Hace un tiempo, alguien me explicó que los ERE eran, en el fondo, una labor humanitaria. O sea, se trataban de donativos encubiertos a ciudadanos con pocos recursos económicos.
Ahora me gustaría poder tener a mano a esa misma persona para que me explicase cuál es el motivo solidario que se esconde bajo el caso EDU. Porque, por más que busco, no encuentro la razón altruista por la que los fondos destinados a los cursos de formación para parados se inviertan en cursos inexistentes y que los parados, en consecuencia, se queden sin el pan ni las migajas, sobre todo, en una Andalucía que se llamaba “imparable”.
Jugar con las esperanzas de los parados, que son la epidemia principal por estas tierras, no me parece una causa loable y la verdad es que necesitaría una explicación por banal que fuese para asimilar tal desmán. Si no me convenciese, al menos podría quitarle algo de hierro al dolor que me causa esta noticia. Porque pensar, así en seco, que 2.000 millones de euros que podían haber aliviado la situación de tantas familias desesperadas, hayan sido desviados para el lucro de unos cuantos carotas, se me está haciendo demasiado cuesta arriba. No quiero caer en el descreimiento, no quiero pensar que, como dicen, la Junta esté implicada en este asunto. Eso me partiría el corazón. Un gobierno de izquierdas nunca les robaría a los pobres, a los parados, a los más indefensos. No podría traicionar a sus ideales ni a la gente que los ha votado y que los podría botar. Porque los parados no tienen más que el voto, pero el voto decide a quien gobierna. Y son muchos parados y, por lo tanto, muchos votos.
Por eso, cuando Susana Díaz y Juan Manuel Moreno Bonilla se preguntan por cuál sería la estrategia para ganar la plaza de Andalucía, no deberían pensar ni en el discurso florido ni en el color del traje, sino en crear una esperanza de empleo clara y seria. Las frivolidades son cosa de estómagos llenos, de finas tertulias de salón, pero aquí ya hay demasiada gente que ronda el umbral de la pobreza, que vive en la calle desahuciada y frecuenta los comedores sociales. Y familias enteras que apoyan su día a día en la pensión de la abuela o la beca de estudios del niño.
Así que la Junta no debería alimentar la inquietud con el silencio, tendría que decir alto y claro, que nunca tuvo que ver con el caso EDU, que jamás haría algo en contra de sus parados, de sus votantes y que tiene un plan para salvarlos de sus miserias. Para eso se concibió la izquierda, para aupar a los desfavorecidos en medio de sus vicisitudes. Y también para eso se crearon los sindicatos. No se puede pedir confianza en la gente que percibe tan gran traición a su causa. Si no es cierto que usaron dinero público para invertirlo en fiestas privadas, viajes al Caribe y karaokes, que desmonten la acusación con contundencia, con argumentos. Necesitamos saber que la acusación es falsa, que nunca hubiesen querido hacer vida de señoritos con el dinero que sale de nuestros impuestos, de nuestros salarios recortados. Y necesitamos saberlo ya, la sospecha nos mata. La coherencia es un sino del votante de izquierdas. Difícilmente justifica lo que no le parece justo. Otra cosa es la derecha, indudablemente, más flexible desde su base conceptual. La derecha justifica la jerarquía y los privilegios de los elegidos por la fortuna. No peca de falta de principios si alega que una guerra es necesaria por motivos económicos. A mí ya me explicaron en una ocasión, cuando el conflicto de Irak, que la cosa era luchar por la reserva de petróleo en Occidente y dejarse de lamentar por los daños colaterales. El fin justifica los medios, también los muertos. El orden mundial, que es el orden económico, se mantiene cuando los estados pequeños se someten a los grandes y le sirven de alimento, como ya establece la ley animal que es la ley del más fuerte. Jamás se ha visto que un gorrión devore a un águila. Los ucranianos y los palestinos entran dentro de las reglas del juego, pero no ganarán la partida. Debe haber débiles para que haya fuertes y debe haber pobres para que haya ricos. Ésa era la lógica de los tiempos hasta que apareció el marxismo y se crearon los sindicatos. Hay quien dice que los pobres son un invento de la izquierda, pero lo que inventó la izquierda fue la dignidad del pobre y sus derechos. Y a esos orígenes se sigue debiendo, pues si subvierte el orden de su naturaleza, caeríamos en un escepticismo incurable o nos abandonaríamos en los brazos del primer paladín que prometa sacarnos del calabozo. Tal vez agarrarse a “Podemos” sea agarrarse a un clavo ardiendo, a la esperanza que fue lo único que quedó en el fondo de la caja de Pandora, cuando salieron de ella todos los males posibles.
