El rollo bollo

5 Ago


Se lleva el rollo bollo. Las imágenes e historias de amor lésbico proliferan con sospechosa
promiscuidad en spots publicitarios y plumas del –último- momento. Algunos dicen que como constatación de una inmediata realidad social- las mujeres emancipadas, liberadas y superadas se alían y lían entre sí por construir una pareja igualitaria, prescindiendo del rol ancestral del macho dominante y violento- y otros abogan por ver en este fenómeno la sombra del marketing que explota una nueva faceta de la diversidad sexual – hasta hoy pintoresca y perversa- al morbo colectivo. Probablemente, unos y otros tienen parte de razón. Alrededor de esta trama, hay fondo ético, pero también trasfondo estético e incluso económico. La fotogenia de dos chicas bellas, enzarzadas en posturas eróticas, siempre ha vendido un montón a los espectadores del gremio netamente masculino. Y no faltan quienes acusan en este menudeo del bollerísmo fino, un voyeurismo al uso de la fantasía machista más tópica. Será que hay algo de eso, pero también mucho de otros ingredientes, pues del armario están saliendo modelos para todos los gustos en este nuevo lanzamiento del esnobismo social pret-a-porter. De que en esto hay moda y ganancia, no cabe duda. Desde aquel emotivo beso de Madonna a Britney Spears, ahora casi todas las pseudo-estrellas del pop se confiesan bisexuales y no pierden la ocasión de salir en un reportaje a toda plana en pleno magreo con alguna bella amiga, mira tú qué coincidencia.
Hasta “Las Vulpes”, que no quieren dejar pasar la ocasión del pelotazo, resurgen de sus cenizas para ofertar el ultra-lesbianismo, transfeminismo o no sé qué radicalismo porno-bollero para arrasar en la lista de los Cuarenta Principales. Por refrescar un poco la memoria del lector, recordaremos que “Las Vulpes” fueron un pretendido grupo musical que ya, en tiempos de la movida, intentó hepatar al tendido con su memorable tema “Me gusta ser una zorra”. Escandalizar, escandalizaron, pero, no pasando de ahí, parece que se estrellaron antes de alcanzar el codiciado estrellato. No tanto por la fatalidad de su malditismo, como por lo fatal que lo hacían en sus actuaciones. Está visto que hasta para ser punkie hay que tener estilo. No basta con berrear, manosearse los bajos en escena y mandar a toda la sociedad e incluso al presente respetable a hacer puñetas. Eso funcionaba con los Sex Pistols, pero eran los Sex Pistols. También funcionó con Alaska, quien, sin desmerecer por letras iconoclastas y pintas posmodernas, acompañó la cosa sin perder el sentido del ritmo y con tal talento y sello personal de ganarse un lugar para siempre en el panorama musical español, acogida con entusiasmo entre un público de todos los gustos y tamaños. Pareja oficial de un travesti y sin renunciar a su estética punkie y a hacer lo que le da la gana, Alaska se ha convertido en una figura familiar y entrañable que entra con todo honor en los hogares, presentando programas televisivos aptos para niños. Al final, nos quedamos con lo que vale y todo no vale, a fin de cuentas.
“Las Vulpes”, sin embargo, no cejan en el empeño y vuelven a la carga; ya no basta con ser zorra para vender –hay demasiada competencia- así que se presentan con el plus de zorras “bolleras”, muy en la línea del último grito y cambian su nombre por el de “Perras horizontales”; bastante evocador por lo de su amor a las perras, sin duda. A cantar todavía no han aprendido, si bien han estructurado un programa de soluciones para salvar el mundo. Ahora que los partidos carecen de él, se agradece que “Las perras horizontales” se preocupen tanto por el bien social. El nombre de su proyecto “Proyecto de prostitución alternativa”, parece, en principio, sospechoso de apuntar demasiado a sus cuentas corrientes, sin embargo, los beneficios altruistas llegan a la larga. Todos los males del mundo, en especial, las guerras- dicen “Las Perras”- proceden de la falta de sexo, solución; alquilarse a una de ellas y quitarse el estrés y los pensamientos negativos. Se trata de una oferta preferentemente dirigida a lesbianas, pero pueden apuntarse los humanos de todas las tendencias; el único requisito es que se sientan libres –y que tengan tarjeta de crédito, supongo-. Aunque, por lo visto, lo ideal es la pareja entre gay y lesbiana que, aunque parezca volver a la desfasada heterosexualidad de siempre, resulta de lo más in, porque la gracia está en que la lesbiana se convierta en una bestia parda y, en compañía de sus feroces amigas, acorralen y violen al chico –como muestran en un vídeo de lo más edificante-. Ésta es otra de las facetas de su llamado “pornoterrorismo” que consiste en practicar sin límite toda clase de libertades; a violar, a ejercer la pederastia, a padecer, a placer, la violencia de género y a degradar sin piedad los poemas de Neruda –uno de sus “porno-poemas”, “Me gusta cuando te corres”-.
No inquieta el concepto de libertad que tengan “Las perras horizontales”- por más que ladren no van a ganar las elecciones- pero sí lo mucho que se parece al de otras facciones con posibilidades de poder. Últimamente oigo hablar de la libertad para torturar a los toros en la plaza y globalizarse en el modelo libertario americano. Ese país donde se prohíbe fumar por no dañar la salud de los circundantes, pero se permite comprar un arma que, en un barrunto psicópata, elimina de cuajo a los susodichos circundantes. A eso no le pone música ni José Luis Perales.

10 respuestas a «El rollo bollo»

  1. Excelente artículo, Lola: dices verdades como puños, está muy bien escrito y es divertidísimo. ¿Qué más se puede pedir?

  2. Muchas gracias, Javier. Estoy segura de que tú le hubieses sacado todo su jugo a este tema en alguno de tus artículos, pero supongo que para un hombre es mucho más arriesgado escribir este tipo de textos. Hay que ponerse a cubierto.
    Besos.

    Lola.

  3. Qué va, qué va, Lola. De veras que me parece imposible sacarle más jugo literario y de contenido al asunto que el que le has sacado tú. Y bueno, sí, corren regulares tiempos para suscribir ciertas opiniones, pero con talento (los que y las que lo tengan, no hablo de mí)se pueden hacer maravillas. Besos.

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