañía era granadina, parece que, con el título, rendían un homenaje a García Lorca. Toda una premonición. Todos sabemos cómo acabó García Lorca y cómo acabó la representación.

Los titiriteros querían dar el golpe con una pieza de crítica social y, al final, el golpe se lo llevaron ellos. Su farsa estaba tramada sobre una simbología, dirigida a adultos, que no entendieron ni los adultos ni mucho menos los niños que eran el público mayoritario.

Según dicen, pues cunden las versiones, una marioneta desaforada, después de sufrir una violación, ahorcaba a un juez, acuchillaba a un policía y asesinaba a una monja, clavándole un crucifijo en el pecho ¿entendió la compañía que el espectáculo iba a ser destinado a la infancia? ¿Sabía el ayuntamiento la clase de representación que habían contratado para los chiquillos? Se ve que no.

Los titiriteros debieron pensar que su obra, dada la intención ideológica, sería muy del gusto de la alcaldesa y saldrían luego de allí en hombros por la puerta grande de la fama, pero, muy de otro modo, salieron detenidos para dar con sus huesos en la cárcel.

La farsa experimental de crítica política no está hecha para todos los públicos, de hecho en este país para ninguno, si se piensa que Fernando Arrabal tuvo que irse a Francia a probar fortuna y ya antes a Valle-Inclán le pintaron muchos bastos. Pero el problema de la compañía granadina no fue que ofendiese lo que quería decir con la pieza, sino que no se entendió nada de su propósito. El teatro experimental al teatro es como el verso libre a la poesía. Cuando todo vale, es muy difícil discernir lo que tiene valor y separar la paja del trigo.

La primera vez que vi una obra de teatro experimental fue, precisamente, en Granada. A todos nos estaba pareciendo muy graciosa y, cuando ya llevábamos un rato partiéndonos el pecho a carcajadas, los actores muy enojados detuvieron la actuación para recriminarnos:

-Por favor, señores, respeten nuestro trabajo y dejen ya de reírse. Lo que nosotros estamos interpretando es una tragedia.

Si lo hubieran explicado desde el principio, tal vez nuestra reacción habría sido distinta, pero cuando hay que explicar una obra o un chiste, es que algo falla. O la obra o la perspicacia del público.

Si los niños madrileños hubiesen sido más perspicaces, habrían comprendido que la Bruja, en clara alusión a la caza de brujas, se liberaba de la opresión de los poderes fácticos; la Propiedad, la Religión, la Fuerza del Estado y la Ley, encarnados por el casero, la monja, el juez y el policía. Y que tal vez el Gora Alka-Eta era un guiño para sugerir que el poder omnímodo e irracional, derivado del abuso de un autoritarismo despótico, constituye una forma inequívoca de terrorismo. Eso lo entiende hasta un niño de seis años ¿no?

En todo caso, pues, según algunos, la infancia ya no es lo que era, la compañía tendría que haber hecho una introducción pedagógica para poner a los críos al tanto de la simbología de la trama. Las criaturas lo habrían captado al instante y seguro que hubiesen respondido:

-Anda, ya caigo, qué chulis son los vericuetos de la idiosincrasia social imperante. Esto me mola más que Harry Potter. Repítemelo otra vez; otra, otra…

(Como el niño que he puesto a hablar es un tanto gazmoño, podría decir “mola”, que no se si es ya una expresión algo rancia.)

En definitiva, si lo que quería la compañía era hacer un homenaje a los títeres de cachiporra de García Lorca, lo logró, pues el despiporre acabó en carga policial.

¿Qué falló en aquel espectáculo para terminar de aquella manera?  Tal vez todo en conjunto. El Ayuntamiento por no supervisar su contenido y confiar en que los títeres iban a ser tan inocuos como se les supone y la compañía por no adaptarse a las necesidades de su público

La medida de meterlos en la cárcel, en todo caso, fue desproporcionada, pero, a la larga, les dará a los titiriteros una fama con la que no contaban.

De momento, esa palabra “titiritero”, que era el apelativo despectivo y arcaico con el que se insultaba a los actores por protestar en los Goya ante los políticos que ponen el cine en precario, se ha vuelto a poner de moda. A como sigue la cosa a mí titiritero me suena aún a “tirititero”. Ese cómico de la legua del “Viaje a ninguna parte” que tirita en la escasez a salto de mata y sueña con la oportunidad de alquilarse un esmoquin para una ocasión que no siempre llega. Para todos ellos, ánimo y mucha suerte. La mierda mejor para el váter (¿me explico?)

