Año Nuevo en mi barrio

1 Ene
El jueves ¿milagro?

Las fiestas en mi barrio no son para tirar cohetes, pero igual los tiran, y como decía la Mandrágora, hacen pum y hacen pam. Las calles, con huelga de Limasa y sin ella, están siempre sucias y el marroquí del bazar no tiene quien le compre.

Desde los atentados yihadistas, parece que cayó bajo sospecha y los clientes pasan de largo por su tienda. El yihadismo no tiene por qué implicar islamofobia, pero, normalmente, la implica.

Voy a comprar a su bazar un tarro de colonia y me encuentro al marroquí con la mirada hundida en el mostrador, la evidencia de la depresión en su gesto y su pelo ahora completamente blanco. Parece el abuelo de aquel otro hombre que hace una década regentaba un negocio próspero en Cristo de la Epidemia. El dolor envejece muchísimo.

Su esposa, junto a él, tras el mostrador, tiene en los ojos una mirada desafiante, que recibo en ausencia de otros clientes que han dejado de serlo. Lleva la cabeza cubierta con un pañuelo de esos que no sé cómo se llaman. Nunca me he interesado por el nombre de los pañuelos que llevan las mujeres musulmanas, tal vez porque creo que no es tan esencial quitárselos o no como quitarles la dignidad o el pan. Quién soy yo para opinar sobre los pañuelos que lleve nadie.

Los chinos, en cambio, venden muchísimo. Al promotor de PTV le han vendido un traje de Papa Nöel, de talla china, que, siendo el hombre alto y corpulento, le queda pequeñísimo. Tan estrechos le quedan los pantalones que hasta le marcan paquete. Este toque erótico, en apariencia poco adecuado para el entrañable personaje navideño, ha resultado un éxito después de todo. En su chiringuito a la puerta del super, ya hay varias señoras interesadas en su paquete de ofertas.

La tienda de Mamadou sigue sin facturar. El africano vende fajas para chicas gorditas, pero parece que ninguna se anima a meterse en el probador.

Más afluencia de gente hay en la oficina del INEM. Ahí menudean los parados de más de cuarenta años con las esperanzas mermadas y barbita canosa de tres días, a ver si les cae la lotería de un trabajo o, al menos, la Pedrea de un subsidio. Hoy tampoco será porque, como siempre, les falta un papel. Vuelva usted mañana. Y volverán, cómo no, al fin y al cabo, tienen todo el tiempo del mundo para dar paseos.

En el bar de enfrente, se saludan dos jubilados. La charla comienza distendida en torno a una copita de anís hasta que llega la fatal pregunta del millón:

-¿Pero tú a quién has votado?

-¿A quién va a ser? Yo soy un patriota.

-O sea, que has votado al PP. Es que siempre has sido un facha.

-¿Y tú qué? Un enemigo del país, un secesionista; un comunista. Seguro que votaste a Podemos. Además de viejo, eres tonto.

-El tonto lo serás tú.

-Y tú más. Mira que…

Los jubilados se enzarzan a puñetazos. Y, tras unos minutos, se oye a lo lejos la sirena de un coche de policía.

Si fuese por algunos de mis vecinos, aquí no se darían nunca pactos ni alianzas.

Después de los resultados del 20-D, los optimistas dieron la bienvenida al pluralismo, pero no faltaron los agoreros que dijeron que ahora, en vez de dos Españas, hay cuatro.

Con las negociaciones de la pluralidad, nos darán las uvas y, con muchísima suerte, los Reyes Magos nos traerán la fumata blanca: “Habemus presidente”.

Estas están siendo las fiestas de la incertidumbre y los informativos producen ansiedad. De un momento a otro, nuestro futuro va cambiando de color como las luces de un semáforo, según van diciendo los telediarios. Menos mal que luego ponen los programas de humor y nos relajamos del futuro incierto con el pretérito anterior. Allí nos sirven las risas en platós vintage de cuando Iñigo, Gila, El un, dos, tres, Tip y Coll, Juanito Navarro, Maricarmen y sus muñecos y Martes y Trece, por ejemplo. Qué tiempos aquellos.

Las sobras son parte de la esencia navideña. Consumimos las sobras de la televisión del pasado como cada día las sobras de la cena anterior.

Cuando salga este artículo, estarás recalentando sobras de la cena de Nochevieja para prepararte el almuerzo en el año nuevo.

El año nuevo en mi barrio pinta como una de esas películas de Berlanga en blanco y negro con el desorden de muchos personajes secundarios, todos hablando al mismo tiempo y sin ponerse de acuerdo, a la espera de algún guiño de la Fortuna. A no ser que, al final del pasado jueves, nos haya llegado ya el milagro. Ojalá.

6 respuestas a «Año Nuevo en mi barrio»

