La invasión de las tetudas

5 Dic

Hace tiempo que me persiguen por doquier unas mujeres muy tetudas. Si abro el correo electrónico, las encuentro en la solapa de la pantalla, mostrándome sus encantos mamarios de un modo bastante explícito. E igualmente, cuando merodeo por Facebook, me salen al encuentro sus mensajes en un inglés muy insinuante.

Mi reacción, en principio, fue la perplejidad. Sé que el ojo del Gran Hermano nos vigila los gustos virtuales para proponernos ofertas a propósito y, sin embargo, no acertaba a comprender por qué esos privilegiados vigilantes de Internet, deducían que me iba el rollo bollo.

Pero, puesta a la reflexión sobre mis actividades internáuticas, hallé la respuesta. Y la respuesta es que veo fútbol por Internet y esas mentes eméritas del ciberespacio han debido pensar que soy un tío bien machote. Sobre la afición al fútbol, hay ciertos prejuicios tan enquistados en la conciencia colectiva, que, raramente, plantean negociación.

Según los clichés actuales, el espécimen que disfruta de los partidos, es un futbolero varón con la testosterona repartida entre la hinchada a su equipo y las tetonas en minifalda. Se entiende todavía que la mujer tiene una incapacidad genética que la determina a no poder jamás dilucidar qué es una falta o un fuera de juego, como si esa compleja ciencia fuese incompatible con su frágil cerebro. Será que puede inventar las más milagrosas vacunas contra enfermedades raras, ejercer la judicatura con brillantez, gobernar Europa desde Bruselas, pero entender un córner, nunca. Hasta ahí podíamos llegar. La ciencia futbolística es sólo comprensible para los criaturos barbados y de pelo en pecho. Un privilegio dudoso porque eso presupone que el susodicho barbado es un brutísimo ejemplar de homínido; ignorante, violento y rupestre.

Hay todavía quien piensa que la intelectualidad y el fútbol son incompatibles, por más que, desde Javier Marías, algunos escritores hayan salido a reivindicar su gusto por el balompié, con la misma sinceridad valiente del que hubiese salido del armario. Curioso es que quienes, precisamente, ponen en duda el rigor cultural de los intelectuales futboleros, sean capaces de chuparse, de cabo a rabo, con fruición, una crónica sobre la apasionante biografía de la duquesa de Alba. O incluso de la Pantoja o de la misma Belén Esteban, lo que no es mayor garantía de una más sesuda inclinación cultural. Por lo general, ciertas mujeres que, con sus prejuicios, ponen también su granito de arena para que el machismo siga campando por sus fueros.

De otra parte, están los apocalípticos de ambos sexos, que dilucidan que el fútbol es un opio de las masas, cuya afición propagan los gobiernos para distraer a las gentes de los verdaderos problemas. Y no, esto no es Argentina, donde ponen todos los partidos gratis en los canales públicos. Aquí, si quieres ver un encuentro de tu amado equipo local, has de abonarte a un canal de pago o bajarte al bar o buscarte la vida en Internet. En ese caso, las páginas web, te asaltarán con las sólitas imágenes publicitarias en las jugadas más decisivas. En mi caso, unas tremendas tetudas que imponían sus atributos a la visión de los momentos más emocionantes en el pasado encuentro, Málaga CF.- Real Madrid. La insistencia de aquellas chicas, de oblicua mirada provocativa, labios entreabiertos y escote desbocado, en sobreponer sus encantos al meollo del partido, casi me roban de la vista el glorioso gol, en el último momento, de Roque Santa Cruz.

Con lo que creo que pueda entenderse un poco, las maldiciones que el trance me inspiró contra ellas y sus propias e inocentes madres.

Ya lo sé, que esto se evita yendo a La Rosaleda en directo, pero es que, tengo un síndrome post-traumático desde aquella tarde fatídica de los cinco goles del Celta. No es nada fácil recuperarse de ver en vivo a Willy Caballero, derribado por los suelos, mientras el resto de la afición duda entre linchar a Schuster o ahorcarse con la bufanda.

Y ésa es otra, ay, que nuestra afición, premiada por la LFP, factor decisivo en las victorias de nuestro club, tenga que ser vetada por pagar el pato del crimen del Calderón. Esa reyerta vergonzosa entre ultras que acabó con la vida de un hincha del Depor, hundida en el Manzanares. Ahora, los de siempre, dirán lo que acostumbran; que el fútbol es un deporte brutal que alimenta pasiones primarias, como si el salvajismo de unos pocos, determinase lo que, en la mayoría, sólo es el gusto sano por una de las mejores cosas que aún quedan en este país. El fútbol ha llegado a ser arte en manos de la Selección Española, nos ha dado una lección de lo que es trabajo en equipo, solidaridad ante un mismo objetivo y orgullo de ser nosotros mismos. A todos, hombres y mujeres, personas con suficientes luces como para comprender que la cultura y el deporte no son excluyentes sino complementarios, como lo entendió el sabio pueblo griego cuando ideó las olimpiadas. Y qué si nos gusta el fútbol.

2 respuestas a «La invasión de las tetudas»

  1. En cierta ocasión, tras ganar el Madrid una Copa de Europa y ante la multitud de emigrantes españoles que vitoreaban al equipo, Santiago Bernabéu exclamó, a la pregunta de un periodista, con aquel casticismo llano: “¡de ellos solamente puedo decir que viva la madre que los parió!”. Era como en los toros, había proximidad, te mezclabas con los de la prensa, no existían las vallas ni los antidisturbios… Ha cambiado la cosa, en general para bien, aunque dentro del estadio, a veces, te puedes imaginar estar en la “Cúpula del Trueno” y fuera del mismo pueden ocurrir esos incidentes tan violentos; mas, para que sucedan, no hay ir necesariamente al fútbol: en cualquier otro espectáculo de masas, cuando se le da rienda suelta a la violencia – ya pactada de antemano – ocurren parecidas desgracias y ejemplos hay.
    ¿Qué mejor válvula de escape que el fútbol desde la grada? Ahí van casi todos y todas a desfogarse, que igual ni les gusta tanto. Desde el chusmeta al doctor en leyes, que hay que verlos despotricar. Luego llegarán a casa más suaves que un guante. Pues eso, que por otro lado, el fútbol, colabora a la paz social. ¿Por qué opio de masas? ¿Esa no era la Iglesia? Y ésta, más que opio, adormidera, papaver somniferum… Es como comparar dos tazas de té con dos té tazas. Para nada.
    Saludos

  2. ¿Dos tazas de té con dos té tazas? Ay, qué bueno, Winspe…
    Claro que sí, el fútbol es una excusa para que algunos den rienda suelta a su cabreo brutal. Y es una pena porque este bonito deporte que se da tan bien en España, queda en entredicho. Quitarle la afición a nuestro Málaga, con la buena temporada que está haciendo, por unos cuantos fanáticos soplagaitas. Es que no hay derecho, por Dios!!!

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