7 respuestas a «Títeres sin cabeza»

  1. Pues sí, gracias a la denostada democracia, los “tirititeros” y algunos saltimbanquis de lo cómico, están cogiendo una fama que no esperaban, inmersos como estamos en las diferentes y variopintas crisis. Han tocado la fibra más pintoresca, auténtica española –que es la suya también – y las cadenas afectas al corazón ya se frotan los eslabones. Digo gracias a la masacrada democracia porque, a los pijillos (nada que ver con los tirititeros de antes, el otro día; aquellos “húngaros” invernales, harapientos, de negro carromato, cabra, trompeta y mono, que acampaban junto al río del pueblo) se les ha incautado un manual titulado “Contra la Democracia”, elaborado por los Grupos Anarquistas Coordinados, donde se exaltan una serie de no-valores (si te aprovechas de la democracia para explotar esos “valores” y te enriqueces con ellos estás en negativo total) entre los que destacan la apuesta por una sociedad sin propiedad privada, todos iguales, sin poderes de ninguna clase y –rien ne va plus! – la no escolarización de los niños y niñas, que ya nos las arreglaremos. A ver, digan ustedes, queridos profesores y profesoras, cómo encajamos esto, que a mí me da la risa…¿crisis, recortes, pagas..? jajaj

    Cuando pienso en la Declaración Islámica, escrita en 1970 por Alia Izetvegovic, presidente islamista de Bosnia Herzegovina durante los noventa y gran camarada de Hitler en los cuarenta, donde arremete de forma bestial contra la democracia y no reconoce otra forma de gobierno que no sea la de su dios y – aquí tocamos fondo – que fue tan apoyado por las democracias europeas…Pues eso, que me sigue dando la risa tonta, floja…Me pondré a hacer alguna gracieta con el Guernica, a ver si se me pasa. Ja

    Saludos

  2. Imagino a los titiriteros tiritanteros, ateridos por una detención, un ingreso en prisión y una incertidumbre sobre el futuro. En ese sentido, algo de bajas temperaturas tiene el titiriterismo. El contexto es importante siempre y los autores, artistas y comediantes han de saberlo. Desconocerlo es yerro de arribistas. ¿Quién ha tenido aquí culpa in eligendo y culpa invigilando? ¿Existe o debe existir una censura previa para garantizar las libertades? Son asuntos importantes en una sociedad democrática. El arte siempre ha sido un proscrito, hasta que acabo en la cuna de la subvención, y se trocó la proscripción en prescripción, que es tanto como decir que si la creación es la indicada para el poder y la posología la correcta, no habrá problemas y recibirán la pócima salvífica de dinero público. Pero esto es una cosa, y otra bien distinta es la incuria de quien no tiene la picardía de analizar el contexto, la recepción y los efectos, sobre todo si te paga un Ayuntamiento. El farsante ha de saber que la utilización metafórica de la simbología puede provocar que los objetos se impongan a los mensajes, y la metáfora simbólica acabe medida al milímetro, sobre todo si el farsante teatral no cae en la premisa de que detrás de todo ciudadano se esconde un agente del orden, especialmente si el ciudadano es de orden. Y que esperaban encontrar en las calle de Madrid, ¿a Sacco y Vancetti o a los Siete Niños de Écija?, no hombre no, un poco de vista. El que quiera entretener a un niño, que sepa que en su padre va un educador, que lo hará bien o mal, pero que no es neutral ante ningún mensaje, artístico o no, entre cuyos espectadores esté su hijo. Esto es lo que tiene que saber todo artista performance. Aplicar a la obra, casi como sistema de calidad, una pedagogía adaptada a la edad del público. Hace falta hacer apología de la pedagogía para evitar extraños panegíricos que llevan a lo que llevan. Ni siquiera para farsa experimental, que dice Lola Clavero, vale superar líneas rojas, ahora que están éstas tan de moda. Hace falta que el artista haga pedagogía del qué es, cuando estamos ante niños, la mejor propedéutica para no dañar una sorpresa no esperada en las almas infantiles. Pero en fin, una cosa es que los titiriteros no hayan calibrado el contexto como ambiente moral, intelectual y sentimental, y otra, muy distinta, que merecieran la prisión. El principio de proporcionalidad debe jugar su baza siempre y, sin hacer caso omiso del caso, la cárcel es desproporcionada para los titiriteros. Sobre todo, si alegamos que todos nosotros somos guiados por intereses privadísimos que nos manejan como a marionetas, que deciden nuestro futuro, imponen nuestros gustos, nos afligen si abandonamos el rebaño, o nos destierran cuando pedimos más tierra y pan. Existen otros titiriteros que nos dirigen en la plaza pública, bajo el signo de la invisibilidad, y estos son mucho peores. Aparte de esto, los titiriteros de marras dicen que querían cuestionar los cuatro poderes que rigen la sociedad: la religión, la propiedad, la fuerza del Estado y la ley. Al menos esto he leído, y no puede estar demasiado de acuerdo con estos titiriteros. Todos estos poderes son imperfectos, pero nos constituyen o ayudan a vivir en paz con los demás. La Religión, pese a sus trampas, no ha dado identidad cultural, y mucha de la influencia en la filosofía y en el arte civil, incluido el títere, tiene origen en la religión. Respecto a la propiedad, el Estado y la ley, se pueden mejorar tanto como defenderlas. Ya por último, señora Clavero, decir que hay versos libres que no necesitan de ningún eslabón perdido para su gloria.
    Saludos victorianos.