Ahora no necesitamos saber quién es el más malo de la película ni optar por el menos malo. Las circunstancias ponen alfombra roja a la llegada de un héroe. Será que el héroe es un espejismo, una utopía, pero negar al héroe es negar la ilusión sin la que la vida ya se hace irrespirable. Nuestra fidelidad ha sido proverbial, pero no hay lealtad que resista a tantas averías. Si no queréis que caigamos en brazos del amante, miradnos a los ojos y decid que hay una posibilidad, por mínima que sea, de que se salve lo nuestro.
¿Los brazos del amante? Dibuja la posibilidad de amor de braceros, subsumiendo una traición amorosa por mor de un desengaño previo. Qué oda. ¿Qué oda es? Son las cinco de la tarde, Manolete. Cuando he leído este artículo he mirado la fecha para ver si estaba siendo sujeto, yo, de una transfiguración temporal como viajero de máquinas del tiempo. La verdad sea dicha, esto que escribe es palabra de otrora tiempo, aquél de dogmas y presunciones irrefutables ni siquiera con la contra de la experiencia, pues la ideología les daba título de verdades contra todos los vientos y mareas y lo que se pensaba no necesitaba de demostraciones, pues se acreditaba por el hecho mismo y único de pensarlo y pensarse (ideología mía, cuánto te quiero…estribillo).
Mi cuerpo de labriego salvaje te socava, dogmática de izquierdas. Porque esto de las ideologías es casi más un puzle de vocabulario cerrado sin posibilidad de adaptación a realidades cambiantes, que una verdadera luz pausada para mirar los entreveros que, a su despiste, el sol a veces nos permite. La izquierda muchas veces nos regala su mirada ciega de invariable paisaje, explicado en exorno con esa marra gramatical de inmarcesibles decenios ya centurias.
Cosas del vocabulario, de las palabras que sellan los pensamientos cual silicona para juntas ideales (no por ejemplares, entiéndase). Y la gavilla gramtical lleva puesta una retahíla cuajada y fosilizada por tradición, como si lo que siempre ha sido hubiera de seguir siendo siempre, pero “siempre” es un concepto imposible, pues si fuera posible nuestra mente sería otra y, por ello, el hombre que la porta. También la vena porta, un poco más abajo, con mejor vasculación permitiría un hígado más sano y menos tensionado. ¿Acaso el hígado no fuera una prolongación de la mente? Ah, son más de las cinco y Manolete ya está sobre el redondel (léase parodia nacional de ideas y sus mientes -vocabulario reléase- y rélax subsiguiente). Palabras que usted usa dan testimonio de esa herencia sin mancha por natura que el tiempo ha adulterado en su indeleble pretensión. Y ahí están: pobres, indefensos, izquierda, desfavorecidos, sindicatos, coherencia, marxismo, dignidad, derechos, ilusión, lealtad, fidelidad, resistencia y otros tantos recursos express del idioma para hacer automáticas la conciencia y experiencia de izquierdas. Sin embargo, el tiempo ha demostrado que ciertas actitudes o valores no son de los colectivos sino de los individuos y que, precisamente por esto, si el hombre se corrompe, la metástasis llega al tiesto a través de la ira transportada por venas portas, estrechos canales invisibles (estenosis de la organización) y discursos tramados para el flete. En fin, señora Lola, desconcernámosnos de tan tancredo sido, y tengamos los ojos, las luces y las mientes en la incertudumbre y la falta de certezas. Ya nada es permanente en el hombre voluble. La izquierda no tiene el patrimonio ni capitaliza (sí pérdidas) ciertos valores. La dignidad no es sólo de izquierdas, hay pobres que no cren en el colectivismo por él empobrecidos. La indefensión y la coherencia no siempre van juntas, y de los sindicatos qué decir… El marxismo es una teoría importante en las universidades pero también ha sido clásula de guerrillas y de manifiestos manifiestamente mejorables. La fidelidad suena últimamente