Yo contemplo inseguridades donde se producen actos de intolerancia. Hace un par de días en Barcelona un tipo amenazó a otro con darle dos hostias para curar su homosexualidad. Coincidía con el desfile cercano por el día del orgullo. Hay que juzgar la situación con mesura para lograr un juicio proporcionado. Según se puede contemplar, en un video que circula por esos mentideros de las redes sociales, el agresivo aparenta ser joven y fuerte, equipado con ropa deportiva y un aspecto de esos que rezuman una inmensa cantidad de tiempo y dinero invertida en gimnasios y peluquerías de moda. Se hallaba en un restaurante de comida barata. Nada más cruzó sus puertas sabía que aquel desliz de su deseo le costaría una hora más de ejercicio salvaje al día siguiente. Sólo el sacrificio mantiene una apariencia tan varonil. De pronto accedió al mismo espacio otro chico vestido con pantalón corto vaquero y una camiseta de tirantes amarilla, de esas que muestran el ombligo. El tipo hercúleo siente náuseas. La hamburguesa ha dado un vuelco en su estómago junto a unas patatas que, sabe, se alojarán en cualquier recoveco de su tejido adiposo, al mismo tiempo que ha sentido un inusual gozo en la contemplación de alguien que lo atrajo aunque no debiera, según sus parámetros vitales. No se puede consentir dos trampas del deseo en un mismo día. La testosterona excita el pene a la vez que la agresividad. Podría haberlo visto, reflexionar sobre la tenue musculatura del otro, sobre lo mal que sienta el color amarillo a casi todo el mundo, y volver a preocuparse sobre cómo va a extraer de su cuerpo aquella grasa ingerida. Los sentimientos inseguros alientan respuestas desmesuradas. Otro habría devuelto la bandeja con restos al contenedor y calculado una ruta urbana que no tropezara con la cabalgata gay para que no interfiriese el horario de regreso. Consideraría otra vez el amarillo por si su novia le regalaba un chándal de ese color, y esbozaría la compra de comida hipo-calórica de mañana. Un decurso vulgar de ideas que consigue el giro en paz de la Tierra.
Si los inquisidores hubieran percibido certera la absoluta virginidad post-parto de la Virgen, habrían evitado ríos de sufrimiento. Si los yihadistas creyeran a su Dios tan grande dejarían de expandir muerte en su nombre. Quienes necesitaron tachar como fascista al autobús de C´s que iba a participar en el desfile del orgullo también en Valencia, exhiben esa inseguridad manifiesta de las y los que gritan consignas para evitar oír ideas diferentes, por si les contamina razonamiento. Los nazis tenían que matar judíos ante la terrible inseguridad de que hubieran sido más listos que ellos. Mediante su estructura familiar y comunitaria, sobrevivieron el período entre guerras con holgura económica y sin necesidad de tener que prostituir al abuelo Otto y a la tía Helga en la esquina para poder comer esas delicias arias compuestas por coles hervidas y salchichas. Considero lógico que cualquier tipo heterosexual perciba inseguridades homofílicas si yo me sitúo en camiseta de tirantes tras él en la cola del súper. Lo siento. Tengo este cuerpo que me permitiría trabajar como actriz principal en un acuario de morsas, si me viera en paro o alguien me ofreciera la suficiente cantidad de salmones. Esa misma inseguridad convenció a un grupo de machos para que colgaran en la terraza una bandera de España donde escribieron que son heterosexuales por si se les olvidara ante cualquier circunstancia. Cuesta mucho estudio y auto-estudio la construcción de sí mismo. La inseguridad es un magnífico método de aprendizaje si se pretende llegar a cualquier certeza. La duda revela pensamiento. A partir de ahí o, se eleva un muro de irracionalidad y se lía uno a hostias con cualquier elemento turbador, o se exploran las incoherencias. Al socaire de demencialismos como los de Vox, esos tipos inseguros están horneando sus inseguridades en el odio. Recordemos que Hitler carecía de un testículo, podía ser judío bastardo, fue pintor bohemio fallido y desprendió cierta fama sodomita por las trincheras de la Primera Guerra Mundial. Cuántas inseguridades.
Magnífica reflexión. Es cierto. Y puede verse también en los alumnos matones del instituto, por ejemplo. Chicos con cantidad de complejos e inseguridades que no paran de hacer daño a los que le rodean.
Una pena…