  3. Si los titiriteros querían originar un debate nacional, helo aquí. Las dos españas en un “sí” o un “no” por las marionetas para marcar posturas, pero el espectáculo sólo sirvió de estrategia para desatar una confrontación que se deseaba por la nimia excusa que fuese. Y ésta resultó por encima de sus posibilidades. Pues los niños eran los destinatarios de la función, mejor tendrían que haber opinado ellos.
    Ahora, además de ver una farsa que no entendieron, han de asistir a otro espectáculo lamentable que tampoco van a entender. Recuerda la cosa a esas parejas de divorciados que ponen a los niños de por medio, para sacar al aire todos sus trapos sucios, esas diferencias de adultos que no tienen nada que ver con ellos y los desorientan. En cualquier caso, me parece un abuso y una gran falta de respeto, utilizar a los niños en un sentido o en otro. Qué le tienen que importar a ellos las guerras de Papá y Mamá, que son cosa sólo suya. Digo yo…¿se puede educar sin adoctrinar? Ya se tendría que poder a estas alturas. La cosa no es hacer soldados, ya está bien, sino librepensadores. De eso trata el progreso.

  4. A sabiendas de los actos
    de sus muñecos atroces
    o el terrorismo de facto
    propusieron soluciones
    glorificando a la Eta
    y también a Al kaeda
    (estos son nazislamistas
    los otros nazis a secas)
    esperando aleccionar
    al público allí presente
    si eran niños qué más da
    si enrarecían el ambiente…
    ¿Dos Españas? ¿de verdad?
    Que semejante esperpento
    sea una de las Españas
    su cultura o su talento
    y aquí nadie diga nada
    no sea que le den caña…
    habrá que ir al desierto
    donde medran lapidarios
    para ver igual concierto.
    ¿De verdad es esto Europa
    o es una España rota…?
    Tal vez país de locatis
    peleando con garrotes
    Y si miran, según dónde
    ciegos de nativitatis…

  5. Se pronuncia
    toda España,
    es la caña
    por un sí quiero
    no quiero
    de la farsa
    la condena
    o una gran ovación
    al genio titiritero.
    La fuerza de la opinión
    se nos va en tontunas tales
    con los asuntos banales
    Esta es la treta
    dar un cebo a la nación
    con esta u otra historieta
    y manejarnos los hilos
    en tan plana diversión,
    igual que a las marionetas.

  6. Habremos de convenir
    y sentenciar al respecto
    que una vez visto esto
    lo que tenga que venir

    de comportarnos así
    nos dejará con lo puesto
    Ocupados en tonterías
    por horas, minutos, días

    tanto da si hay gobierno
    o continua algarabía
    o continúa el jodierno

    al cabo nadie se mueve
    si acaso tira pal pueblo
    ¡y a disfrutar de la nieve!

  7. Es la imagen del lugar
    con sus nieves
    la postal de Navidad
    más visitada en las redes.
    La nevada de febrero
    hizo olvidar la historieta
    de aquellos titiriteros
    para inspirar al poeta,
    con versos en homenaje
    al paisaje
    y olvidar el lado feo
    del blanqueo…

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