Paritorio y paridad

4 Nov
Presunto embarazado
Nos ponen a parir. Ya sea de pie, acostadas o en cuclillas; todas estas opciones contempla el Programa de Humanización de la Atención Prenatal de la Consejería de Salud, según el cual, la parturienta podrá “elegir la postura a la hora del parto, así como la participación de su pareja en el proceso”. Que, ante tal despliegue de acrobacia, no ha de ser, de suyo, la gran cosa. La pareja, por lo general un hombre, no pare, de modo que su participación va más o menos de palmero. “Mientras el hombre no para, la paridad es una chuminada”, dice ese célebre eslogan feminista que me acabo de sacar de la manga (pero, ¿a que mola?..)
Ni el ya casi desahuciado “Ministerio de Igualdad” ha conseguido que el parto se comparta; lo cual hubiese significado parir a partes iguales; que será que no, mientras la madre Naturaleza decida que la maternidad no es cosa de hombres. Por eso de que las hormonas, ovarios, útero y demás siguen cayendo de la parte de Eva. Puro sexismo, en todo caso, que ni la política, ni la ciencia han podido, de momento, resolver. En el hospital madrileño, Gregorio Marañón, van por la construcción de corazones, hígados y riñones para el trasplante, en cambio, al útero como órgano de préstamo se ve que le quedan aún unos siglos de perfeccionamiento en la ingeniería genética. Lo más parecido que se ha visto a un señor embarazado fue Arnold Schwarzenneger, cuando se le pasó el arroz para hacer de “Terminator” y, ni como hipótesis visual, acababa de cuajar. De modo que, hoy por hoy, la promoción de la natalidad no tiene otra que recaer sobre el sector femenino.
Otra de las arduas tareas del Gobierno en esta nueva etapa es volver a despertar el entusiasmo por la procreación, después de haber puesto tanto énfasis en la defensa del aborto. Pura cuestión de prosaicas cuentas que no salen. Pues digamos que hace falta generar unas cuantas hornadas más de ciudadanos para pagar las pensiones de esa población que no esté dispuesta a morirse, una vez que se jubile a los 67 años. A ser posible, españoles, sin que la precocidad y prolificidad natalicia de rumanos, chinos y magrebíes nos tome la delantera. No lo digo yo, que estoy por el cosmopolitismo y el mestizaje como fórmula de integración y convivencia en las sociedades futuras –ya me estudié ese tema del catecismo democrático- sino esos nuevos, y sospechosos, bandos oficiales que nos están poniendo a parir. Eso sí; de pie, acostadas o en cuclillas o como requiera esa situación de confort -dentro de lo que cabe, siempre en estos casos-. Bien mirado, mata, valga la expresión, dos pájaros de un tiro; la continuidad generacional y la peliaguda cuestión del paro femenino, ahora en la voz polémica de ese eslogan, “Zapatero, yo no te abucheo, lo que quiero es un empleo”. Y qué mejor empleo para la mujer que la maternidad que, en otros tiempos no remotos, atajaba el problema del paro entre la clase femenina. Antiguamente, la mujer nunca estaba en paro porque no paraba de parir. Eso la quitaba de la calle, de andar compitiendo con los hombres por oficios en los que se maneja como persona non grata. El caso del acoso laboral a tres mujeres policía en nuestra propia localidad de Málaga resulta bastante elocuente al respecto. Hay cuerpos donde no se admite la mínima dosis de feminidad. Véase el caso del cuerpo de bomberos de Ponferrada, que incluía entre sus motivos de exclusión, la presencia de cualquier amaneramiento entre aspirantes varones -los legítimos- y, con mayor gravedad, el menor síntoma de hermafroditismo.
Poco –o nada- hemos conseguido, si después de tanta paridad, la aprobación del matrimonio gay y las infructíferas políticas de igualdad -más allá de la propia naturaleza- los cuerpos nos condicionan. Si paridad significa otra cosa que parir, esto hay que pararlo con un par.

8 respuestas a «Paritorio y paridad»

  1. Perdona Lola, no he entendido la última frase, “Si paridad significa otra cosa que parir, esto hay que pararlo con un par.”, cuando dices ‘esto’ ¿A qué ti refieres? ¿Al condicionante de los cuerpos? No logro coger el sentido a la frase. Un saludo. Te quiero

  2. Esto yo lo etiquetaría de ‘ácido’ más que de ‘ruedo ibérico’…Cómo me he reído: el humor inteligente de Lola Clavero ‘at its best’!

  3. Significa, Holden, que las mujeres también tenemos un par. De ovarios para parar aquellas situaciones que nos discriminen.
    Gracias, Rosa. Besos.
    Lola.

  4. cuando un derecho pleno no practicado se regula sectariamente…pues pasan las cosas que pasan.la normativa es un lastre de difícil aplicación.un problema no resuelto puede deber su estado a un mal diagnóstico y a la intrasigencia con que se postulan normas partidarias.conozco alguno que siendo más femenino que machista tiró todo raciocinio al bidón y en este tema ya no pasa de la testiculina.la capacidad crítica y el análisis como lastre.quien se presenta como enemigo goza de mi aversión.
    el humor ayuda(muy inteligente y elegantemente,doña lola)a bandear la obligación.sirve para retrasar el llanto.no sé si incurriré en algún casus belli pero para mí que si el legislador hubiera podido plantear la cuestión desde la violencia familiar…niños,abuelos,parejas.mucho marginado hay en cuanto a la cobertura universal de la ley.el grupo que alcanza rendimiento profesional,económico,de la defensa de derechos básicos puede acabar enquistándose y su capacidad de intervención pasa a depender de vaivenes políticos y alarmas sociales(otra base legal que da pánico).
    resulta anómalo que los derechos humanos se fragmenten y se vea razonable su sectorialización.antes,la unión daba fuerza.ahora vende la exclusión.en nombre del progreso y la ganancia electoral..y la liberación de la mujer.los demás que espabilen.

  5. Estoy con José Antonio y pienso que es la falta de credibilidad en nuestra clase política, entre otras cosas, la que impide el desarrollo de la propia idea de paridad, con efectos similares a los que producía el Frenético que se nos plantaba diariamente a las puertas del supermercado, anunciando con voz desaforada la inminente venida de Dios: como allí no había muchos creyentes, sus gritos provocaron hilaridad. Pero tener que dar la razón a B. Franklin cuando teoriza acerca de la posibilidad que exista un espacio vacío, la nada…

    Nada, que se impone una buena dosis de humor. Es lo que yo intuyo (y veo) también en el escrito de Lola. No recuerdo quién dijo que la elegancia (llamada por los latinos, primero, eligentia y después elegantia) tendría que ser el nombre de la ética, que es el arte de elegir. Lola elige la ética, humor mediante, y la convierte en “Ars vivendi”, arte de vivir, que es de lo que se trata; o hacer más llevadero el estado de cosas (y la paridad es una de ellas) de este nuestro mundo. Por mucho tiempo.

    Saludos

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