  1. Algo bueno tuvo el pasado para muchos de nuestros jubilados. Se entretienen con sus batallitas y sus posguerras de hambre y tú más, ¿qué sería hoy de ellos, ¡de nosotros! si no hubiera sido por aquella confrontación de los años treinta? Pues unos mustios, aburridos en la eterna primavera sin flores que disfrutamos (esto no alude necesariamente a agricultores, ganaderos…) gracias a otro cambio, el climático, que también da y dará para muchas discusiones bizantinas, ¿qué sería, pues, de aquellos que nos precedan, sin esta sal de la vida…? ¡Pero si ya están abonando el terreno…! El otro día decía un paisano, allá donde tanto frío hacía antaño por estas fechas y a los muñecos de nieve, a falta de zanahorias, les colocábamos una mazorca de maíz: “Tiene cohone la cosa. Te gastas un dineral, ganado con mucho esfuerzo y sacrificios, en acondicionar la casa con buena calefacción y ahora ni hace frío ni nieva…” Si la cosa continúa así, pronto se pondrán a buscar culpables, de colores bien definidos y chillones, sean rojos o azules; y las próximas generaciones tendrán, en estas referencias primeras, su punto de encuentro y de salida. Para que no decaiga…
    Y es que la crisis hay que pelarla como se pueda o se sepa. Si no se cabe en el restaurante a la hora del almuerzo, por quinientos pavos te puedes buscar un hueco entre tropecientos cazadores de reala, a la búsqueda del jabalí y a la vuelta igual… Lo peor, lo de siempre: el estacionamiento, ¿será ancho el campo? Pues nada, ni de patas.

    Para haber pasado más de cuarenta años, el barrio no ha cambiado tanto…

    https://www.youtube.com/watch?v=03MFJyUDJwU

    Que haya entrado bien el año y a ver los reyes…

  2. Me enristece mucho la situación de los jubilados. Después de tantos años de esfuerzo, ver llegar por fin el progreso para luego volver al regreso. Preocupa al contemplar las películas de Berlanga, la actualidad que irradian. Te dicen que la crisis ha remitido, pero veo la situación en mi barrio y me pregunto dónde.
    Bonito tema, Winspector. Mi barrio es así, es una bella manera de decir qué pena…

  3. El parque (ya casi inexistente) se encuentra en la plaza Tirso de Molina, de Madrid. Entonces, a su manera, ambientada; hoy se le cataloga como degradada y sin cansados bancos para descansar. Antes penuria; ahora pena, que sabe a cosa marchita, a declive. ¿Dónde se encontrará ese gramo de felicidad…? Es un continuo devolverse la pelota, lo uno por lo otro…El día aparece radiante, sin sombras, hasta que te das cuenta que esa calle de pueblo está prácticamente deshabitada, sin solución de continuidad. Que casi todas las viviendas están vacías, salvo algún fin de semana…que la vida se va, sin remisión. Que la hubo, cierto. Que la había, incluso después de haberse marchado medio pueblo a ganarse la vida fuera, también. La cuestión es si la hay, aparte de estar vivos algún día de fiesta. Porque el pretérito imperfecto, siendo evocador e ideal para contarlo, no amortiza un presente tan incierto. Por decirlo de otra manera, cuando viajaba en el tren, mirando siempre hacia adelante, veía cómo la lontananza, digamos futuro, se acercaba paulatinamente, una vez y otra…nunca se alejaba. Pero si en ese mismo tren no hubiera dejado de mirar siempre hacia atrás, la impresión (y realidad) habría sido de lejanía, cada vez más inalcanzable…
    Pues nada, a falta de perspectivas más firmes, habrá que remitirse a lo aleatorio. Mucha suerte, salud y todo lo demás.

  4. Como diría San Agustín ¿Qué es el tiempo sino una trampa de la memoria?
    No se puede volver al pasado, porque cuando lo dejaste ya dejó de existir. Este era el pueblo hace ya la pila de años según Joan Manuel Serrat.

    https://www.youtube.com/watch?v=2mqflL3bK5s&list=RD2mqflL3bK5s#t=0

    Y el Futuro es ese horizonte que nunca se alcanza:

    https://www.youtube.com/watch?v=l_FQNGZImw8

    ¿Entonces existirá el presente? ¿Carpe diem?

    https://www.youtube.com/watch?v=EEt-XcqQz4A

    ¡Ánimo!

  5. Mi barrio ya no es mi barrio,
    el tiempo se lo ha llevado
    como se llevan los vientos
    las hojas de algunos árboles.
    Aquel barrio de la infancia
    viste un alivio de luto
    más arriba de la manga
    y un calendario partido
    con las fechas separadas.
    Lo mismo que a Juan Ramón
    su Moguer se le cambiaba,
    cuando subo por mi barrio
    la memoria pone faltas.
    La silueta del ausente
    tiene un espacio vacío
    que lo ha ocupado la muerte
    al recuerdo de los hijos.
    No son planes de urbanismo
    los que a ti te han hecho daño,
    es la prisa de estar vivo
    sumándonos cumpleaños.
    Subiendo calle Victoria,
    a la derecha, San Lázaro.
    Hacia la izquierda, Altozano.
    Para el Norte, el camposanto.
    Mi barrio tiene de todo,
    hasta muertos conservados
    que bajan por calle Cristo
    igual que resucitados.
    Sin me quedara sin patria
    o acabara trasterrado,
    viviría sin zozobra
    confinado en este barrio.

    P.D.: Tiene muchas cosas en la memoria y en la actualidad: BRITO, CEREZO, PELUQUERÍA RAFAEL, PAJARERÍA ADJUNTA, TABERNA DE RAFAEL EL CHATO, SAMOA, EL CARACOL, ENRIQUE Y PACO, EL PARAMIO BAR Y PUB, BAR COÍN, MESÓN VICTORIA, ETC. Y A LOLA CLAVERO, OBVIAMENTE.

  6. ¿Quién eres Ángel Cristiano?
    ¿Cómo has colado esta treta
    que me inquieta,
    al saberte victoriano?
    No es, en vano,
    que adivino
    que hasta eres mi vecino.
    Si me ves pasar, saluda
    no me dejes con la duda,
    que esto del anonimato,
    me sacude de zozobra
    y me deja mosca un rato…

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