a cliente que no cambia de empresa, y la resistencia, de ohmios y partisanos, ya no se hace bajo el paraguas umbrelo de la izquierda, sino que más bien es un goteo individual con las sola cobertura de la familia, amigos y hechura. Señora Lola, la izquierda también tiene sus jerarquías y sus elegidos de la fortuna. Si, en cambio, que tiene razón en lo de la ley del más fuerte, aplicable, antes y después de Darwin, a todo lo viviente: la banca, el pequeño negocio sobre el más pequeño aun, en el boxeo, en un zoológico, en un aula escolar, en una residencia de ancianos, en reata para llegar el primero, en los poyuelos de nido, y en las competencias amorasas de la adolescencia. Si el objetivo es conseguir que el más fuerte no gane siempre, el instrumental no pasa por la izquierda, castrada tantas veces en su propio fuerte (lean castro, fortaleza; no como carencia) y con jerarquías y privilegios a limine. La izquierda ha de someterse a un ejercicio propio de examen permantente y si va a septiembre mejor, porque habrá podido metaverse, conocerse más, deslastrando el pasado. La izquierda es necesaria como impulso, pero no como vagoneta. De lo que dice de la derecha, quizá tenga razón en casi todo. O sea, que no nos salva ni Dios, así que lo mejor es irse con el/la amante, eso sí, sólo por una tarde, pues llegar demorado (no uso prendas moradas, por otra parte) a casa pervierte los horarios, y aunque algunos digan que Podemos, a la postre somos gente de costumbre, así que Debemos cenar pronto para que la digestión no coincida con el sueño y así no encarecer el precio del futuro, aunque el que llega, visto el que estaba, debe tener su oportunidas. Un saludo.
Nota Post: releyendo advierto un error, lo de Poyuelo con falta de ortografía es porque soy victima de la escuela y estoy sin titulación, perdonen.
¿Sin titulación? ¿Es cachondeo? Has escrito un comentario a mi artículo, que es otro artículo o un cuasi ensayo.
Creo entender que me tachas de ingenua por escandalizarme de la traición a las ideologías.
Yo lo tenía muy fácil para ser de derechas. Procedo de familia de señoritos y terratenientes, pero me cautivó el ideal de la igualdad de oportunidades. Defender las jerarquías no me sale, tanto tienes, tanto vales, yo prefiero la utopía a pesar del desaliento y privilegio el talento más que las clases sociales. Y la izquierda me trae frita si se pone señorita y caga sus ideales y ya no conoce iguales cuando llega hasta la cumbre. No quiero pensar, no quiero, que el faro que nos alumbre, se mueva por los dineros. Y ésa sea nuestra costumbre.
¡qué bien escribe este escribidor!. tiene que ser una persona muy cultivada. umbral tampoco tenía título y escribía casi tan bien. tal vez ahora hablemos de eichelbaun (horacio). o quién sabe, por aquí escribía un chico que era bueno, muy bueno, incluso diría que este escribidor tiene algunos ginos que igualan a aquel, era un tal pincho panchito o algo así.
Pues no merece la pena atender tal señorita que lía con anabolenas. Y esta peña andaluza amante de la yernocracia ya nos mete la gazuza beneficiando a cuñados yernos y alnados. Y si quieren ser creídos en algo lo hagan bajo juramento en Santa Gadea, de Burgos, do juran los fijosdalgo.
Lo bueno de los pseudónimos, es que dejan más margen a la libertad de expresión. Yo ya no me voy a meter a adivinar identidades, ahora sólo me centro en vuestras opiniones. Y os pregunto ¿cuál pensáis que sería el camino correcto hacia el progreso en Andalucía? Pensad y opinad libremente, vosotros podéis!!!
Cuando la belleza formal deje de denunciar realidades a lo claro, posiblemente es porque ya no habrá lugar y se estará haciendo el camino.
-«Aceitunero que estás vareando el olivo, ¿me das tres aceitunicas para que juegue mi niño…?»
-«Muy contento se las diera si el dueño del olivar, señora, me lo permitiera…»
Saludos