Tras la sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea que obligaba a ciertas entidades bancarias a devolver a sus clientes las cláusulas suelo cobradas de modo ilegal por haber sido escritas en un lenguaje tan técnico, tan oscuro, que no se entendían, tras ese largo proceso, un buen número de entidades bancarias provocan otro calvario judicial para seguir masacrando a su clientela. Al igual que las familias mafiosas, los bancos disponen de bufetes de abogados con la única misión de dilatar los pagos y las sentencias. Un banco puede permanecer décadas en un pleito, un humano, no. Un uso torticero del sistema judicial que se salda sin consecuencias para estos plutócratas que nunca lloran. La banca se ha convertido en las últimas décadas en uno de los enemigos destacados del pueblo español, puesto conseguido mediante la colaboración de una serie de gobiernos que jamás indagaron sus actividades, mediante la permisividad del Banco de España donde los intereses fueron más allá de los reguladores, y mediante los resortes de un sistema judicial martillo de pobres y bálsamo para ricos. Imaginemos una señora de, pongamos, 80 años que acude a su oficina bancaria una mañana y la o el operario de turno, de esos que cumplen con excesivo celo sus funciones como perros de presa, le cuela un producto tóxico, un timo en castellano de esquina. Por un lado, ese engaño ha sido autorizado por la CNMV, organismo público encargado de velar por la adecuación de los productos bancarios; por otro lado, aunque la cliente se percatara después del robo y acudiera a los jueces y, aunque estos fueran diligentes en dictar una sentencia condenatoria contra la entidad que estafó, las posibilidades de recurso pueden durar hasta el fallecimiento de la afectada. Los actuales pleitos por productos financieros ruinosos y por cláusulas suelo se cimentaron sobre la burbuja monetario-inmobiliaria que se inició en aquella España que iba bien de Aznar, crecieron en la época socialista de Zapatero y han estallado durante el mandato de Rajoy. No nos engañemos, el sector bancario está siendo reconducido por la crisis económica internacional y por los tribunales, ni por este gobierno ni por los anteriores.
Alguien debería de establecer alguna diferencia entre un banco y un casino. Cualquier ciudadano tendría que tener una protección total frente a ese uso perverso que la banca hace de los recursos judiciales para retrasar los pagos. Conozco una sentencia sobre un producto bancario que da la razón a un cliente asaltado. Tuve la oportunidad de leer la información que el banco entregaba a quien quería engañar. Soy doctor en Filología Hispánica y no comprendía esos documentos. Una amiga abogada y economista tardó días en averiguar los riesgos de esa operación. No era más que entrar con 1000€ y salir con 200€. Una tarde en el casino con la bendición del Banco de España. Aquellas mismas fechas, lo juro, oí a una oficinista de esa entidad que convencía a un señor muy mayor de que su dinero estaba seguro invertido en ese producto del que ya se había destapado la mentira hacía meses. La obediencia debida también tiene un límite, tan elástico como las comisiones que cobraban esas y esos operarios vampiros de la confianza de sus clientes. El sistema bancario español, tan ensalzada joya de la corona, se ha revelado como una maquinaria torpe para conseguir beneficios sucios mediante estafas a su propia clientela, en su inmensa mayoría gentes sacrificadas para ahorrar un euro con el sudor de su frente durante toda su vida. Ahora, su resistencia a devolver lo engañado al pueblo mediante este ataque con su armada forense exhibe las perversiones calculadas del sistema organizativo de nuestro país, demuestra que es un enemigo que dispara con un armamento del que las familias no pueden defenderse. Si yo engaño a alguien voy al talego en horas. Esos directivos que urdieron la ruina y explotación de cientos de miles de ciudadanos y ahora putrefactan el uso de la justicia quedan indemnes con el permiso de la autoridad y si el tiempo no lo impide. La banca es un terrorista contra el pueblo.
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