Parábola del náufrago

7 Oct

El otoño ya es más un estado sentimental que una estación verdadera. Gracias al cambio climático, seguimos disfrutando de los rigurosos calores del verano, pero hay un algo tibio en las hojas del calendario que destiñe nuestra pluma hacia temas melancólicos de temporada. Hablamos de soledad. De la soledad, por ejemplo, de Marilyn Monroe, tan presente en esas garabateadas memorias que fue dejando, como mensajes cifrados, en sus cuadernos y ahora saldrán al mercado en forma de best-seller. Aquella muchacha de mirada huérfana y miope que triunfó por disfrazarse de la mujer que nunca fue. “La chica más triste del mundo”, según Arthur Miller -quien tampoco fue, precisamente, unas castañuelas- que parecía sufrir un interno desencuentro entre su inquieto intelecto prodigioso –inédito- y esas locas caderas que quedaron, en el memorial mundano de las más babosas y primarias lujurias. Y la acompañamos de otra soledad; la del poeta Miguel Hernández, también muerto en la treintena; de ética traicionada, de hambre, enfermedad, miseria y abandono en esa celda ni siquiera visitada por su esposa, Josefina Manresa, destinataria de las memorables “Nanas de las cebolla” y otras frecuentes y largas misivas donde menudeaba la letra de la desesperación y el desarraigo.
Hablamos de soledades; de la soledad de los que han llegado a la cumbre, de la fama, del poder, y no encuentran, desde esa altura inhóspita sino un terrible abismo que invita a la caída. A las “Montañas de oro” llegan sólo unos pocos, como decía Lugones, y, a partes desiguales, gozan de la recompensa –a veces efímera- de la gloria y la sempiterna condena de la soledad. Y, de todas las soledades, ninguna ahora tan notoria y flagrante como la de nuestro –aún- Presidente del Gobierno, Rodríguez Zapatero. Abandonado por los sindicatos, por los miembros –y cada vez más miembras- de su propio partido e incluso denostado abiertamente por toda aquella corte de presuntos simpatizantes y apócrifos palmeros que ahora denuncian sus defectos con una cólera tan excesiva como el anterior entusiasmo que cantaba sus hipotéticas virtudes a los cuatro vientos. Diríase que aquel producto llamado ZP se lanzó al mercado por sí solo, que se entronizó a sí mismo como el propio Napoleón, en un alarde de esa misma personalidad personalista que tanto se le niega a poco que se escuche o que se lea. Será que Zapatero se irá solo del poder, más solo que la una, pero no que haya llegado allí por su propio pie, sin el apoyo de cierto reincidente y adulador sector populoso que ahora se le desmarca como si nunca le hubiese conocido; aliados a la hora del éxito pero incapaces de asumir un fracaso, que es imposible atribuir a una sola persona. Hasta para cargarse un país hace falta más talento del nulo que se le atribuye a nuestro actual presidente y, si es cierto, que ha sido una simple marioneta ¿Dónde están quienes manejaban los hilos?
Si bien a ZP la victoria le vino demasiado grande, esta derrota le cae también del todo desproporcionada, pues, a estas alturas, no hay derrota que no se ponga a su nombre; sea la huelga o las Primarias. Resulta lógico para esa derecha impaciente que interpreta cualquier caída del Presidente como un presagio de inminente triunfo a su favor, pero, no tanto para esos correligionarios que, urgidos por la misma presión de la oposición, olvidan, por el camino, ciertos valores éticos. Posiblemente, ningún líder ha sido tan humillado por los suyos como el depauperado Zapatero. Fantasma de sí mismo en la Moncloa, mientras lo suicidan, iniciando el llamado “post-zapaterismo”, lo que significa firmarle un acta de defunción en toda regla. Ya se habla de Tomás Gómez como posible sucesor del ya difunto presidente. Ante tales perspectivas, la pregunta sería entonces ¿Qué va a ocurrir en los próximos dos años? ¿Podrá gobernar un país un presidente ya muerto? Quién sabe…tal vez, en la placidez de la ultratumba, relegado a una habitación remota de la Moncloa, Zapatero adquiera esa lucidez del muerto viviente, Melquíades. Por cierto, que aquella novela se llamaba “Cien años de soledad”.

P.D: Desde este humilde rincón, felicitaciones a Vargas Llosa por tan merecido Nobel. Ya era hora.

5 respuestas a «Parábola del náufrago»

  1. Zapatero lo tenía fácil, mucha gente (sólo) esperaba seriedad, honradez, responsabilidad y verdad (después de tanta mentira); sin embargo, él (sólo) nos ha dado lo contrario, nos falló, y no lo vamos a perdonar porque ni siquiera va a saber pedir perdón. Un saludo

    PD
    Te quiero

  2. Zapatero ha sido siempre una persona bastante transparente. Así, lo que no entiendo es a qué viene ahora tanta sorpresa. ¿Se esperaba que ante una crisis mundial ZP significase “Zuperman”? Me pregunto.

  3. pantaleón,un gran tipo.humano y grande.
    cien años de soledad,palabras mayores.
    patriarcas otoñales en otoño por el oso y el madroño.qué antigualla la política cuestión.sí,aquí que yace.murió de la otra media.

  4. el peronaje.peron y papel a representar.digo que el personaje prometía.y con creces.desde aquella elección psoe con muy poca diferencia de votos y sorpresa,sorpresa, a hoy.que yo recuerde ésta es una de las veces que más leña se va a llevar el árbol.sólo con que le corresponda la mitad de los agraviados innecesarios o de los engañados con poca luz y mucho taquígrafo filtrado.y de la prensa casi mayoritariamente prendada,encantada,subyugada: o el personaje o si no estás de acuerdo es que vas a ser un facha
    … lo que ha costado ver cosas tan sencillas como que chueca no está en iran,ni en tánger.que la política es cosa de pretender el bien de todos y no sólo del partido.que el comecuras gritón de rebotica es tan carca como el más recalcitrante requeté pero no de los de don sixto.de la rama carca,que también dió progresismo el carlismo.pensamiento y navarro,ya te digo.y ahora,españa.no hay lugar con más mordisco tobillero que españa.lo van a brear y las plumas las vienen los que más le aplaudían.nosotros.los hunos y los potros.

  5. Bueno, José Antonio, sabido es que cualquier movimiento revolucionario español siempre tuvo su comienzo en Carcagente, zona levantisca, aunque el sentido era otro: gente-carca de cualquier tendencia, de lo que no se libra Zapatero ni la base que hasta ahora lo sustentaba. Cuestión de fe o casi. Saludos hispanos (por mañana)

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